Héctor Guzmán

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La dirección de orquesta es una actividad que suele considerarse un territorio distante y extraño, aun para quienes gustan de la música sinfónica. Intérprete central de las partituras de los compositores, el director no sólo se encarga de indicar la entrada de cada grupo instrumental y marcar los acentos dinámicos: su tarea fundamental es la de crear y definir los criterios estéticos que hagan comulgar su propio universo con la composición, su autor e intérpretes. El director de orquesta busca la precisión y, a la vez, dotar de espíritu a la música, al alejar la ejecución del mecanicismo y las lecturas automáticas. También la figura del director representa a un grupo de músicos especializados y el pulso de la dinámica cultural de una ciudad, sobre todo cuando bajo su batuta se encuentra la orquesta más importante del estado.
Héctor Guzmán es director titular de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) a partir del 2004, cuando resultó ganador del certamen internacional Siete directores por una batuta.
Guzmán es originario de Fresnillo, Zacatecas. Egresó del Conservatorio Nacional de Música y luego realizó estudios en la Universidad del Norte de Texas y en la Southern Methodist University. Su formación profesional continuó bajo la guía de Anshel Brusillow (Philadelphia Orchestra), Carlo Maria Giulini (Accademia Musicale Chigiana, Italia), Helmuth Riling (University of Oregon) y el compositor y director mexicano, ya desaparecido, Eduardo Mata. Además de la OFJ, Guzmán está al frente de las orquestas de las ciudades de Irving, Plano y San Angelo, en Texas.

México de mis amores
En un año pletórico de celebraciones por el bicentenario independentista y el centenario de la Revolución, la OFJ abre el 2010 con la temporada “México de mis amores”. Con ese pretexto, Guzmán habla de su carrera y de la música mexicana en un momento en el que el arte se observa a través de un forzado filtro nacionalista.
“Armar un repertorio que recuperara el carácter nacional que hoy se celebra, no fue fácil. Son demasiados elementos los que participan en la determinación y no todos de orden musical. Se decidió por el siglo XIX, que corresponde al espíritu libertario que marcó a occidente. Liszt, Dvorak, Bartok, Chopin, Schuman y Mendelssohn son algunos de los compositores incluidos. Si bien son músicos distintos entre sí, sus trabajos recuperan la sensibilidad de una Europa que influyó a los artistas americanos, concretamente a la música que se hacía en México. En cuanto a los compositores mexicanos, esta primera temporada incluye trabajos de Rolón, la extraordinaria composición ‘La noche de los mayas’, de Silvestre Revueltas; los conciertos para piano y orquesta del maestro Gonzalo Curiel y también el de Manuel María Ponce”.
El alma musical nacionalista ha sido estandarizada por dos grandes sellos. Por el ánimo folclorista del mariachi, y por composiciones como el “Huapango”, de José Pablo Moncayo. Si bien son elementos que se mantienen en el gusto de un sector importante de la audiencia, conservarlos en el repertorio de la OFJ tiene implicaciones, puesto que para otros su inclusión, en el mejor de los casos, reduce la pluralidad de tradiciones y tendencias compositivas que existen en México.
Guzmán explica al respecto: “Armar un repertorio es correr riesgos. Siempre tuve claro que incluir a Moncayo implicaría señalamientos y críticas, pero no sería diferente si dejábamos fuera su ‘Huapango’. El gran reto es el equilibrio, así que decidimos que el perfil de la temporada debería considerar tanto a este compositor como al mariachi. Finalmente son piezas que se suman a un cuerpo. No centramos en ellos la programación. Son apenas toques que hacen crecer la sensación de vivacidad que tiene la música mexicana”.

Composición musical contemporánea
En este momento no se puede hablar de un lenguaje musical contemporáneo, sino más bien de un abanico que cada día multiplica sus posibilidades. Los compositores mexicanos tienen una vinculación estética nacional distinta de la común en el siglo XX. Para Guzmán, actualmente existen grandes músicos mexicanos que crean su obra a partir de universos más globalizados. “En México tenemos construida una identidad histórica a partir de raíces musicales prehispánicas que han sido muy recreadas. Lo que ahora se hace en la música empata más con la dinámica mundial. Hay un desprendimiento positivo de lo que se había reconocido como ‘nuestro’. Las composiciones de los músicos mexicanos actuales poseen una personalidad específica, independiente de la tradición que se popularizó durante las últimas décadas. Las obras de Daniel Catán, Eugenio Toussaint o el compositor de origen mexicano, Robert X. Rodríguez, se abren a formas y matices que se acercan a géneros como el jazz. La misma forma en que coexiste una abundancia de estilos dibuja un perfil interesante y universal en la música mexicana que hoy se escribe”.
Guzmán habla y sus manos siguen el ritmo pausado de su voz. Insiste en el gozo que le produce su trabajo. En este año tiene compromisos con orquestas de España y Alemania. Espera seguir haciendo música que pueda ser disfrutada sin prejuicios. “Mi meta es dejar huella en la OFJ, hacer de ella una gran orquesta”.

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