Granjas sin seguridad para los trabajadores

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Escasas medidas de precaución, falta de protocolos de seguridad e instalaciones inadecuadas que ponen en riesgo a los trabajadores y les ocasionan accidentes laborales fueron detectadas en granjas lecheras de los Altos de Jalisco por investigadores del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA).

Los académicos Sergio Manuel González Rodríguez, María Dolores Ávila Jiménez y Griselda Uribe Vázquez estudiaron las condiciones de seguridad e higiene para el trabajo de 100 granjas lecheras de tipo familiar, tomando como parámetro las normas oficiales mexicanas, además de aplicar 187 entrevistas a personas que trabajaban en éstas para detectar problemas de salud y accidentes laborales en los municipios de Acatic y Tepatitlán de Morelos, en los Altos de Jalisco.

El 64 por ciento de los trabajadores entrevistados tenía entre 10 y 39 años de edad al momento de la entrevista, el resto 40 y hasta 60 años o más.

Los investigadores encontraron en la investigación “Conocimiento, comprensión y prácticas de la seguridad ocupacional en trabajadores de granjas lecheras mexicanas. El caso de Acatic y Tepatitlán de Morelos”, que sólo cuatro por ciento de las granjas tenía acceso a agua potable y al carecer la mayoría de este servicio hay repercusiones sanitarias, tanto para el trabajador como para el ganado. En el primer caso existe el riesgo de proliferación de enfermedades y parasitosis, y en el segundo, infecciones como la mastitis, que podría afectar la calidad de la leche.

Con relación a las instalaciones eléctricas, la normatividad establece que deben estar en buen estado, es decir, debidamente entubadas, señaladas por colores, sobre muros claros que permitan su identificación, con palancas de control rápido. Sin embargo, hay granjas en las que los investigadores no encontraron indicios de que cumplieran con tales señalamientos.

La mayoría carece de servicios básicos y no existe un sentido de prevención o protección de los trabajadores.

Es frecuente que almacenen los productos químicos que utilizan en condiciones inadecuadas y les faltan espacios definidos, seguros y protegidos para el manejo de los mismos. Es común que los guarden en repisas, pequeñas mesas e incluso en sus casas o el lugar en donde se encuentra el forraje.

En todos los espacios visitados constataron que no existe un lugar específico para almacenar o guardar las herramientas. Las mismas regularmente se encuentran en las áreas de trabajo, entre el forraje, los corrales y salas de ordeña.

Entre las normas que deberían seguir en las granjas se encuentran la nom-006-stps-2000, sobre manejo y almacenamiento de materiales; la nom-007-stps-2000, aplicable a actividades agrícolas, instalaciones, maquinaria, equipo y herramientas, y la nom-045-ssa1-1993, referente a salud competente a plaguicidas, productos para uso agrícola, forestal, pecuario, de jardinería, urbano e industrial.

Una de las recomendaciones que sugieren los manuales para el buen manejo del ganado es que toda granja lechera cuente con corrales que permitan la circulación segura, tanto para el ganado como para el trabajador. Recomiendan también que estén en buenas condiciones, es decir, que estructuralmente sean seguras y equipadas con rutas de escape, con puertas y cerraduras accesibles y fáciles de usar.

De las granjas visitadas por los investigadores, 91 por ciento cuenta con corrales y sólo nueve por ciento mantiene su ganado al aire libre.

De las 91 que sí cuentan con corrales, 41 por ciento se encuentran en buenas condiciones, es decir, que cubren los requerimientos mínimos estipulados para la cría de ganado y producción lechera, así como las medidas necesarias de prevención de los accidentes en lo referente a las condiciones de seguridad, higiene y medio ambiente adecuados para los trabajadores, como lo estipula el Reglamento Federal de Seguridad, Higiene y Medio Ambiente de Trabajo.

El estudio indica que alrededor del 59 por ciento se encuentra entre malas y regulares condiciones, señal de que no cumplen con la normatividad establecida.

Consecuencias en los trabajadores
Los trabajadores que laboran en las granjas lecheras no sólo están enfocados al cuidado del ganado, a la ordeña y al pastoreo, sino que también siembran parcelas de donde obtienen el rastrojo, es decir, los restos de la milpa que quedan en el terreno de cultivo después de la cosecha, y que son usados para alimentar al ganado.

