Emergencias embotelladas

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CIUDAD Y REGION 090104 ACCIDENTE ENTRE UN CAMION DE LA RUTA 50 DEL TRANSPORTE PUBLICO Y UNA AMBULANCIA EN EL CRUCE DE NI„OS HEROES Y OCHO DE JULIO. EL CHOQUE PROYECTO AL CAMION CONTRA UN POSTE DE ALTA TENSION Y AL DERRIBARLO OCASIONO UN APAGON EN LA COLONIA MODERNA, RESULTARON LESIONADOS DOS MENORES, UN ADULTO (TIA DEL CHOFER PRESUNTAMENTE) Y EL CHOFER DEL CAMION, TODOS ESTOS FAMILIARES DEL CONDUCTOR DE LA RUTA 50 QUE NO SE ENCONTRABA EN SERVICIO. LA COPILOTO DE LA AMBULANCIO TAMBIEN SE REPORTO CON HERIDAS MENORES, ADEMAS DE UN PEATON DEJANDO UN TOTAL 6 LESIONADOS, EN LA FOTO, EL CONDUCTOR DEL CAMION ES ATENDIDO POR LA CRUZ ROJA. FOTO: FELIPE SALGADO

Han tardado más de 15 minutos en llegar? La respuesta brota de la experiencia del paramédico Antonio Morones: “Sí, mucho más tiempo, hasta 40 minutos”. ¿Para llegar o para regresar? “Para las dos”. Esto equivale a casi una hora para brindar los primeros auxilios a un herido y otra hora más para llevarlo al hospital. Las ambulancias en la ciudad están entre un mar de llantas difícil de sortear.
La ciudad creció. El parque vehicular aumentó. El tráfico llegó por añadidura. En las calles, los ciudadanos se quejan del tiempo que pasan sentado ante el volante y hacen corajes por la lentitud con la que circulan. También en las arterías de la urbe los paramédicos sortean la inundación de motores.
Llega una llamada a la cabina central de la base de la Cruz Roja en el Parque Morelos y después suena la chicharra para anunciar la salida de una ambulancia. Se suben dos paramédicos. Uno de ellos conduce y en su cerebro traza la ruta para intentar llegar al lugar del accidente lo más pronto posible. El otro pide más datos sobre a quién irán a atender.
Eliot Vera Delgado es paramédico de la Cruz Roja Mexicana. Él conduce bajo presión. La prisa que tienen los paramédicos no es en vano. Con una ciudad con más tránsito “nos aumenta el tiempo de respuesta, nos tardamos más en arribar, sufre más el paciente y muchas personas no nos dan el paso como debe de ser”, cuenta este joven que brinda primeros auxilios a los heridos.
“Las horas picos” para conducir son a las nueve de la mañana, a las dos de la tarde y a las siete de la noche. El tiempo de ida y vuelta es el verdugo de los paramédicos. Primero la presión de estar rápido para atender; luego, la premura por llegar a un hospital.
Raúl Navarro también es paramédico de la Cruz Roja. Él sabe cómo contener una hemorragia, atender fracturas expuestas y es experto en sortear automovilistas que se paralizan al escuchar una ambulancia.
En la base de la Cruz Roja hay un mapa gigante de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Las rutas están calcadas en el cerebro del paramédico Raúl. ¿Cuáles es la estrategia para evadir el tráfico? Responde con rostro de preocupación: “No es fácil, hay que estar buscando callecitas paralelas a las arterias principales que se encuentran con bastante carga vehicular”. La fórmula insiste este corredor de automóviles de emergencia es: “Rutas adecuadas en un tiempo razonable”.
Los automovilistas se preocupan por llegar ellos primero. La señora de la camioneta quiere recoger rápido a sus hijos de la escuela; el chofer del camión lucha por cumplir el tiempo para cumplir con su ruta; el estudiante va tarde a clase y el ejecutivo tiene clientes esperándolo. Todos traen prisa. La prisa los vuelve egoístas. Se vuelven indiferentes a la ambulancia.
Para conducir una ambulancia, los paramédicos aprenden a manejar “a la defensiva”. Llevan sirena encendida y el conocido símbolo de la Cruz Roja, sin embargo, aclaran que esto no significa que tengan la autoridad para pasar por donde ellos quieran. Lo que un paramédico hace es “la petición de paso”, apelan a que los “buenos ciudadanos” los dejen circular.
“Hay gente que ve un vehículo de emergencia y no se hace a ningún lado”, indignado, Antonio Morones lanza esa frase. El tráfico y la pasividad ciudadana son las principales quejas de los paramédicos. Cuentan que incluso hay quienes esperan que la ambulancia sea la que esquive a los demás vehículos. Cuando la regla de oro para manejar vehículos de emergencia es evitar a toda costa el movimiento en zigzag. Esto no siempre es posible porque durante los embotellamientos los automovilistas no contribuyen para abrir paso a la ambulancia. Las calles parecen estacionamientos gigantes donde la circulación es lenta y tediosa.
El paramédico Morones reconoce que la ciudad tiene más automóviles y reprocha la falta de coordinación vial cuando hay obras de construcción: “Ahora con las obras que se están haciendo con el Macrobús y en el centro de la ciudad, sobre todo que nosotros salimos del Parque Morelos. Se nos ha duplicado el tráfico”.
¿Cuándo deciden circular en sentido contrario por una avenida o una calle? Eliot aclara que “no es muy permitido que digamos, pero se toma como ruta alterna para disminuir el tiempo de respuesta de la unidad de emergencia”. Los paramédicos aseguran que no siempre usan este mecanismo, pero en una urbe con más congestionamiento vehicular, manejar en sentido contrario a la circulación marcada es la única salida.
Entre los paramédicos entrevistados surge una historia que ejemplifica cómo por más que los choferes de ambulancias sean precavidos los automovilistas provocan accidentes. La anécdota inicia así: el paramédico observó hacia los dos lados, estaba seguro que era el momento de cruzar a toda prisa. Una mujer imprudente se pasó el alto. Se estampó a la mitad de la ambulancia en la que viajaban heridos de un choque; minutos después la ambulancia estaba involucrada en otro accidente.
Inevitablemente hay avenidas y calles en las que el tráfico existirá. La recomendación es dejar que pase la ambulancia y orillarse a lado derecho; por el lado izquierdo avanza más fácilmente el vehículo de emergencia. El tiempo es determinante para la atención de una persona. No sólo es el sonido escandaloso de una unidad blanca con la cruz roja impresa, ni la presión de un paramédico, es la urgencia por atender a alguien que quizá pueda ser usted.

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