Érase una vez un oficio

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enrique curiel en su taller de reparaci—n de calzado

Su oficio es darle vida al calzado. Enrique Curiel Ruvalcaba trabaja desde 1972 en la reparación de zapatos. Está convencido de que si se acaban las suelas, hay que cambiarlas y agrega: “dura más tiempo uno restaurado que uno nuevo”.
El oficio lo lleva en las venas. Su padre era zapatero. Tanto Enrique como su hermano (Jesús) aprendieron en una fábrica que cerró por el ingreso de productos extranjeros. Luego de buscar otros oficios pensaron: “zapatero, a tus zapatos” y terminaron en un taller de reparación. Con el tiempo pusieron uno propio.
Conocida como “la reparadora del Curi” y ubicada a unos metros del templo El Refugio, las labores inician a las nueve de la mañana.
Con carácter serio, el señor platica un poco de sí mismo. No le gusta ser “labioso”, cuando llega un cliente saluda simplemente. Claro, con personas que conoce de mucho tiempo, conversa más. Lo que mejor sabe hacer es su trabajo y su consigna es la calidad; por ejemplo, “buscamos pinturas que no den quejas”.
Enrique Curiel recordó que en la zona había muchas fábricas de zapatos y talleres de reparación, muchos se han acabado. En su caso, aunque ha disminuido el trabajo, resalta “aquí estamos todavía”.
Los meses que le van mejor son noviembre y diciembre. En un día normal pone 20 pares de tapas, tres de suelas y gana entre 700 y 800 pesos. Esto le ajusta para vivir sin lujos con su esposa e hija, además paga la renta del local. Para ayudarse, la esposa vende hot dogs, hamburguesas y lonches calientes en las noches.
Entre calendarios, imágenes religiosas, cacharros y polvo, el hombre cuenta que la gente le ha dejado cientos de zapatos. “Hay personas que a los dos años han venido a reclamarlos”.
Con los ojos húmedos, Curiel Ruvalcaba expresó que no se cansa de su oficio y dijo: “si viviera 300 años, ese tiempo duraría abierto el taller”. Sin ambiciones de ser rico considera que lo mejor es vivir honestamente y de su trabajo. A diario, durante ocho horas, pone parches, tapas y hace costuras.
Tras comentar con orgullo que su hermano y él construyeron máquinas para auxiliarse en el trabajo, lamentó que ninguno de sus hijos siguiera el oficio. “Algunos tienen otra actividad y otros se encuentran en Estados Unidos, pero no saben ni bolear sus zapatos”.

El calzado, de primero al vigésimo primero
El investigador del Departamento de métodos cuantitativos de la Universidad de Guadalajara, Enrique Cuevas Rodríguez, indicó que la estructura de los oficios ha cambiado sustancialmente.
Hace 20 años la fabricación del calzado ocupaba el primer sitio. La actividad se realizaba sobre todo en talleres artesanales y familiares, aunque aclaró, tenían limitaciones en la parte de comercialización, pues elaboraban su producto y lo vendían a las tiendas grandes.
Sin embargo, esta situación ha cambiado y los zapateros, en su gran mayoría, han sido sustituidos por las grandes empresas industriales. Tales modificaciones tienen como origen las transformaciones de la economía tanto nacional como internacional.
“Estamos hablando de que las grandes corporaciones globalizadas, con mayores inversiones tecnológicas y económicas han absorbido y desplazado a los oficios, puesto que es difícil que éstos compitan por los precios, pues no tienen la posibilidad de la compra masiva de insumos”, por ejemplo.
El académico del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA), indicó que de acuerdo con un estudio reciente, hace 20 años los zapateros tenían el primer lugar de ocupación en entre los oficios. En la actualidad tienen el lugar 21. Para el 2006, se dedicaban a esta actividad mil 661 personas.
Indicó que los sastres, modistos y costureras siguen ocupando un lugar importante, porque lograron integrarse a las cadenas grandes como maquiladores. Este sector registraba para ese mismo año, alrededor de 10 mil empleados en Jalisco, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.
Cuevas Rodríguez agregó que en la actualidad, el primer lugar en oficios es el de albañiles, el tercero los carpinteros, seguido por los que elaboran pan, tortilla y repostería.
En el futuro, diversos oficios tenderán a desaparecer, otros serán substituidos y algunos sobrevivirán en condiciones desastrosas, a causa de que no serán capaces de competir con las grandes cadenas comerciales y empresariales, agregó el maestro en ciencias económicas.
Consideró que estas actividades deben prevalecer porque constituyen el primer sostén económico de una familia. “Se fomenta el autoempleo, los micronegocios. Por otra parte, la experiencia, los conocimientos, las técnicas y cultura se transmiten por generaciones”.
El académico del CUCEA concluyó que otra de las consecuencias de este fenómeno, es que muchas personas que se dedicaban a un oficio, “de ser reconocidos como expertos en un área” se transforman en jornaleros, trabajadores a sueldo o subordinados. En el peor de los casos se mantienen en la economía de subsistencia o informal.

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