Hugo Wirth

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Ser dramaturgo en México no precisamente se presenta como una opción idílica para quienes intentan hablar con un público que, al mismo tiempo, no se siente identificado con las puestas en escena que el panorama teatral mexicano le ofrece. Sobre la necesidad de renovar las estrategias teatrales sin sacrificar la comunicación con los grandes públicos, Hugo Wirth ofreció en Guadalajara, en días pasados, un taller de dramaturgia no tradicional, dirigido no sólo a creadores, sino a actores y directores de escena, con el objetivo de ensayar nuevas formas para hacer funcionar una idea en el montaje escénico. Una propuesta que, al hablar a un espectador con expectativas y necesidades cambiantes, intenta abonar a un momento crucial del teatro en México, pues para el galardonado con el Premio Nacional de Dramaturgia en el 2013 (por la obra Precisiones para entender aquella tarde), “estamos en un punto en que tenemos muchas propuestas de dramaturgos, lo que bien podría consolidarnos como teatro potente y saludable, o hacer proliferar una gran cantidad de voces aunque sin profundidad ni sustento”.

¿De qué crees que podría depender lo anterior?
Creo que tiene que ver con la formación de públicos y con cómo nos estamos comunicando con ellos. No existe dramaturgia si no hay un interlocutor, así que si el teatro y sus creadores no le están hablando a su sociedad entonces no tiene ningún sentido hacer teatro. Es necesario que nuestras propuestas se acerquen a él, que le hablen de frente de lo que está pasando y no que sea un teatro de autor que sólo le interese a él mismo, a su mamá y a sus cuates. Tenemos que pensar en integrar nuestro discurso a lo que le interesa a la gente, y con esto no me refiero a que seamos complacientes haciendo algo bonito que le agrade a todos, sino que seamos cada vez más contundentes en tratar de decirle algo a las personas. Creo que actualmente hay muchas voces que están consolidándose y esperemos que no sea sólo una cuestión de moda, sino que con el paso de los años evolucionen y no se estanquen en las mismas fórmulas dramáticas. Espero incidir en ello y que mi obra le cause algo al espectador.

Cuando hablas de teatro no tradicional ¿a qué te refieres?
La dramaturgia actual va dirigida a un espectador de características distintas a otros momentos. El uso de las tecnologías hace que las personas en general seamos más multitask. En la vida cotidiana tenemos muchos estímulos, mucha información digerida y rápida. Como espectadores muchas veces sentimos la necesidad de fugarnos del teatro porque la manera como está escrito un texto y su estructura ya no nos atrapa. Necesitamos aplicar esa misma estructura ágil en la escritura de una obra de manera impostergable, con ciertas estrategías: la simultaneidad, la narración escénica o los juegos con elementos temporales para que el texto se vuelva tan dinámico como sea posible.

¿Aplicaste estos principios a tu proceso creativo? ¿Por qué consideras que fue premiada tu obra?
Creo que tiene varias posibilidades para ser llevada a escena, por la apertura del texto a diferentes disquisiciones. Fue una de las cosas que me dispuse a explorar cuando decidí escribirla, que estuviese abierta a múltiples interpretaciones. También tiene una dinámica específica al contar la historia, es una obra estructurada por medio de narración escénica y no a través de diálogos verbales; los pocos que existen entre los personajes suceden por medio de un aparato electrónico, ninguno cara a cara. Intento plantear la tesis de que nos cuesta desarrollar nuestra capacidad de comunicarnos como seres humanos. Eso aunado a esta esclavitud moderna disfrazada de trabajos que te ofrecen las grandes empresas, y la imposibilidad, sobre todo en los jóvenes, de obtener un empleo digno, que nos va llevando a alejarnos de lo humano, y a pensar en términos de ganancias, dinero y cantidades. Creo que esa suma de elementos llamó la atención del jurado y decidieron premiarla…

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