El festín de los muñecos

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Siluetas de cartón articuladas, figuras de madera con ojos de cristal y manos expresivas —de felpa y rellenos de plumas u objetos comunes con voz propia—, los títeres han sido, junto con la máscara, uno de los elementos más antiguos y representativos del teatro. Hace ocho años, Miguel Ángel Gutiérrez, acompañado de los miembros del taller de títeres Luna Morena, decidieron sumarse al aún pequeño grupo de creadores que se aventuran en la gestión para dar vida al “Festín de los Muñecos”, un festival internacional dedicado exclusivamente al teatro de títeres.

El camino ha sido difícil, sin embargo los resultados son visibles en la cartelera escénica de Guadalajara, donde cada vez es más común ver apuestas artísticas cuyos protagonistas son los muñecos, mismos que del 19 al 25 de octubre tomarán las calles y distintos foros de nuestra ciudad para celebrar su fiesta.

Cuando se organiza cualquier evento cultural en México, partimos de la certeza de que los recursos son escasos y tampoco existe la seguridad de recibirlos en el tiempo y la forma inicialmente pactados, además de saber que se enfrentará un tormentoso proceso administrativo. En ese contexto, para Miguel Ángel Gutiérrez la realización de este festival “es una obsesión romántica por un suceso de origen noble.

Efectivamente, el campo de la gestión es penoso, desde hace ocho años no parece haber beneficios para proyectos culturales, al contrario; no obstante, el acto escénico es un arte importante, como convivio, es un estabilizador social”.

Explica que “como creador nos permite difundir las obras de nuestra Compañía y permite que el teatro de títeres sea reconocido como un lenguaje escénico valioso. El Festín de los muñecos ha ayudado a los títeres a reconquistar un espacio de credibilidad entre el medio artístico, el institucional y el público. Ha demostrado la fuerza de este lenguaje ancestral y su vigencia contemporánea. Como Luna Morena, nuestra ganancia es el interés creciente y el respeto hacia nuestro arte, que aunque es de origen trashumante, ha llegado a los foros teatrales más importantes. Por otro lado ha logrado proyectarnos en el orden internacional generando sinergias con artistas, grupos y gobiernos de otros estados del país e incluso internacionales, con los cuales han nacido otros proyectos”.

En la actualidad, en las artes escénicas conviven de forma paralela diferentes formas y tendencias de presentación y representación. Desde el teatro escolar, el amateur, hasta las formas más profesionales pero ceñidas a la tradición representativa, así como la llamada escena expandida y el teatro posdramático; en todas ellas los títeres, ya sea como muñecos que cuentan historias o como objetos cuya presencia participa de una instalación significante, ganan espacio, se legitiman ante la audiencia y ante quienes dentro y fuera de las instituciones aportan recursos. Sobre esto Gutiérrez tiene clara la importancia del Festín: “Una de las mayores razones de hacer el festival es que se fortalecen las relaciones con otros creadores, se entra en un marco de convivencia, discusión y reflexión profesional enriquecido por la presencia de artistas internacionales. Podemos encontrar coincidencias y divergencias en nuestras búsquedas estéticas, en el discurso creativo, compartimos procesos de creación, conocemos otras formas de ver y hacer teatro. Creo que la importancia de que un artista sea quien gestione el evento es que su organización se enfoca en resultados a nivel cualitativo y humano, más que en cifras”.

En esta edición participan compañías locales, nacionales, así como de Quebec y España.

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