Esteban Krotz

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Para Esteban Krotz, profesor investigador en la Universidad Autónoma de Yucatán, el hecho de que las leyes ahora intenten proteger las lenguas indígenas es un logro que se ha obtenido con una ardua búsqueda de “buena voluntad”, con la que se pretende obtener ciertos privilegios para los pueblos originarios, como el hecho de brindar educación en su lengua. Este tema ha sido la base de su trayectoria en la investigación, pues ha publicado artículos como “Los derechos humanos como logro histórico y como proceso abierto en sentido humano” o “El derecho a la lengua materna como derecho humano”, difundidos en revistas y medios especializados. En su participación en la Cátedra de la Interculturalidad, llevada a cabo en las instalaciones de la Biblioteca Juan José Arreola, Krotz comentó que ahora el trabajo consiste en hacer llegar esa ley a las personas, ya que deben conocerla, pues para hacerla valer “uno la tiene que reclamar”.

¿Ha habido un cambio en cuestión del derecho a las lenguas madres y el derecho de aprenderlas?
Creo que la situación cambió por dos leyes. La Ley de derechos lingüísticos y la constitución de esta ley como parte del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), donde hay una protección del Estado de las lenguas y yo creo que ahora hay que recurrir a esa ley. Antes no había nada de eso, antes era pura declaración de buena voluntad y ahora sí hay una ley que se pueda reclamar. Creo que ese es un paso importante que está a la par de la declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos fundamentales de los pueblos indígenas de 2007, que fue una cosa que tardó casi un cuarto de siglo. Esa declaración sí pone el tema de la lengua como elemento central de identidad, de pertenencia. Se debe traducir esa ley a las diferentes lenguas indígenas, porque muchas veces la gente se desespera porque piensa que no tiene nada que la proteja.

¿Esa ley ya ha sido respetada o utilizada?
Sabemos que sí hay ley, no sabemos si se respete, sino que una ley existente uno la tiene que reclamar. También hay que ver los caminos que hay para reclamarla. Recuerdo en una ocasión que después de una reunión, una secretaria de una institución se me acercó y me dijo que ella se la pasaba entrando y saliendo de la reunión y escuchaba un poco de lo que hablábamos. Me dijo que si hacíamos que se respeten las lenguas madres, ella también iba a admitir que era maya. Lo que nos dice que una persona que sabía perfectamente hablar maya, nunca lo decía porque era una cosa totalmente vergonzosa, a ese grado llega el hecho de la necesidad de un decreto así.

Al ser creada la ley, ¿aún faltan mecanismos que orienten a respetarlas?
La segunda cuestión es que las soluciones a nivel nacional son casi imposibles. Pero sí se puede pensar en soluciones a nivel regiones, por ejemplo en Yucatán un bilingüismo sería factible, sólo serían dos lenguas. Eso no funciona en Oaxaca o en Chiapas. Allá es otra cosa y se tendría que pensar en cómo estructurar instituciones. Otra podría ser una extensión de la beca para estudiantes de CONACyT que aprendan otra lengua y que después rieguen su conocimiento de ese aprendizaje, aunque a la burocracia no le interesa eso, pero aquí lo bueno es que las lenguas entrarían en el campo académico.

¿El objetivo final podría ser fomentar una nación multicultural?
El fin podría ser salvar las lenguas y nutrir un país multicultural, porque todas las lenguas se tienen que actualizar. El castellano de sus abuelos no conocía la palabra computadora, no por ser estúpidos, sino por el simple hecho de que no había computadoras, entonces, con elementos nuevos, obviamente todas las lenguas se tienen que actualizar. En algunos lugares se hacen vocabularios para cuestiones médicas o para cuestiones jurídicas y todo eso se puede hacer en todas las lenguas. Esto nos enriquecería a todos como nación.

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