Ghislaine Thomas

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Una charla entre aroma a tabaco y el calor de la tarde. La pintora dice en voz baja, casi en un susurro: “Me considero anarquista”. Originaria de Argelia –descendiente de abuelos españoles–, radica desde hace varias décadas en Francia, territorio en el que ha logrado establecer una trayectoria sólida. A través de las artes plásticas, especialmente la pintura abstracta, esta experimentada artista indaga en universos íntimos, y explica que efectúa un trabajo comprometido con ella misma, “sin ataduras”. Exposiciones en Bélgica, Cuba y El Salvador constituyen una parte sustancial en su experiencia profesional. Después de ofrecer un taller para alumnos avanzados, una especie de laboratorio pictórico, Ghislaine Thomas presenta Ondées, serie de óleos que permanecen hasta el 22 de abril en el Centro Cultural Casa Vallarta.

Argelia
Salí del país cuando tenía 15 años. Todavía conservo muchos recuerdos de aquellos momentos. Después trabajé en el oeste de ífrica, como diseñadora, específicamente en un programa de televisión dedicado a los niños. No tengo una explicación clara respecto a la relación de mis vivencias con mi trabajo. Todo se refleja finalmente en las obras. Lo que tengo que decir es sencillamente a través de la pintura.

Ondées
Es una exposición que tardó 45 años en efectuarse. Fue un trabajo muy difícil. La pintura representa esfuerzo. Es una vida de trabajo. Las reacciones son diferentes en cada país, y de eso me alimento: de las impresiones, de los viajes, para después compartir con la gente todas esas experiencias. No se trata de una cuestión política: es únicamente lo que llama mi atención para intentar evolucionar en mi trabajo. Tengo un vínculo particular con ífrica. Es un asunto de raíces, pero también me encanta Latinoamérica: simboliza una atracción llena de calidez, que sinceramente me gusta.

Abstracto
Ese punto de vista –el de los críticos– no me importa. Si tengo algo en mi mente, lo hago. Algunos especialistas dicen que en mi obra recurro a la lírica. Respecto a la reacción de la gente por mis pinturas, me parece que se sorprenden por la calidad y por la técnica que utilizo. Cuando una obra sale del taller, es porque estoy de acuerdo con el resultado final. En Francia conocen mi trabajo desde hace 20 años.

Tradición y soledad
Me gustan las tradiciones mexicanas, en especial el mariachi. La música en Latinoamérica es sinónimo de fiesta, como sucede en Cuba o El Salvador. Para mí un día común representa tomar un café por la mañana. Luego voy al taller y me quedo allí hasta que llega la noche, sin comer, porque si me detengo, pierdo la energía para pintar. Así me quedo en este espacio, sola.

Laboratorio
El año pasado hice algo parecido en El Salvador y resultó una experiencia interesante. Con los alumnos comparto toda mi energía, porque soy una mujer de trabajo: no me quedo en casa. La pintura es un lenguaje complejo. Toma mucho tiempo entrar en una obra y descubrir su esencia.

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