El fracaso del neoliberalismo

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Es necesario repensar el orden mundial. El capitalismo y su lógica de acumulación del mismo han llevado a extremos de pobreza a todo el planeta. Ya no son las fórmulas de la libre empresa las que sacarán a los países de esta crisis, afirmó Mario Nájera Espinosa, profesor investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, quien participó en el III Foro Economía Política Internacional.
El académico de la UdeG participó como ponente, en el marco de la XXII Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
No hay planeta que resista la desaforada acumulación de capital. No hay materias primas en la Tierra que provean de más riqueza y más ganancia a las empresas multinacionales. El neoliberalismo llevó a aplicar recetas que terminaron por destruir la cohesión de los Estados.
La economía mundial del dólar como patrón de cambio está en crisis. Un nuevo orden mundial debe ser materia de discusión y especialmente quiénes son los habilitados para su consecución. En 1944 el debate fue de los vencedores en la contienda de la Segunda Guerra Mundial, quien llevó la batuta fue Estados Unidos, que actualmente se asume, igual que siempre, como el ordenador del mundo capitalista.
“Es tiempo para pensar de otra forma, en superar al neoliberalismo y el capitalismo. Buscando en regiones distintas del planeta que están surgiendo más allá y en contra del capitalismo”. Las respuestas a la crisis deben encontrarse al margen de los responsables. Ellos no deben decir cómo resolverla porque ellos han sumido al planeta en esta gran crisis económica y de poder.
”La receta era gobiernos flacos adelgazados y libre empresa fuerte, pero ésta acudió al gobierno para que la salvara. Esto lo vimos en el país de donde salen las recetas neoliberales. ¿Seguiremos aceptando que los que rigen la economía estén esperando fórmulas del Norte? ¿Continuaremos creyendo a los formados en Harvard y en Yale? ¿No hay en nuestras universidades suficientes cuadros críticos que nos ayuden a encontrar soluciones propias a nuestros problemas?”

¿Reformar el FMI?
Son los pueblos emergentes quienes han sufrido la expoliación, sujeción y cambios de gobierno violentos gracias a los intereses de los consorcios mundiales, quienes deben decir de dónde deben surgir las nuevas propuestas. “No sólo se trata de dar posibles soluciones y ensayarlas, sino también preparar a la gente para ponerlas en práctica”.
Más que reformar el Fondo Monetario Internacional, los países pueden organizar respuestas similares a las que trata de dar Bolivia al retirarse del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones, un organismo ligado al Banco Mundial; o la de Ecuador, con la auditoría de la deuda pública. “Es decir, aplicable a gobiernos que obtuvieron préstamos de organismos agiotistas como el Fondo Monetario y el Banco Mundial y que dentro de un ámbito de corrupción dilapidaron esos recursos. Eso para hacer responsables a los culpables de las deudas y debacles de las economía”.
Ya no se vale que un presidente formado en una universidad estadounidense pida un préstamo, lo dilapide, lo invierta mal, lo deje a sus amigos, lo inyecte a las empresas que quiebran y después sea pagado con el dinero de los impuestos. “Ese ciclo se ha repetido muchas veces”.

No hay que mirar al norte
El investigador lamentó que no haya en el país un gobierno responsable que mire a sus vecinos centroamericanos para formar un mercado común a semejanza del Mercosur. “Nuestros gobiernos siguen apegados a las fórmulas estadounidenses de manera vergonzosa. Hay que diversificar los negocios. Mirar también a Europa, Asia y nuestros vecinos del sur”.
Desde el siglo XIX es conocida una de las fórmulas para que los países débiles no caigan en las trampas de los fuertes: la diversificación de los acuerdos comerciales. A problemas propios hay que buscar soluciones propias, “pero eso es muy difícil de aplicar si nuestros gobernantes son socios de las multinacionales, entonces ven por sus intereses”.

Educación individualista
El académico de la UdeG detalló que por tres décadas ha imperado una educación individualista en muchas universidades, una formación lejos de todo interés colectivista, de toda solidaridad. “Tendríamos que volver a pensar incluir materias y planes de estudio que se han esfumado”.
Hay reformas educativas que destruyen la cohesión humana, de solidaridad entre las academias, grupos de las universidades y colectividades. “Lo que se hace es formar personas egoístas, separadas del compromiso social”.

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