Entre el Aleph y el jardín de senderos

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La historia de las bibliotecas responde a un camino de mutación y crecimiento continuo. Desde las primeros espacios hechos para preservar los textos sagrados, las tablillas de escritura cuneiforme de las bibliotecas asirio-babilónicas, hasta el monstruoso proyecto del gigante de la red, Google, de reunir en un solo sitio todos los libros posibles.
La ambición tan humana como imperfecta de tener bajo el mismo techo todo género de libros, se presenta como un retrato de la importancia que los seres humanos demostramos por la cultura de nuestro tiempo.
En un tiempo donde el acceso a internet se amplía y con éste la oferta de libros digitales, ¿existe un lugar para los bibliófilos? A esta pregunta solo es posible responder con un optimista, tal vez. Una próspera empresa española de edición bajo demanda, Bubok, apuesta por una convergencia de los dos tipos de libro y por el predominio del usuario.
El 23 de julio la Biblioteca Nacional de España anunció un acuerdo con la editorial para poner a disposición de los usuarios el servicio de impresión de libros de su fondo histórico, tales como La Celestina o Los desastres de la guerra, de Goya.
Este convenio es un ejemplo de la convergencia de un espacio físico en la red, para ofrecer, siempre con el usuario en mente, ese bien cultural conocido como libro. Una acción tan necesaria como sujeta a los cambios y mediaciones del entorno social del país donde se desarrollan las bibliotecas.
En México, por ejemplo, las bibliotecas aún pugnan por desarrollarse en un marco legal que no corresponde con las políticas públicas impulsadas a favor del fomento a la lectura, y los éxitos obtenidos por la bibliotecología se han dado en el ámbito de la educación superior, como es el caso de la Universidad de Guadalajara.
Así lo explica el maestro Sergio López Ruelas, coordinador de bibliotecas de la UDG: “A las bibliotecas las tecnologías las han beneficiado bastante. Y en América Latina en concreto. A pesar de que seguimos teniendo de manera positiva la presencia del usuario, la tecnología ha beneficiado a la organización de los acervos, la digitalización de obras raras, para en un momento dado facilitar la organización y desarrollo bibliotecario”.
Sin embargo, es necesario el desarrollo de la biblioteca más allá de las paredes de un recinto específico. Así lo demuestra la planeación de plataformas digitales para la organización de libros, y los nuevos horizontes del fomento a la lectura.
Desde que Asinio Polión construyó la primera biblioteca pública del mundo occidental, la discusión de la pertinencia de estos espacios se ha resuelto en torno a la consulta y participación del público. Algo que las bibliotecas han dado en dividir en tres aspectos fundamentales: colección, organización y uso. Directrices que encuentran en el mundo digital nuevos retos, aun cuando los bibliotecólogos del mundo todavía perfeccionan el sistema de las bibliotecas físicas.
Esto lo comprobaron los usuarios del e-book Kindle, de Amazon, cuando dicha empresa tuvo que retirar de sus bibliotecas digitales todas las copias de 1984 y Rebelión en la granja, de George Orwell, porque el intermediario con el cual la empresa realizó negociaciones de la copia digital, carecía de los derechos de la obra.
El periodista del New York Times, David Pogue, lo clarifica con una metáfora: “Como me hizo notar uno de mis lectores: es como si Barnes & Noble (cadena de librerías norteamericana) irrumpiera en nuestros hogares a mitad de la noche, tomara algunos de los libros que hemos leído, y nos dejara un cheque en el escritorio.”
Para el periódico El País (20-07-09), esta acción prueba las deficiencias del sistema de librerías virtuales: “La medida de Amazon puede perjudicar la difusión de Kindle. A diferencia del libro físico, sobre el que tenemos la propiedad de la copia, la acción de Amazon evidencia que el comprador adquiere el derecho a la lectura de la obra, pero no la propiedad de la copia, ya que, como ha demostrado, puede retirarla sin su permiso.”
El producto, el libro, es como todas las invenciones humanas, motivo de perfeccionamiento; también es, como ningún otro, una extensión de su mente. En México la Ley de fomento para la lectura y el libro, firmada por la administración de Felipe Calderón, es el final de un primer esfuerzo por dotar de un marco moderno a la industria del libro y a aquellos que desean fomentar su uso. Tanto, que dicha ley incluye la definición de otros espacios de fomento a la lectura: las salas de lectura, que las define como “Espacios alternos a las escuelas y bibliotecas, coordinadas por voluntarios de la sociedad civil, donde la comunidad tiene acceso gratuito al libro y otros materiales impresos, así como a diversas actividades encaminadas al fomento a la lectura”.
Se espera que el reglamento de la Ley de fomento para la lectura y el libro, esté listo para septiembre, según declaró el director de Ediciones B, Carlos Graef, al diario El Universal (21-07-09). Este marco legal deberá dotar de las herramientas necesarias y de un campo de acción definido a las bibliotecas y a los nuevos acervos digitales, para mantener el espíritu de transformación constante de estos espacios.

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