Al sembrar parcelas están en contacto con químicos, como herbicidas, pesticidas, insecticidas y fertilizantes, lo que es un factor de riesgo de accidentes que podrían ser prevenidos. También usan químicos para lavar los tanques de enfriamiento para depositar la leche recién ordeñada.

En una de las entrevistas destaca el caso de un trabajador que vertió cloro en una cubeta y no se fijó que contenía restos de químicos utilizados un día anterior, por lo que se formó una nube tóxica que le impidió respirar hasta que abrió las puertas, reporta María Dolores Ávila Jiménez.

Otro caso es el de una persona que al manipular un agroquímico con el tractor le cayó en las bolsas de la camisa y que al concluir su trabajo sintió hormigueo en los labios.

Algunos trabajadores usan cubrebocas para que los químicos no les causen daños y otros ni siquiera eso, ya que reportan que les estorba, cuando la norma establece que hay que utilizar vestimenta y calzado especial, cubrirse la cabeza y usar mascarilla, según sea el grado de peligrosidad.

El manejo de químicos va de la mano con los mitos y creencias. “Algunos les inculcan que los fertilizantes, por ejemplo, basta con que se laven las manos cuando terminen de manipularlos”, explicó la académica, y agregó que hay personas que ni siquiera utilizan guantes.

Los que hacen la molienda del rastrojo están expuestos al polvo que expide este proceso, y muchos desarrollan lo que denominan el pulmón del agricultor, un padecimiento alérgico no infeccioso que afecta el funcionamiento normal de este órgano.

Ellos tendrían que usar una mascarilla especial para ese tipo de trabajo con protección ocular y de las vías respiratorias. Sin embargo hay trabajadores que prefieren prescindir de ésta, ya que reportan que se les empaña la visión.

Algunos trabajadores manejan de manera inadecuada el ganado, lo que ocasiona que sean cornados y pateados por las vacas.

La investigadora detectó que hacen falta protocolos de seguridad que indiquen las medidas de precaución que deben seguir los trabajadores para evitar accidentes laborales y riesgos a su salud.

Existe desconocimiento e incumplimiento de las normas, a lo que se puede agregar falta de inspección de las granjas por parte de la Secretaría del Trabajo.

De los 187 trabajadores entrevistados por los investigadores, 85 reportaron haber tenido accidentes laborales; el 57.6 por ciento, de uno a dos accidentes; 28.2, de 3 a 4; 10.6, de 5 a 6; de 7 a 8, 1.2 y 11 o más, 2.3 por ciento.

Entre los accidentes reportados se encuentran patadas y cornadas del ganado, golpes, intoxicación, caídas, picadura de animales, fracturas, cortadas, descargas eléctricas, mutilaciones y resbalones. Entre las causas de los accidentes que señalaron los trabajadores se encuentran el nerviosismo del ganado; descuido de ellos mismos al realizar su trabajo, mal manejo del ganado y las malas condiciones del área laboral.

Lo resbalones se debieron, entre otras causas, a los pisos lisos, a que los trabajadores no limpian el suelo después de que las vacas defecan o no lo secan luego de limpiar con agua las ubres.

De los 85 trabajadores que manifestaron haber sufrido algún tipo de accidente, alrededor de 75 por ciento requirió atención médica y 25 por ciento aseveró que son ellos mismos quienes han atendido las lesiones que sufrieron, ya que consideraron no requerir de mayor cuidado.

Treinta de los entrevistados reportaron haber tenido algún problema de salud a consecuencia de su trabajo, mientras que 157 expresaron que no han tenido ninguno.

Entre los padecimientos que reportan se encuentran dolores de cabeza, musculares, insuficiencia respiratoria, incapacidad para la movilidad y problemas de la vista; 43.3 por ciento menciona que han padecido lesiones por carga pesada; 26.7 han sufrido intoxicaciones por mal manejo de productos químicos y 20 refiere enfermedades de las vías respiratorias.

Importancia de la industria lechera
El estudio de los investigadores del CUCEA es útil en un estado como Jalisco, que se destaca por su producción lechera, que contribuyó con el 20 por ciento de los 12 mil millones de litros de leche producidos en el país en 2018.

La producción en el estado llegó a dos mil 306 millones de litros en 2017, de acuerdo con información dada a conocer por la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder).

La Unión Ganadera Regional de Jalisco reporta que las regiones principales del estado dedicadas a la producción de leche son la de los Altos, en la que están ubicadas las poblaciones de Tepatitlán de Morelos y Acatic, y la Ciénega de Chapala.

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