Historias fantásticas de publicidad y de violencia

En un mundo cargado de signos, la violencia se convierte en un espectacular más de la autopista del consumo

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MLM90725046. La Policía Federal presentó Jaime Cervantes Álvarez, quien fue detenido junto a 10 presuntos integrantes de La Familia Michoacana, a quienes se les aseguró un laboratorio para producir drogas sintéticas, en el municipio de Acuitzio, Michoacán.NOTIMEX/FOTO/GUILLERMO MONTENEGRO/GMM/CLJ/

Ejecutan a 33 personas en el Norte de México”, “Hubo 630 ejecutados en 24 días”, “Escalada macabra de los narcos en México, con nueve descuartizados”. ¿Qué tienen en común estos titulares, con eslóganes publicitarios como: “Ford. Pensados para disfrutar, hechos para durar” o “Una coca al alcance de cada habitante”?

Lo que los une es una “estética de la violencia”, como lo señala Pablo Fernández Christlieb, profesor titular de la Facultad de Psicología de la UNAM. “Estos mensajes forman parte de una atmósfera de violencia, que involucra desde el ataque a las Torres Gemelas hasta el narco, pasando por marido y mujer, porque lo que tenemos ahora es un clima de violencia, no es una suma de muchos fenómenos, y para entenderlo así, desde la psicología social, hay que analizarlo como una estética generalizada de la violencia”.

Según el investigador de la UNAM, tanto el aumento de ataques y ejecuciones perpetradas por los diferentes cárteles de la delincuencia organizada, y reproducidos por los medios de comunicación, como el bombardamento de mensajes publicitarios por parte de empresarios, que quieren posicionar su producto en el mercado, responden a la misma lógica. En cuanto a estos últimos, explica que “en el caso del consumo, producción y propaganda, hay que crear anuncios siempre más impactantes, de ropa y modelos de coches más escandalosos, porque la gente se va insensibilizando ante lo viejo cada vez más rápido, entonces hay que darle para que compre, porque de esto se trata en esta sociedad”.

Por lo que respecta la actuación de los narcos, comentó que “cada vez es de ver cuando es más escandalosa, de cometer asesinatos siempre más emocionantes, más sangrientos, más novedosos y originales, o sea, no es solamente un asunto de venganza, sino de ver si ya logramos apantallar con eso. Baste recordar que la última cifra, desde que gobierna Calderón, es de 13, 911 ejecutados por el narco”.

Estas acciones responden a la necesidad de “superar el performance anterior, hay que hacer otro más impactante”, en una escalada de violencia que, por otra parte, es asimilada con creciente pasividad por parte del público. “Si a todos les gusta el espectáculo en el consumo, y la gente está fascinada con la violencia publicitaria y consumista, no tienen porque quejarse por la otra violencia, es decir, es la misma lógica, después de todo, ¿cuál es la diferencia entre narco que ejecuta, Bin Laden y Al Qaeda, y empresarios agresivos, como ellos mismos se denominan?”. Y agrega: “Esta es la lógica de la sociedad y de la vida actualmente, el consumo y la publicidad son verdaderamente violentos, es decir uno va por la calle y le meten un anuncio por acá, un color gigantesco por allá, y ya no puede pensar en lo que iba pensando, uno se puede mover siempre menos, hay un ejercicio muy fuerte de la violencia en este sentido”.

Esta teoría es compartida también por el doctor Martín Mora, Investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, quien mantiene una estrecha colaboración laboral con Fernández Christlieb. “Si analizas el discurso de la mercadotecnia, está plagado de violencia, es una estética, llevada en el lenguaje, que no es inconsecuente, sino va creando que uno mismo, sin saber por qué, repita estas mismas palabras, y la retórica de los medios y de la gente se llena de terminología agresiva y competitiva, que se usa en el ambiente castrense, como ‘lucha’, ‘vanguardias’ y ‘combate’, por ejemplo”.

Esta estética conlleva un efecto anestésico entre la sociedad, ya que, agrega Mora: “La manifestación de la violencia no tiene punto de conclusión, sino que es inacabable, por lo tanto no hay un momento en que consiga un efecto de saturación y en que la gente se vaya a enojar y empiece a protestar, al contrario, la gente más bien tiende a naturalizar todo esto, por la frivolización con que se presentan los hechos violentos en los medios de comunicación”.

Esta carrera hacia la espectacularización de la violencia, entonces, parece no tener fin, aun así, Pablo Fernández señala que tuvo su momento álgido: “Lo que hizo Bin Laden con la Torres Gemelas, hasta ahora, nadie ha podido superarlo”.

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