El misticismo de la velocidad

689
Ayrton Senna at Formula 1 - Testes in Nurburgring, Germany in 1984.

La voz de la hermana de Ayrton Senna se escucha en off (como la de todos los personajes del documental) y explica lo que éste hizo la mañana de su muerte, el 1 de mayo de 1994, en el Gran Premio de San Marino. El piloto brasileño se despertó y leyó al azar un pasaje de una Biblia que se encontraba en su habitación. Gran creyente, el tres veces campeón del mundo se encontró con una frase que sería una premonición: “Y recibirás la gracia de ser como Dios”.
Trabajo preciso y técnicamente perfecto, Senna, del director inglés Asif Kapadia, es un trepidante viaje a través de la trayectoria de uno de los pilotos de Fórmula 1 más admirados y queridos en la historia de este deporte. Elegida por el público como mejor documental en la pasada edición del Festival de Sundance, la edición, la música y sobre todo el uso de imágenes estrictamente de esa época, le da a la cinta la textura de un tiempo que parece muy lejano, donde los rostros, los gestos, los guiños y las lágrimas se nos presentan más reales en su imperfección. Es con estos elementos que la seductora personalidad de Ayrton Senna se magnifica en la pantalla. Su sonrisa de eterno adolescente contrastan con la dureza de su gesto durante los extenuantes trances de sus carreras. Destaco la escena que recupera su triunfo durante el Gran Premio de Brasil en 1993, cuando la caja de velocidades de su auto se estropea y él tiene que correr buena parte de la carrera con el sexto cambio. Motivado e incapaz de abandonar la competencia, gana como siempre corriendo al límite y con un esfuerzo tan extraordinario que termina contracturado de los brazos sin siquiera poder levantar el trofeo ante la numerosa torzida que lo vitoreaba.
Otras secuencias emotivas se rescatan durante los duelos que tuvo con la otra gran leyenda del automovilismo, el piloto francés Alain Prost. Competitivos y geniales, ambos conductores se enfrentaron siempre al filo del reglamento, convirtiendo sus duelos, primero en la escudería McLaren y luego en diferentes firmas, en un drama aderezado por los medios y seguido por millones de personas que llevarían a la Fórmula 1 a consolidarse como un espectáculo muy redituable. Prost siempre acusó a Senna de llevar su velocidad a niveles suicidas y de poner en riesgo la vida de los demás competidores. El nativo de Sao Paulo, por su parte, siempre se sintió menospreciado por el poder político de Prost y las decisiones en su contra que incluso llegaron a quitarle un campeonato del mundo.
Ayrton Senna, como lo muestra el documental de Kapadia, fue un ídolo en el Brasil pobre y menospreciado de principio de los 90. Su personalidad parecía aislarlo del odio y del amor de sus enemigos y seguidores. Una especie de santón conduciendo a cientos de kilómetros por hora. La mirada en éxtasis, acelerando en las curvas que el común de los pilotos respetan en demasía. Con el instinto de supervivencia adormilado, siempre en el punto sin retorno y cerca de incendiarse, consciente de su muerte, pero incapaz de alejarse de su trágico sino, que por momentos parecía intuir. Su epitafio resume su filosofía y explica su mística como ser humano: “Nada me puede separar del amor de Dios”.
Y así corre Senna como un ícaro mecánico, pensando en Dios pero al mismo tiempo retándolo de manera infinita.

Artículo anteriorDICTAMENES DE ADMISIÓN CORRESPONDIENTE AL CICLO 2011 B
Artículo siguienteConvocatoria para la Elección de Consejeros académicos y alumnos al H. Consejo General Universitario