El entierro del mal humor

Durante diez el Carnaval de Autlán es un maratón entre jaripeos, música de banda, taquitos bailes, cerveza, mezcal y tequilas. Muchas ganas de divertirse y una buena condición física son indispensable para no perderse ninguno de los eventos que propone la nutrida cartelera

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Durante los últimos meses del año, e incluso desde antes, la gente de Autlán y la región espera con ansias el Carnaval; hacen planes e incluso algunos ahorran, porque participar en esta fiesta implica dejar de trabajar, si no todo el Carnaval al menos unos días, adquirir boletos de entrada a espectáculos, traer dinero para gastos estrictamente indispensables como cerveza o licor y comer en la calle y, por supuesto, para estrenar ropa y calzado, si se puede diario mejor.

Durante el periodo de Carnaval cambian las prioridades, los horarios, las costumbres ¡pero eso no importa, es Carnaval! Para qué llevar a los niños a la escuela si son pocas horas y además se cruza con eventos… eso sí hay que ponernos todos guapos para asistir cual pasarela de modas a la Plaza de Toros.

Un poco de historia

Las fiestas de Carnaval de esta ciudad se realizan desde el siglo XIX, sin que se tenga registro alguno de cuándo iniciaron, y durante muchos años fue fiesta local. Actualmente viene gente de toda la república y de Estados Unidos, principalmente, y alguno que otro invitado de otro país. Los hoteles de la zona costa de Jalisco ofrecen un paquete de un día, ida y vuelta, a los turistas para que conozcan y participen en las fiestas.

Durante mucho tiempo el periodo de celebración fue diez antes del Miércoles de Ceniza (fecha católica), que luego se alargó al sábado anterior en que abre el festejo un espléndido desfile llamado “Entierro del Mal humor” al que luego se agregó un jaripeo nocturno el mismo día. A partir del año pasado se sumó el viernes anterior en que se inaugura el “Callejón de la Alegría”, popularmente conocido como “Callejón del Vicio”.

Meses antes el Ayuntamiento nombra a un equipo de personas que conformarán el Patronato Organizador y que trabajarán gratuitamente por el pueblo. Ya organizados, publican una convocatoria para participar en el Certamen de Reina del Carnaval, en el que antiguamente participaban dos gremios, Pollos y Choferes, pero el año anterior se eliminó esta costumbre para permitir que se abriera a más chicas. Ellas trabajan con distintas estrategias para conseguir fondos económicos a favor de causas sociales y en un principio ganaba la que más recaudaba. Ahora en cambio se gana participando en finales, como cualquier certamen de belleza.

El primer domingo de enero también gozamos de un hermoso desfile llamado “Anuncio del Carnaval”, seguido de un jaripeo y una corrida formal de toros, todos estos eventos son gratuitos. En algunos casos ya están completos los carteles para esta fecha y ya se anuncian espectáculos.

La experiencia de vivir el carnaval

Vivir la fiesta a fondo es cansado, es un reto, es casi un maratón y hay que estar en forma; en un día normal, después del desayuno te pones guapo, jeans-botas-camisa de cuadros-lentes oscuros, corres a conseguir las entradas ¿ya las tienes? Te reúnes con los amigos cerca de la Plaza de toros ya que hay que ganar lugar en el jaripeo de toros de reparo —que por la mañana se le llama “Toro de Once”—, porque se llena la plaza. ¿Te pusiste bloqueador solar? Si no ya verás las consecuencias, ropa negra, piel llena de ampollas ¡todo el mundo lo sabe! A la pasada compras un sombrero vaquero ¿entramos? Los que faltan que nos alcancen, les reservaremos lugar ¡ahora sí a disfrutar!

El ambiente es muy festivo, y conforme te acercas y tan sólo al entrar escuchas ya la banda con las canciones de moda y empiezas a calentar el ritmo con algunos pasitos “Pero en la parranda la otra me encanta…”. ¡A cantar y bailar! Conseguimos lugar todos los cuates juntos y buscamos al cervecero y pedimos la primera muy fría, una ronda para todos. En el ruedo el ambiente inicia con el ambientador nombrando a cada uno de los jinetes del día y pide aplausos para el ganadero que prestó sus toros de reparo, sólo por presumir.

Y así sin sentarnos, bailando y cantando, aplaudiendo a los jinetes por su valentía en el ruedo, gritando en sus caídas, sin perder de vista del otro lado del ruedo al que nos roba el sueño, y ocho toros después y ocho cervezas, hartos de sol tenemos que salir de la plaza antes que los demás para ganar buen lugar en el “Recibimiento”, aunque no falta quien diga que no nos preocupemos, que ya hay un comisionado apartando mesa de pista.

Nos reunimos afuera y alguien negocia con una de las decenas de bandas que vienen desde otras partes de Jalisco, de Zacatecas, de Michoacán y nos vamos bailando tomados del brazo seguidos de la música de cerca hasta el lugar del Recibimiento, aunque sean dos cuadras, no importa. Otra comisión para comprar las entradas y la primera cubeta de cervezas ¡Tantos años de experiencia y no conseguir mesa de pista sería el colmo! Aquí estamos en primera fila y ya está tocando la banda. Buscamos con la mirada pareja para bailar, un guiño a lo lejos y ya está. Y para descansar nos sentamos un poco y pedimos tacos dorados para comer, cubiertos de col picada finita y bañada en salsa de jitomate muy condimentada.

Vemos el reloj ¿ya son las cinco? Tenemos boletos para la corrida formal y hay que llegar temprano para ver la entrada de la candidata a reina y sus manolas, las tres chicas que la acompañan, y observar la suerte con el mantón de Manila. Luego empieza la fiesta brava, por fin estamos sentados descansando ¡qué bueno que compramos con tiempo el paquete de los boletos para todas las cuatro corridas!

En el lado de sol de la plaza toca la banda del ayuntamiento, se oyen pasos dobles y por supuesto la gente pide «Viva Autlán» que acompañamos aplaudiendo con ritmo ¿qué tomamos? Hay que llamar al señor de las copitas de mezcal, pedir caña en pedacitos con mucho chile y guámaras ¡qué no falten!

Aunque el carnaval se anuncia como taurino, en realidad es una fiesta sólo asistir a la Plaza de toros, es divertido ver las familias, a los que vienen del Norte que teníamos un año sin ver; en fin ¿a dónde iremos al salir? Tenemos que ponernos de acuerdo, ya sea quedarnos en el “Callejón del vicio” con un litro de tequila, refresco y hielo en medio del círculo de amigos y “agarrar” la banda, o ir una discoteca… o las dos cosas. Al fin y al cabo la familia está en el evento cultural en el centro, o paseando a los niños en los juegos mecánicos, o comprando chácharas en el jardín.

Hacia las 11:00 de la noche regresamos a la Plaza de Toros, para poder llegar un poco tarde tuvimos que comprar boletos numerados, más caros pero tendremos lugares seguros ¿Qué vamos a disfrutar? No lo sé, no lo recuerdo, ¿qué día es hoy? ¿Una gran banda, un cantante de banda, un jaripeo nocturno? ¡Qué importa! De nuevo lleno total. Dicen que esta plaza tiene el récord de llenarse tres veces al día y de la mayor venta de cerveza en un día. Quién sabe. A las tres de la madruga llegamos exhaustos a casa a dormir porque mañana se repite y así son los diez días… por eso digo que se necesita condición física.

 

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