Entre la sierra y las luces neón

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** TO GO WITH TIJUANA ALMAS PERDIDAS ** A man planning to cross into the U.S. illegally stands near the dry concrete-lined Tijuana River basin, on the Mexican side of the U.S.-Mexico border, in Tijuana, Mexico, Saturday, Aug. 16, 2008. Here in the shadow of the U.S.-Mexican border, the deported, the would be migrants, the smugglers and the drug addicts gather to swap stories and hope for a lucky break up north. (AP Photo/Guillermo Arias)

Un morral con sus pertenencias básicas y tres mil pesos en el bolsillo fueron suficientes para que Mergildo de la Cruz de la Cruz dejará atrás su tierra huichola para emprender el viaje a los Estados Unidos. En Tijuana acordó con un “coyote” pagarle el resto de los 30 mil pesos que le cobró por cruzar la frontera, una vez que comenzara a ganar dólares. Tres años después se liberó de su deuda.
Cruzaron la frontera en la noche, pasaron el día debajo de los árboles, volvieron a caminar y después de tres días llegaron a Los íngeles, en donde Mergildo encontró trabajo en un almacén, seleccionando, limpiando y etiquetando fruta.
Su patrón sabía que era indocumentado, pero lo contrató para ahorrarse un buen salario. Entre 5 y 10 dólares por hora gana un migrante indígena, ejecutando jornadas de hasta 18 horas.
Pero a Mergildo le fue bien dentro de lo que cabe, así comenta su medio hermano. Ahora tiene gente a su mando en el almacén y cada año le aumentan el sueldo, con eso le alcanza para enviar dinero a su familia, que con las remodelaciones a su casa evidencian su beneficio económico.
Mergildo está por regresar. Los indígenas generalmente regresan a su comunidad, no se están fuera más de 10 años. Mergildo es casado y tiene familia en la Sierra Huichola, pero regresará con un hijo de seis años que tuvo en Los íngeles, y que es ciudadano estadounidense y habla inglés. Probablemente le enseñará el idioma y algunas costumbres a sus medios hermanos, fusionando más la cultura.
Desde que llegaron los europeos comenzó la injusticia: despojo, saqueo, guerras, pobreza… dice con un tono irritado el maestro Julio Ramírez de la Cruz, investigador del Centro de Lenguas Indígenas de la Universidad de Guadalajara, y además perteneciente a la comunidad huichola, al norte de Jalisco.
La migración hacia los Estados Unidos ha sido para muchos la alternativa en las últimas seis décadas, a pesar de que con ella venga la explotación, los abusos y la discriminación.
El salario en el país del norte es poco, pero es mejor que en su lugar de origen y los riesgos que corren al cruzar la frontera son más que los que enfrenta cualquier otro mexicano que no sea mixteco, mazahua, maya, yaqui, huichol, purépecha, zapoteco, triqui, o mazateco, etnias que según la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) recurren a la migración.
Según un estudio realizado por el Congreso Federal, un problema al que se enfrentan los indigenas mexicanos es el dialecto lo que provoca que muchos de ellos estén presos. Víctimas de abusos “unos 20 mil indígenas mexicanos se encuentran presos en cárceles de Estados Unidos… son engañados para enrolarlos en el tráfico de drogas”, comentó durante un informe el presidente de la Comisión de Asuntos Indígenas, Marcos Matías Alonso.
El mismo estudio revela que hay un aproximado de 500 mil indígenas migrantes, de los seis millones que según el Instituto Mexicano de Geografía y Estadística (INEGI), existen en México. Oaxaca es uno de los estados del país con mayor número de etnias, es ahí en donde más indígenas abandonan su comunidad. Así lo asegura la investigación realizada por Jonathan Fox, autor del libro Indígenas mexicanos migrantes en Estados unidos. “En la carretera de San Juan Mixtepec, Oaxaca, circulan vehículos con placas de 37 entidades diferentes… de Estados Unidos. El dato ilustra la creciente presencia indígena en la ya centenaria migración mexicana al vecino país”.
Al indígena no le gustan los disturbios, comentó el investigador Ramírez. Son principalmente los conflictos políticos lo que originó la migración en este sector. “Después de la Revolución mexicana hubo problemas de despojo y la Cristiada también les afectó. Con la Cristiada se les roba, se les expropia, hay invasión y muerte”. Fue en la década de 1930 cuando inició la migración en el sur del país, “A ellos los obligaban a integrarse a los grupos de enfrentamiento, por eso huyeron primero los oaxaqueños”.
Principalmente California, sobre todo en Los íngeles; pero también en Florida, Nueva York, Oregón y Washington. Es ahí en donde los indígenas se despojan de sus tradicionales atuendos y de sus dialectos para no ser descubiertos por la autoridad, se alimentan de comida rápida y se funden en una nueva cultura estadounidense y multiétnica.
Las distintas comunidades indígenas en Estados Unidos conviven entre sí y se reconocen como un solo grupo. “Algunos migrantes indígenas mexicanos se organizan como miembros de grupos étnicamente mixtos, bien sea sobre la base de su afiliación religiosa, o la Coalición de Trabajadores”, explica Jonathan Fox en su investigación.
Ante este híbrido panorama, surge la interrogante: ¿Contribuirá la migración a que se debiliten o incluso desaparezcan las etnias en México? Para Jonathan Fox es una posibilidad, “el número de niños indígenas nacidos en Estados Unidos está creciendo, lo que representa la posible desaparición de las lenguas indígenas”. Para el investigador huichol, sería una gran pérdida: “Los débiles sí desaparecen, y los que no tienen bien arraigada su cultura”.

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