Gabriel Retes

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Trainspotting es la novela afamada y de culto del escritor escocés Irvine Welsh, que fue llevada al cine por Danny Boyle y adaptada al teatro por Harry Gibson, en la que se narra la historia de unos jóvenes que se ven inmersos en la degradación y lucha de su condición de adicción a las drogas, en medio de un ambiente sórdido pero a la vez irónico y trepidante.

Tal adaptación al teatro es la que el cineasta y teatrista mexicano Gabriel Retes montará el próximo 3 de diciembre a las 21:00 horas en el Teatro Diana, en el marco de la FIL de Guadalajara, que tiene como invitado este año al Reino Unido, y en la que se ha anunciado la participación de Welsh.

Gabriel Retes, quien es uno de los pocos y reconocidos cineastas independientes en México, dice que aunque esta obra ya la había presentado con anterioridad años atrás, no había dejado de saltarle en la cabeza la posibilidad de hacerlo por cuarta vez y también de nuevo en esta ciudad, porque la obra le parece plena de vigencia con respecto a la situación del país. Pero también se alegra de que coincidiera con la visita del escritor, quien ha mostrado su interés en verla y realizar una charla pública con Retes, llegada la FIL.

¿Cómo se da el reencuentro con esta obra que ya habías montado en el pasado?
La puse hace quince años, le tengo mucho cariño. Trainspotting es un clásico, y los clásicos aguantan cualquier cantidad de puestas y reposiciones. Las condiciones en nuestro país y sociedad permiten que se haga de nuevo.

¿Cuál es la diferencia con los otros montajes que hiciste?
Cada vez que la leo o monto, encuentro nuevas lecturas y puntos de vista. Me doy cuenta de que nuestra sociedad sigue en el mismo problema, como la inglesa o la francesa. Pero te puedo asegurar que terminando de verla, a nadie se le va a ocurrir meterse en el mundo de las drogas, y es de las cosas que me interesaba mucho reponer.

¿Cómo fue el proceso para montarla desde la primera vez?
Yo ya había leído la novela y había visto la película antes, y les dije a mis actores: “Esto es México o Inglaterra o China”. Como vivimos aquí la hicimos profundamente mexicana, así como me atrevería a hacer un Edipo Rey mexicano o un Otelo mexicano. Los clásicos permiten esa multipolaridad.

¿En la adaptación cambias algo en el argumento o los diálogos?
No. Es lo mismo. Es una historia de amor roto, de aspiraciones truncas, y de supervivencia de los que pueden salir del mundo de las drogas. Hablamos de que estamos viviendo una sociedad muy convulsa y descompuesta.

¿Qué es lo que te identifica con esta novela y sus adaptaciones al cine y al teatro?
La libertad que permite tanto el texto como la puesta. Como teatrista cada vez se me suelta más la mano. Estéticamente tiene muchísimas cosas que voy encontrando con el tiempo. A ese nivel será una sorpresa, de cómo saldrán los espectadores. Van a salir diciendo “Ay, güey, esto de las drogas está cabrón”. Yo no doy mensajes ni en mi cine ni en mi teatro, para eso está internet. Expongo una realidad desde mi punto de vista, y el espectador es el que interpreta y asume.

Sin embargo quieres crear una reacción…
Por supuesto. Mi chamba es agradar al espectador sin concederle nada. Quiero que accione mi público. El texto mismo es crudo y rudo, pero con total respeto por mi espectador, pero sí quiero que salga conmovido y tocado por Trainspotting.

¿En alguna ocasión te han censurado por esta puesta?
Hay una ventaja o desventaja conmigo: que no he permitido a lo largo de mi carrera un solo acto de censura. Me he opuesto a tal grado que ya entendieron y aprendieron a ese respecto, que conmigo es imposible.

¿Hay alguna necesidad en especial de volverla a montar ahora en México?
Tenía muchas ganas de remontarla por todo lo que ha estado sucediendo en nuestro país. Se ha vuelto caótico. Se requiere que el arte apunte. A ver si los políticos tienen la sensibilidad suficiente para darse cuenta de qué estamos hablando.

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