El obispo que fue presidente

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Ousted Paraguayan President Fernando Lugo speaks during a news conference at the Pais Solidario party in Asuncion June 25, 2012. Lugo branded the country's new government illegitimate on Sunday and called for a return to democratic rule following his sudden impeachment on Friday. Lugo, a leftist former Roman Catholic bishop, said his removal from office was "a parliamentary coup against the will of the people" and said he would back any peaceful effort to restore democracy in the soy-exporting South American nation. REUTERS/Jorge Adorno (PARAGUAY - Tags: POLITICS)

Sonríe porque ya no puede rezar. Cargando la derrota entre ceja y ceja Fernando Lugo se presenta ante a un micrófono con papeles vacíos de lo que probablemente se podría decir ante una situación así. El 22 de junio pasado el presidente de Paraguay fue destituido por los senadores con 39 votos en contra y sólo cuatro a favor. El proceso duró un día. El jueves la Cámara de diputados aprobó someterlo a juicio político y el viernes el Senado votó.
¿Por qué lo sacaron de ese modo? Fernando Lugo fue un obispo que llegó al poder en 2008 a raíz de una manifestación que hubo en 2006 contra el entonces presidente Nicanor Duarte Frutos. Lugo ganó las elecciones con el apoyo del Partido Liberal, con el 70 por ciento de los votos, y de una coalición de pequeños partidos. Él nunca fue político pero ganó las elecciones y derrocó al Partido Colorado que llevaba 60 años en el poder.
Durante su mandato se lo acusó de la violencia e inseguridad del país, de nepotismo, viajes sin resultados e hijos no reconocidos de relaciones que tuvo cuando era obispo entre otros asuntos. En el documento que se presentó en la Cámara de diputados aparece la acusación contra Lugo de haber cometido un golpe contra las instituciones y que estaba faltando a la ley. Pero lo que detonó que se hiciera el juicio político “exprés” fue la matanza de once campesinos y seis policías el pasado 15 de junio por un conflicto de tierras en la zona de Curuguaty, Paraguay.
Resguardado en la ley el Congreso asegura que el proceso fue legal. Le bastaron 24 horas para sacar del medio al personaje incómodo que acorralaron y pusieron en jaque.
Héctor Claudio Farina, periodista paraguayo, coordinador de la licenciatura en periodismo del Centro Universitario de la Ciénega y doctorante en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara, comenta sobre la legalidad de lo ocurrido: “En la constitución actual paraguaya no hay una reglamentación del tiempo para la defensa. Fue una simple votación política, no fue juicio. La constitución es clara: no da tiempo”.
Federico Franco era una alianza fuerte que Lugo tenía cuando subió a la presidencia y es quien lo terminó dejando solo. Franco, el vicepresidente traidor, es el actual presidente que asume ante un gobierno de Lugo se había ido debilitando y un congreso que había ganado espacio y cada vez más poder.
Farina analiza: “Franco tiene un desafío difícil: gobernar un país dividido, durante trece meses antes de entregar el poder en agosto de 2013. El desafío es aún mayor si pensamos que no llegó al poder de la mejor manera, que fue apoyado por 39 senadores que votaron por la destitución de Lugo y que muchos de ellos son señalados como corruptos e impresentables. Franco tiene un respaldo popular limitado y debe gobernar en medio de un proceso electoral, de agitación en la comunidad internacional y con un tiempo demasiado corto como para lograr un cambio importante frente a gobiernos anteriores”.
Los presidentes de Argentina, Ecuador, Venezuela y Colombia sentencian como golpe de Estado lo ocurrido. Asimismo Alí Rodríguez Araque, secretario general de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), expresó “Solidaridad al pueblo paraguayo y el respaldo al presidente constitucional Fernando Lugo”. El Mercado Común del Sur (Mercosur) suspendió a Paraguay de la cumbre que tuvo lugar en Mendoza, Argentina, del 25 al 29 de junio el pasado.
Frente a esto Farina opina: “No creo que podamos decir que sea un golpe de Estado en el sentido tradicional, sino que es un golpe político oportunista. Lo curioso es que las acusaciones nunca fueron probadas. Lugo no tuvo habilidad política y desoyó los pedidos de sus aliados liberales, que se convirtieron en sus verdugos”.
Por otro lado José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), leyó la declaración de la organización donde establece: “Tenemos un principio de la no intervención, los únicos que pueden resolver esta crisis son los propios paraguayos”.
Reporteros con voz entrecortada, el destino incierto de qué hará o a dónde irá Lugo y rostros de una sociedad rebasada por la incertidumbre. El ahora ex presidente deja un tono de desilusión en la sociedad al comportarse sumiso: “Me someto a la decisión del Congreso”, aseguró en su discurso de despedida.
El obispo que fue presidente fue, o muy puro como para soportar el peso de los delitos del país, o muy tonto como para no crear alianzas en su santo mandato. “Esta noche salgo por la puerta más grande de la patria”, se despidió sonriente.

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