El fin del «yeah baby!»

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Una mujer con su pareja se sienta en una de las últimas butacas del Cineforo. Después del primer corto sobre cine pornográfico femenino, ambos tienden una sudadera blanca que los cubre desde el pecho hasta las rodillas. Ese fue sólo el día de inauguración del ciclo Cine y sexo, la mirada femenina, presentado en el Cineforo de la Universidad de Guadalajara. Durante cuatro días las proyecciones que subieron el termostato del cine, mostraron la pornografía en un lugar abierto, revelando que esta importante arma de educación sexual no debe guardarse en un cajón bajo llave.
El ciclo, con proyecciones de cineastas estadunidenses y de países nórdicos, como Jennifer Lyon Bell, Candida Royalle, Tristan Taormino, Liandra Dahl, Ingrid Rydberg, Erika Lust y Marit í–stberg, ofreció una mirada femenina a la sesgada visión que históricamente han mostrado los hombres sobre la pornografía, en donde la mujer es considerada un objeto.
La iniciativa del colectivo Ensamble húmedo, que viene de llenar salas en la Ciudad de México, fue apoyada por la Cineteca Nacional, el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) y Conaculta, entre otras instancias.
Desde hace más de 30 años la pornografía en el cine dio un giro con la aparición de mujeres como Annie Sprinkle y Candida Royalle, a las que luego se sumó Erika Lust, que plantearon mostrar el placer desde lo que a las mujeres les gusta, desde el derecho que tienen a explorar su placer, a ver pornografía y a disfrutarla. Esta corriente de los años 80, que nació en Estados Unidos, sostiene que las mujeres se excitan de manera diferente que los hombres y que necesitan otros ingredientes para que una película de cine porno cumpla con el efecto deseado.
La cineasta sueca Ingrid Rydberg, especialista en pornografía queer, feminista y lésbica, estuvo presente la noche de la inauguración y compartió, junto con el colectivo Ensamble húmedo, la recepción del público tapatío para este ciclo.
Sobre la sesión de preguntas y respuestas que Rydberg tuvo en medio de la proyección de Dirty diaries, filme en el que participa con el corto “Phone fuck”, comenta: “En la Ciudad de México muchas mujeres en la audiencia se mostraron valientes y contaron historias personales sobre pornografía y sexualidad. Aquí en Guadalajara la mayoría de los que hicieron preguntas fueron hombres, aunque este es un cine enorme, de más de 500 personas. Eso requiere que tengas que tomar valentía para hablar. Como 10 hombres hicieron preguntas, buenas preguntas, pero cuestiones más técnicas e intelectuales, más distantes. Me sentí como: ‘vamos mujeres, tengamos una charla’. Creo que sólo tres mujeres hicieron preguntas. Y esa fue la diferencia.
“Esto prueba lo importante que es crear espacios para que las mujeres puedan expresarse en la sexualidad. Aquí los hombres dominaron la discusión. Creo que no entendieron que esto era, en su mayoría, para mujeres. No pudieron quedarse callados. También existe el pensamiento de que las mujeres deben ceder su voz pública a los hombres y permanecer en silencio. Pero eso no sólo pasa aquí, sino en todos los países”.
Marianna Palerm, del colectivo Ensamble húmedo, afirma: “La pornografía es consumida de manera masiva. No es que estemos exhortando al público a la pornografía: ya la ven. Existen muchas pornografías. El chiste es aprender a distinguir entre unas y otras. Hay pornografía que tiene una propuesta sexual positiva, y hay otras en las que el papel que le dan a la mujer es el de un mero objeto. Para muchísima gente es el referente en educación sexual. Tenemos que empezar a ser críticos y a revisar esos contenidos. No se trata de censurar, sino de hacer cosas que tengan calidad y que sean trabajos éticos. Hay una enorme diferencia en el trabajo que hacen estas directoras y el trabajo común y corriente del porno industrial. Este es un trabajo ético. Hay una visión política, una intención narrativa y una intención estética”.
Ante la pregunta de la existencia del cine comercial y el cine de autor en esta categoría, Palerm señala: “El trabajo que hacen muchas de estas directoras no tiene ninguna intención económica. Es un trabajo por convicción. Las mujeres hemos tenido pocas posibilidades de hablar de nuestra sexualidad. Creo que resulta urgente que las mujeres nos permitamos explorar y experimentar el placer y en nuestras propias reglas, no en los estereotipos de género, en los que nos dicen cómo tenemos que hacerlo. Creo que hemos crecido, en muchas generaciones, con vergí¼enza, con culpa y tenemos que luchar contra ello. Tenemos que propiciar el diálogo y poder hablarlo entre nosotras”.
El objetivo del ciclo es difundir la mirada femenina sobre un tema que mundialmente se conoce a través de los ojos del hombre, en el que la mujer es el objeto de deseo que sólo cumple la función de gritar: “Yeah, baby!”

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