Entrañable Tabucchi

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Pereira y Antonio Tabucchi (Pisa, 1943-Lisboa, 2012). O mejor aún, Tabucchi y Pereira, personaje principal de Sostiene Pereira (1994), novela de Tabucchi. Pereira es un periodista portugués que se hace cargo de la sección cultural del Lisboa, un rotativo a las órdenes del gobierno en turno. En esa época tiene lugar la dictadura de Salazar, uno de los artífices del Estado nouvo que se vivió en Portugal de 1926 a 1974. Si bien la novela de Tabucchi se ubica hacia 1938, la dictadura era ya un monstruo bien formado. Pero, más que tratarse de una novela política, se trata de un entramado existencial: el de Pereira. Literatura que despierta la conciencia crítica, que plantea preguntas, que, como hizo Pessoa con su poesía, intranquiliza conciencias y desasosiega.
Pereira es un personaje entrañable (entre otras cosas, a Tabucchi se le recordará por Pereira, como a Homero por Ulises y a Rulfo por Pedro Páramo), un hombre que se dice comprometido con la divulgación de la cultura (publica cuentos de autores franceses –católicos todos–, traducidos por él mismo, y efemérides y necrológicas de escritores famosos), pero que de la política, de la dictadura de Salazar, de la Guerra Civil española o del avance del fascismo italiano, no le interesa saber nada. Pereira es un antihéroe que, como muchos de nosotros, vive anclado en el pasado, sacando de allí lo necesario para sobrellevar los días. Poco a poco se verá involucrado con estos temas cruciales, y será un prófugo de la policía de la dictadura salazarista.
No califica como héroe porque es un ser apático, que cree vivir bajo la vigilancia de la policía, y por ello tiene un miedo permanente; y una cualidad de los héroes es no tenerlo. Con todo, al principio, sin ser consciente de ello y hacia el final con toda intención, se suma a la lucha rebelde y mete un autogol a la dictadura, a la que el Lisboa sirve: publica allí una nota sobre la represión de la dictadura: la muerte de su amigo Monteiro Rossi a manos de la policía. Pero tampoco por eso llega a ser héroe. Además, a Tabucchi no le interesaba escribir una historia de heroísmos, sino de las vueltas y verdades de la vida, y, extrapolando tiempos, poner el acento en los vientos que azotaban Europa en ese momento: el nacionalismo exacerbado y una pandemia de xenofobia.
Es por todo ello Pereira un antihéroe, patético pero entrañable, desconfiado pero creyente a la vez, viejo pero rejuvenecido por el contacto con los disidentes, que le insuflan en el alma (en esa confederación de almas que lleva dentro) la semilla de la inquietud. A partir de entonces se desata una batalla en su interior: se opera en él una toma de conciencia que lo conduce a echar abajo sus viejas creencias y a pensar que el mundo puede llegar a ser otro, quién sabe si mejor.
Pereira y Tabucchi. Porque Tabucchi fue como Pereira, o Pereira tenía mucho de Tabucchi: Pereira en el Portugal de Salazar y Tabucchi en la Italia de Berlusconi. Tabucchi se solidarizó con intelectuales y escritores perseguidos y denunció hasta el último momento el abismo al que se estaba yendo Europa, pero sobre todo Italia. En los últimos años publicó un artículo titulado “Vamos a desberlusconizar Italia”, en franca disidencia con la manera en que la política y los negocios se mezclaban en su natal península.
Pessoa y Tabucchi. Porque a Fernando Pessoa le debió siempre mucho. Portugal constituyó su segunda patria: se casó con una portuguesa, vivió y murió en Lisboa y era uno de los grandes admiradores y traductores de la obra pessoana. Además de ello, Tabucchi recurrió a Pessoa como un personaje en Los tres últimos días de Fernando Pessoa (2000) y Réquiem (1992), un ejercicio literario –escrito originalmente en portugués– que da cuenta de un hombre que se cita con el fantasma de Pessoa a la medianoche en un muelle del puerto de Lisboa. Pero toda su travesía es un encontrarse con personajes que estuvieron ligados a él y que están muertos ya. La cúspide de su peregrinaje, sin embargo, por esa Lisboa tórrida, es su encuentro con el poeta lisboeta a la medianoche, al que de algún modo desmitifica y considera el escritor más europeo del siglo XX.

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