El reencuentro de dos mundos

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La Residencia de Estudiantes de Madrid ha hecho confluir, a décadas de distancia, a Chavela Vargas con Federico García Lorca en El ruiseñor y la noche (2014), documental dirigido por Rubén Rojo Aura, que sigue los pasos de Chavela en la presentación del disco homenaje a Lorca, Luna Grande —coincidiendo además con el final de sus días— y en donde la muerte, la música y la poesía se funden en una historia que deambula entre la realidad y la magia, y en la que —fuera de las convenciones documentales— se han intercalado escenas de animación. Una coproducción México-Colombia-España.

¿De dónde surge la iniciativa para el enfoque del filme? Es un documental más de Chavela que mío. Al principio yo sólo sabía que me impresionaba su energía, tan especial, y que como personaje quería trabajar con ella. Cuando le propuse el documental me dijo que sí inmediatamente. Fue de ella que surgió la obsesión por Lorca y nos fuimos siguiéndola a Madrid a la misma residencia donde estuvieron en su juventud Salvador Dalí, Luis Buñuel y Federico García Lorca, a filmar —sin saberlo entonces— el que sería su último concierto unas semanas antes de su fallecimiento. Chavela cuenta en él que cuando ella revivió en la música durante los noventa, después de 20 años de estar fuera del medio, empezó a hacer una gira por España y se hospedó en la Residencia de Estudiantes de Madrid, en la misma habitación donde había estado Lorca. Decía que un pájaro amarillo la visitaba y que hablaba con él de poesía, lo escuchaba tocar al piano y conversaban. Me lo contaba entre una mezcla de recuerdo e imaginación.

¿Desde qué perspectiva confluyen en la cinta dos personajes tan aparentemente distantes? Me fui dando cuenta que sí tenían temas muy cercanos. Principalmente creo que la soledad y una relación muy especial con la muerte. Cuando murió Chavela tras este último concierto en España pensé que iba a ser complicado seguir con la historia, pero en realidad me di cuenta que todo lo que había filmado era un proceso que llevaba hacia eso y que en realidad era un tema constante en su discurso. Al final, el proyecto venía encaminado a la muerte, como una conclusión natural.

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