El último viaje de Kraeppellin

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Flores moradas y rojas, luces fosforescentes brotan de una lámpara en forma de planta, figuras de plástico que simulan simios, marcianos de todas las especies, y un buda en el centro. Es parte del Altar en honor a “un personaje alucinado”, como lo describe su amigo Guillermo Antonio Uribe.
Un trozo de tela de terciopelo roja, se coloca a los costados, en donde los visitantes prenden con alfileres, papeles con sus pensamientos escritos en cuanto a la vida y obra del artista. “Asumiste estoicamente el destino que la vida te dio”; “Vivirás en nuestros corazones siempre”; “Estás viajando ya entre los astros”, fueron algunos, además de la imagen caricaturizada de Juan José ívila.
Los planetas, las drogas, la propia existencia, el delirio… formaron parte de su extravagante entorno. Estudioso de la física cuántica, creyente en la reencarnación y autodeclarado budista. Fue parte de la personalidad del artista que a pesar del reconocimiento por su trabajo en la pintura, hay quienes afirman que su mejor obra fue su vida.
“Me han acusado de violador de menores, de mariguano, de homosexual…”, declaró el propio Kraepellin mientras tomaba una cerveza durante una entrevista realizada por Arturo Verduzco, que se exponía en video como parte del homenaje. Familiares, amigos y admiradores de su obra contemplaban en el video y la naturalidad de su diálogo, algunos reían con cada frase que sin empacho el artista arrojaba: “Las drogas yo las recomiendo muchísimo”, fue una de ellas. En ocasiones, al estar respondiendo a alguna pregunta, después de hacer una pausa, preguntaba él al entrevistador: ¿Cuál era la pregunta?
Un día en la vida de Kraeppellin, es el documental que se expone en el Musa también como parte del homenaje. El artista se levantaba por las mañanas y como parte de sus actividades “cotidianas”, y antes de salir de su casa, pintaba el contorno de sus ojos de negro, comía entre otros alimentos, hojas de elote y emparedados de pastillas.
Pero esas extrañas costumbres eran sólo una de las consecuencia de su genialidad. Más de 2 mil cuadros pintó a lo largo de su trayectoria, hasta que con apenas 61 años, el cáncer de páncreas terminó con su vida, pero no con su obra y su leyenda.

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