El planeta que se nos fue

905

Para aminorar los efectos del calentamiento global, es indispensable transformar a escala mundial las maneras de producir los bienes y servicios necesarios para la supervivencia humana. Por ello es urgente cambiar la política neoliberal en la que los intereses económicos están por encima de la conservación de la naturaleza y el medio ambiente, coinciden académicos de la UdeG.
La manufactura de productos para la vida diaria –energía eléctrica, industria de manufactura y de transformación, transportes, etcétera– está centrada en la quema de petróleo y sus derivados, recursos fósiles que generan los gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento del planeta y el cambio climático.
Evo Morales, presidente de Bolivia, es uno de los que han enfatizado en la necesidad de este cambio. En el Foro permanente para asuntos indígenas de la ONU, realizado en abril pasado, llamó a sustituir el modelo capitalista por un socialismo comunitario.
Morales, primer indígena en asumir la presidencia de ese país, señaló que “el sistema capitalista (…) genera sobreexplotación y saqueo de los recursos naturales y los seres humanos, guerras destructivas para conquistar materias primas y mercados, despilfarro de energía, sobre todo fósil, acumulación de basura, chatarra y desechos”.
Para salvar el planeta, dijo, tenemos que priorizar lo que producimos y consumimos localmente, “acabar con el consumismo y el lujo, pues estamos derrochando recursos naturales”.
Por siglos hemos estado acostumbrados al consumo de combustible fósil para la generación de electricidad, el uso de los automotores y el funcionamiento de las industrias y esa es una práctica difícil de cambiar, indicó el doctor en geociencias del medio ambiente, Hermes Ulises Ramírez Sánchez.
El problema, explica, radica en que la economía mundial está basada en el petróleo como única fuente de energía. Desde hace muchos años existen vehículos eléctricos o híbridos que no se producen a gran escala a causa de las políticas económicas que se rigen por el mercado del petróleo.“Cada vez hay una competencia más feroz por obtener este recurso, que es el que marca la pauta sobre las demás líneas de producción, porque para Estados Unidos –la primer economía mundial– junto con Japón, su negocio es comprar y vender petróleo. La familia del presidente George W. Bush es petrolera y su campaña estuvo sustentada por empresarios de ese ramo”.
Para el investigador del Departamento de estudios ibéricos y latinoamericanos, Jorge Ceja, no queda otra alternativa sino cambiar el actual modelo económico que propician la deforestación y contaminación de todos los sistemas naturales.
Refiere que esta transformación será difícil, pues hay grupos de poderosos en Estados Unidos [EE.UU.] y otros países “que se benefician con este modelo capitalista, excluyente y depredador en términos ambientales, políticos y sociales, a los que seguramente no les importan las consecuencias y estarán dispuestos a seguir empujando el modelo con tal de seguir recibiendo las ganancias que tienen”.
Cambios en el consumo
Los académicos universitarios concuerdan en que para lograr dichas mutaciones primero se requiere un cambio en los patrones de consumo de los países del primer mundo.
Ceja subraya un dato que evidencia el despilfarro de los recursos energéticos en los países desarrollados: dichas economías tienen cuatro quintas partes de la riqueza del mundo. Ahí vive sólo 28 por ciento de la población mundial, pero consumen 81 por ciento del gasto energético.
“Es cierto que todos somos autores del deterioro ambiental, pero es claro que hay quienes tienen más responsabilidad en este asunto. Muchos de los problemas vinculados al calentamiento tienen que ver con el derroche de recursos energéticos que se realiza en mayor escala en los países del primer mundo”.
Ante este panorama, la Organización de Naciones Unidas ha tomado acciones para tratar de consolidar cambios mundiales a favor del medio ambiente. Luego de la Cumbre Mundial de la Naciones Unidas para el Desarrollo Sustentable, en 2002, los países aceptaron el Plan de Implementación de Johannesburgo para cambiar los modos insustentables de consumo y producción con programas a 10 años.
En el capítulo tercero de este proyecto, las naciones se comprometen a aumentar las inversiones en producción limpia y eficiencia ecológica, integrar la problemática de producción y consumo en políticas, programas y estrategias de desarrollo sustentable, promover la elaboración de políticas nacionales, regionales y locales ecológicas para el transporte de servicios y reducir al mínimo los desechos.
Las medidas incluyen aumentar la reutilización y el reciclaje de materiales alternativos inocuos al medio ambiente, así como renovar el compromiso de usar de manera racional los productos químicos y los desperdicios peligrosos.
Éste sería el principal cambio: buscar fuentes alternativas de energía que sean limpias. Todo ello implica invertir dinero en investigación y tecnología para sustituir los energéticos fósiles por energías alternativas, recursos que sobre todo los empresarios no están dispuestos a gastar. Pero ante todo, “tendríamos que trabajar en la labor de información para convencer a la gente que debemos utilizar otras fuentes de energía limpia”, señala Ramírez Sánchez. Y continúa: “Todas las industrias pueden cambiar sus procesos y usar la energía eólica o solar, para aprovechar nuestro amplio espectro de recursos naturales. Pueden hacerlo si tienen los recursos y la disponibilidad”.
Sin embargo, la búsqueda de nuevas alternativas debe tener también un equilibrio. Los biocombustibles están convirtiéndose en una medida para no depender del petróleo, pero también dificulta que las cosechas de maíz o caña sirvan para alimentar a las personas, porque los empresarios están privilegiando su venta para producción de biocombustibles, subraya Ceja.
“Tenemos que ver hasta qué grado se está rompiendo ese equilibrio. Aquí tiene que ver el asunto ético. ¿Hasta dónde los gobiernos quitarán a las personas los granos básicos que les sirven para su alimento, para dárselo a los productores privados?”
El investigador enfatiza que es urgente pensar en el mercado justo, pero también en el socialismo, “en un cambio de modelo en el que los bienes tienen que ser compartidos y que no esté sustentado en el egoísmo de unos cuantos a costa de las condiciones de la mayoría”.
Ceja cita al lingí¼ista e investigador estadounidense Noam Chomsky, al afirmar que el futuro de la humanidad depende de las fuerzas que logren luchar contra el neoliberalismo.

