El miedo es grande

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Don Gianantonio Allegri ha conocido de cerca a Boko Haram. Lo ha visto en los ojos de los desplazados cameruneses llenos de terror, huyendo de la frontera con Nigeria, en una de las zonas más pobres de África; en los chicos de 15 años que lo vigilaban con nada más una Kaláshnikov y una cantimplora; lo escuchó en los rezos al Corán de los milicianos. Este cura originario de Vicenza, ciudad del noreste de Italia, fue secuestrado durante dos meses —del 5 de abril al 31 de mayo de 2014— por el grupo terrorista islámico, que actualmente ha llamado a la atención mundial por sus atentados, el horror que está sembrando en el norte de Nigeria, y por desafiar al gobierno central al buscar independizarse y fundar un califato.

Al grito de Allahu akhbar (“Dios es grande”, que tristemente ha resonado hace poco en las calles de París en el atentando a Charlie Hebdo) han perpetrado en las últimas semanas diferentes masacres en el norte de Nigeria, en las que han utilizado incluso niñas-bombas. Una kamikaze se hizo explotar en un mercado de la ciudad de Maiduguri, el pasado 10 de enero, provocando 19 muertos; y pocos días después otra, en la ciudad de Postikum, con un saldo de 3 fallecidos y más de 40 heridos.

Pero la masacre que más ha llamado la atención, es la que los milicianos de Boko Haram han perpetrado en Baga, donde, según testimonios de sobrevivientes, han matado a la gente “como si fueran insectos”.

De acuerdo a Amnistía Internacional los muertos podrían ser 2 mil. “Cuando me escapé, pisé a cadáveres por varios kilómetros”, relató un habitante que se resguardó durante tres días en un escondite de su casa.

Pero el fenómeno Boko Haram no es nuevo. “Creo que empezó en 2009 el nuevo Boko Haram, porque existió a partir de 2002”, dice Don Gianantonio, que ya había estado en el norte de Camerún anteriormente, de 1991 a 2002. Sin embargo, en un principio no tenía reivindicaciones religiosas, y según el cura, tampoco ahora son la cuestión fundamental. “El objetivo principal es el de llegar al poder en Nigeria, proponiéndose como califato para buscar apoyo externo”.

El norte de Nigeria, de mayoría musulmana, es la zona más pobre, en contraste con el sur próspero y cristiano. “Tienen motivaciones para desestabilizar el gobierno central de Nigeria, tanto políticas como económicas”, sobre todo si se toma en cuenta que en este año hay elecciones presidenciales y que el mandatario actual, el cristiano Jonathan Goodluck, se presenta por tercera vez, cuando había un acuerdo en la élite política de que se diera alternancia entre presidentes de las dos religiones. Pero la lucha de Boko Haram no parece estar favoreciendo al candidato musulmán, un general del ejército, sino más bien a Goodluck: por eso muchos opinan que éste no está interviniendo para frenar a los terroristas.

Por otra parte, ni tendría la capacidad: “El ejército no tiene las armas para enfrentarlo. Cuando los ven llegar, huyen”, explica Allegri. “Se dice en la prensa camerunese, que el Boko Haram haya tenido el apoyo de los militares musulmanes, y que luego se le escapó de las manos”.

Y por otra parte, las principales víctimas de Boko Haram son los propios musulmanes que viven en el norte de Nigeria. “Ellos se manifiestan como movimiento religioso, de fundamentalistas islámicos, pero en realidad están saqueando y atacando también a musulmanes, no es una guerra de civilizaciones. Quieren hacer ver que lo que hacen es porque son islámicos, pero en la realidad  la suya es una búsqueda de poder. No es lucha al Occidente, sino una lucha interna del Islam, entre fundamentalistas y moderados. Somos enemigos externos, pero no los primeros”, dice.

Y también ya están intentando expandirse, en particular hacia el colindante norte de Camerún. Allí el 60 por ciento de la población aún es animista, hay un 25 por ciento de musulmanes y un 15 de cristianos. “Antes, en esa zona, el poder lo detentaban los musulmanes, a pesar de ser minoría, pero luego hubo un gran diálogo entre cristianos, musulmanes y animistas, que favoreció la colaboración en la promoción humana y un diálogo interreligioso”, dice Don Gianantonio, y ejemplifica que “en nuestra misión teníamos 490 niños, de los cuales el 25 por ciento eran musulmanes. Hay una convivencia pacífica y de respeto”.

Boko Haram está  intentando cautivar a las poblaciones locales, como hace en Nigeria: “Hacen presa en los jóvenes cameruneses, pues se habla de que 500 o 600 de ellos, o tal vez más, han entrado en Boko Haram o por voluntad o por dinero. Es una zona sin oportunidades y perspectivas para el futuro, y menos aún en Nigeria”.

Incluso, dice, en Camerún hace poco se encontraron dos campos de adiestramiento, con un total de 80 niños de los 7 a los 15 años, que habían sido vendidos a Boko Haram por sus padres.

Comenta que, frente a la indiferencia del comité de seguridad de la ONU, que no se ha expresado al respecto, esto se está convirtiendo en un conflicto regional: “Ya no es el grupito terrorista en el norte de Nigeria, sino que se está expandiendo, atacando al Camerún, entran a las aldeas para saquear comida y bestias, luego secuestran personas”.

“La gente tiene miedo”, agrega. “En toda la franja de la frontera, además de los aproximadamente 18 mil refugiados nigerianos en los campos de la ONU, en su mayoría musulmanes, hay miles de cameruneses desplazados que dejan sus casas en las comunidades cercanas a la frontera”.

En su caso, en su particular “infierno” (junto con otro cura italiano y una monja canadiense), como describió su cautiverio, tampoco hubo motivaciones religiosas, sino económicas y políticas. “Habían descubierto un cargamento de armas para Boko Haram, que venía del Ciad y dirigido a Nigeria, por lo que se esperaba una represalia, pero nunca pensamos que nos tocaría a nosotros. Querían intercambio de los rehenes con las armas”.

Por eso, concluye: “Algunos de los guardias tenía el celular, y se la pasaban viendo videos de batallas o de gente predicando el Corán. Pero cuando veían eso no estaban tan interesados en rezar. Decíamos que para ganar la guerra bastaba lanzar celulares, no bombas. Y esto a pesar de que Boko Haram está en contra de todo lo que es occidental, que es pecado, pero la tecnología occidental la usan, como los celulares, las cámaras y las armas”.

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