Érika Vázquez Flores

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Se llama Érika Julieta Vázquez Flores. Es originaria de Guadalajara. Tiene 33 años. Consiguió hace un año el doctorado en ciencias sociales e ingresó recientemente al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), tras ocho años de realizar diversas investigaciones relacionadas con migración, racismo y discriminación hacia las diversas culturas indígenas.
Inició en la Universidad de Guadalajara (UdeG) como profesora de asignatura. A la fecha trabaja de tiempo completo en la División de Cultura y Sociedad, en el Centro Universitario del Norte (CUNorte) e imparte las materias de antropología, derecho, administración y psicología.

No cualquiera entra al SNI, ¿cuál fue tu propuesta de trabajo?
Estuve trabajando alrededor de ocho años con un grupo de antropólogos y filósofos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en varios temas de investigación, la mayoría publicados. Laboré directamente con el antropólogo Horacio Hernández Casillas. Este trabajo realizado en el INAH fue lo que me permitió entrar al (SNI).

¿A qué te obliga?, ¿cuáles son los nuevos retos?
Ya estoy comprometida y con una gran responsabilidad, desde que inicié con esto hace ocho años. Implica entrar a un equipo de investigadores, en donde tienes que rendir cuentas al Estado sobre lo que estás trabajando. Me parece importante que se apoye a los investigadores. Estoy muy contenta de haber ingresado al SNI, porque me va a permitir aprovechar esos programas, porque ha sido difícil hacer investigación. Yo lo hacía por las ganas que tenía de hacerlo.

Vázquez Flores colaboró en 2004, en el libro Migraciones y regresión cultural, “que tiene que ver con la migración de las indígenas de la huaxteca hidalguense a Guadalajara”. Luego se enfrascó en otras investigaciones, que derivaron en su publicación. Uno de esos trabajos lleva por título “Racismo y poder, análisis crítico del discurso en la prensa del siglo XIX”. Un estudio abocado a tiempos más recientes, “tiene que ver con lo imaginario que se ha tenido del indígena en la prensa tapatía, a través del análisis crítico del discurso”.
Da a conocer que en el siglo XIX la prensa escrita se refería a los indígenas con calificativos peyorativos, como “bárbaros”, “brutos”, “salvajes” y “seres ociosos”, entre otros adjetivos. A los yaquis del norte del país siempre se les llamó “bárbaros, con instintos asesinos”. Hubo una campaña de exterminio y se llegó a publicar que “ofrecían 500 pesos por cada cabellera de indio”.
En los diarios menos reaccionarios se encontró un discurso paternalista. “Eran llamados ‘rústicos’, ‘menores de edad’”.
“En el siglo XX se les sigue llamando de manera discriminatoria, pero con más sutileza”.

¿Cuáles periódicos analizaron?
Para el análisis crítico del siglo XIX, los periódicos Juan Panadero, una publicación que empezó a circular alrededor de 1872 y permaneció hasta principios del siglo XX. La Voz de la Patria, una edición católica. Su principal colaborador fue un hombre ilustre: Agustín de la Rosa. Está en la Rotonda de los jaliscienses ilustres. También El Imperio, editado en el periodo de Maximiliano, y otros diarios, como La Prensa y La Voz de Alianza.
El discurso cambiaba según las circunstancias políticas, pero en todos prevaleció la negación del indígena.
En la actualidad, la constante prevalece. La investigadora relató los hechos del 2003, cuando un grupo, sobre todo de mujeres huaxtecas, hacían días de campo los domingos en el parque Rubén Darío, en la colonia Providencia, en Guadalajara. Entonces los diarios El Informador, Público y Mural, reprodujeron mayoritariamente la voz de las quejosas, las que no querían ver en el parque a esa población, con el argumento de “que había degenere, que se portaban mal y que había mucha suciedad”.
Ante la presión que ejercieron algunos organismos no gubernamentales y diversos grupos de indígenas, Público cambió su discurso y empezó a dar más voz a las indígenas.

¿Cuál es la finalidad de estos trabajos?
Demostrar a la sociedad en general que el racismo y la discriminación hacia los indígenas está presente en los discursos políticos y en la prensa escrita, desde el siglo XIX hasta el XXI. El discurso racista existe, aunque en ocasiones no es tan obvio. A través del análisis crítico podemos verlo.

Primera persona

Érika Julieta Vázquez Flores tiene 33 años de edad. Es profesora de tiempo completo en el Centro Universitario del Norte. Desde hace un año es doctora en ciencias sociales e ingresó recientemente al Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

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