Por menos CO2 en el mundo

Este año la celebración del 5 de junio, Día mundial del medio ambiente, estará centrada en los esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Esta campaña, promovida por el Programa de Naciones Unidas para el medio Ambiente (PNUMA) ,se centrará en las soluciones y oportunidades para los países, las compañías y comunidades para eliminar el uso del carbón en sus economías y estilos de vida.
De acuerdo con la información dada a conocer por dicho organismo internacional, las medidas consisten en incluir una mayor eficiencia energética en edificios y aparatos eléctricos, entre los cuales figuran desde focos de bajo consumo, hasta un cambio hacia formas más limpias y renovables de generación de electricidad y sistemas de transporte, así como la utilización de fuentes alternativas de energía, la conservación de los bosques y el consumo ecológico.
Mediante esta campaña el PNUMA exhorta a los países, las empresas y las comunidades a que se concentren en buscar el modo de reducir las emisiones de gases invernadero.

Consumo excesivo

mientras organismos internacionales ecologistas tratan de convencernos de adoptar estilos de vida favorables al medio ambiente, las compañías trasnacionales libran una guerra para vendernos sus productos con la tecnología más novedosa.
Reproductores de películas y música, celulares, televisores, consolas para videojuegos y computadoras son ofrecidos por la mercadotecnia, provocando que los consumidores renueven de manera periódica sus pertenencias sin que haya necesidad de ello.
Para producir dichos bienes es indispensable la utilización de diversos tipos de combustibles. Además, al ser desechados se convierten en basura altamente contaminante.
Según Greenpeace, en México cada año 35 millones de kilos de pilas y baterías van a la basura. El investigador alemán Ruediger Kuehr afirma en el libro Computers and the environment, que al fabricar una computadora con pantalla plana de 17 pulgadas son necesarios al menos 240 kilogramos de combustibles, 22 de productos químicos y mil 500 litros de agua.
Asimismo el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente calcula que anualmente son desechados hasta 50 millones de toneladas de aparatos electrónicos.Sólo en Estados Unidos, entre 14 y 20 millones de computadoras se desactivan cada año. Dichos equipos en su gran mayoría son incinerados, liberando plomo, cadmio, mercurio y otros residuos tóxicos.
La contaminación, la deforestación, la desaparición de especies en los diversos ecosistemas y el calentamiento global son efectos colaterales de las actividades que dan a los consumidores comida, transporte, techo, ropa y bienes materiales.
Estamos regidos por la ley de la oferta y la demanda. No podemos ir contra del desarrollo y la tecnología, pero tenemos buscar que vaya de la mano de la sustentabilidad y el respeto de nuestro medio ambiente. Detener el calentamiento global también depende de nosotros, dice el investigador del Instituto de Astronomía y Meteorología de la UdeG, Hermes Ulises Ramírez.

Artículo anteriorFederico Fong
Artículo siguienteResultados finales de los beneficiados a través del Programa de Estímulos al Desempeño Docente PROESDE 2008-2009