El fuego acecha a La Primavera

1007
Foto: José María Martínez

“¿Quién estuvo primero en el planeta: el fuego o el hombre?”, cuestiona el académico del Departamento de Producción Forestal de la Universidad de Guadalajara, Agustín Gallegos Rodríguez, y responde: la tierra “siempre ha estado sometida al fuego”, el cual forma parte de la dinámica de la vida.

Dicho elemento puede convertirse en una herramienta para el manejo de ecosistemas forestales si hay una perspectiva ecológica, y si es cumplida la NOM 015 sobre el uso del fuego en estas zonas, entre otras condiciones. Sin embargo, en México, nueve de cada 10 incendios tienen causas humanas: accidentes, negligencias e intencionales de provocarlos.

El país ha registrado dos mil 530 incendios forestales en 31 entidades —del 1º de enero al 7 de mayo de 2015—, que han afectado 31 mil 320.99 hectáreas, según la Comisión Nacional Forestal. Para este año, Jalisco se ubica en octavo lugar, con 128 incendios, mientras que está en el tercero por superficie afectada, con 2 mil 271.00 hectáreas.

En el bosque La Primavera, los incendios en los últimos tres años fueron a la baja, entre otras razones por la falta de combustible, como ramas, y hojarascas. Este año se han registrado 37, la mitad de los contabilizados en 2014, según el Organismo Público Descentralizado (OPD) bosque La Primavera (bLP).

Incidencia y zonas rojas
Decretado como área protegida en la categoría de flora y fauna (marzo 1980), que abarca 30 mil hectáreas, el bLP registró de 1998 a 2012, 32 mil 823 hectáreas quemadas a causa de 10 siniestros, de acuerdo con el estudio “Efecto de la recurrencia de incendios forestales en la diversidad arbórea”, realizado por académicos y estudiantes del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA).

El trabajo, publicado en la Revista mexicana de ciencias forestales,  detalla que los siniestros de mayor magnitud y afectación a superficie fueron en 1998, 2005 y 2012. “En 2005 y 2012 se registraron las áreas más afectadas, con 26.5 por ciento y 24.9 por ciento, respectivamente”.

En las últimas décadas, los incendios con mayor superficie afectada tuvieron una recurrencia de siete años, lo que habla de una “alta incidencia” de fuegos, expresa Gallegos Rodríguez. Al analizar información del Comité para la administración del bLP, hay de 800 a 900 hectáreas que han sufrido tres episodios de incendios de magnitud elevada, lo que ha ocasionado su limitada regeneración.

El OPD ha identificado áreas de mayor riesgo en el oriente, por Arenales Tapatíos y el Colli, a causa de la “alta incidencia de vandalismo y tiraderos clandestinos de basura”, explica el director de Conservación y restauración de este organismo, ingeniero Teódulo Franco Martínez. Al poniente, hacia Tala, por los cultivos de caña de azúcar, mientras que al norte, cerca de la La Venta-La Primavera, por los visitantes.

Sobre el cambio uso de suelo, dice que se mantiene en lugares puntuales por las prácticas agrícolas.

Composición arbórea y resiliencia
En la investigación universitaria fue analizado si tras un incendio la composición arbórea es la misma o si cambia: “Encontramos que la diversidad no se ve afectada en gran medida. Aproximadamente 60 por ciento de las especies son las mismas”.

El bosque, compuesto por encinos y pinos, tiene “buena” capacidad para responder a los incendios. “El Quercus resinosa tiene una gran respuesta. Tras un siniestro, de 15 a 22 días ya hay brotes, posiblemente hasta de medio metro de altura”. La dinámica del Pinus oocarpa es distinta, aunque sí tiene la capacidad de brotar. No obstante, por la recurrencia de incendios, la recuperación natural no es “tan rápida ni significativa”, precisó Gallegos Rodríguez.

Franco Martínez asegura que el fuego es parte de la dinámica de los bosques, pero no cuando éste es provocado. Afirma que el bosque se está recuperando, por ejemplo, donde había manchones de encino ya hay presencia de pinos. “Eso de alguna forma ayuda a reconformar la masa”.

Sobre la efectividad o no de la regeneración, opina que varía: en lugares aislados es más rápida, mientras que en los cercanos a zonas urbanas, “brota vegetación secundaria, que es invasiva y provoca mayor riesgo de incendios”.

Artículo anteriorAcuerdo No. RG/003/2015
Artículo siguienteLéaLA