El cuerpo como vehículo

1109

Llama poderosamente la atención en la obra de Javier Marín la unión del arte clásico griego y romano, son obras no únicamente monumentales, sino piezas pequeñas que recuerdan a las que se hallan en los caminos en cualquier ciudad europea, sobre todo en París o la propia Roma (o incluso en los jardines o las calles del viejo centro la ciudad de México), pero también se puede admirar una modernidad, ¿cómo se logra esa conjunción de corrientes artísticas?, le preguntamos al artista michoacano.
“El clasismo en mi obra no es más que un truco para hacer que la gente voltee, porque en realidad —dice— no tengo mayores estudios, ni mayor conocimiento de ninguna expresión del arte clásico, ni mucho menos renacentista; el clasismo llega a mí, como mucha gente lo ha dicho, a partir del arte de la caja de cerillos Clásicos donde se pueden ver algunas obras, pero no tengo mayores profundos de ello…”
Agrega que todo el arte se puede encontrar en la propia publicidad, ya que “está en un espectacular de un anuncio de champú que se apoya en un estudio de la belleza clásica, y donde se puede admirar la composición más adecuada…
”Es por allí que muchas veces mi obra toca el arte antiguo, y muchas formas de arte…; yo creo que mi trabajo resulta contemporáneo porque proviene justamente de esto: de un ojo que mira en este instante la realidad…”
La obra escultórica de Marín está expuesta desde hace unos días en el Museo de Arte de Zapopan (MAZ), y se logra observar, en la disposición de la misma, una especie de espectacularidad que sin embargo consigue armonizar con la propia naturaleza de cualquier espacio…
“Sí, estoy de acuerdo, creo que me gusta que si son cuerpos en realidad lo parezcan, no obstante, si observamos bien lograremos ver que esos cuerpos están muy desproporcionados y son raros, pero sí, hay una intensión de naturalidad que tienen que ver sobre todo con la propia naturalidad de los cuerpos y no con los modelos de los mismos, ni en su expresión, ni los gestos o sus movimientos…”

Su obra tiene mucho de escénico, ¿cómo se logra que tenga una presencia una escultura de esta naturaleza?
No ha sido intencional, pero muchas veces relacionan mi trabajo con el de un escenógrafo, con lo escénico, el teatro; pienso que el acontecimiento tiene que ver con un particular gusto por el asunto de las artes escénicas: el teatro, el cine y la danza. Quizás por ello algunas veces construyo escenas, personajes o incluso instantes coreográficos. En otro sentido creo que también son las coreografías que nosotros mismos nos imponemos. Todos tenemos movimientos o gestos, aprendidos y deliberadamente ejecutados…
¿Qué tan importantes es para usted la anatomía, pues sus obras recuerdan a los estudios y a las obras de Leonardo y Miguel íngel?
Más que la anatomía para mí son importantes las referencias a los maestros, una referencia que no busco, pero que surge naturalmente y que, sin embargo, respeto y permito que anide allí. No hay en mi quehacer ninguna pretensión anatómica, ni tampoco un estudio profundo de ello, creo que es bastante natural en mí y, por otra parte, totalmente improvisada. Te digo que si un músculo le falta a alguna de mis esculturas, lo pongo; y si me sobra, se lo quito. Pero no sé si de verdad existe, simplemente lo utilizo.

El cuerpo y su ausencia
A la pregunta directa sobre el significado que tiene el cuerpo para Javier Marín, responde de inmediato: “El cuerpo es mi vehículo, mi existencia física.
”Yo existo en este mundo, en este universo bidimensional o tridimensional gracias a mi cuerpo. Parece obvio, pero si yo no tuviera cuerpo, no estaría aquí parado conversando: así de importante es el cuerpo, y de básico también”.

¿Y la ausencia del cuerpo qué es para ti?
Yo creo que tiene que ver con lo que para todos tienen que ver las ausencias: pienso en este momento en la idea de dejar de ver a alguien y el hueco que nosotros mismo generamos; la incisión que generamos a nuestro paso por la vida, una huella, una marca, dijéramos un vacío por nuestro vacío que de pronto alguna vez llenamos y que sigue allí. Yo diría que todo lo que dicho antes se resolvería recordando que todo sería la presencia de la ausencia…

¿Te significan los cuerpos de los otros, a tu paso por las calles?
Son muy importantes, pues yo soy un mirón, siempre estoy con mis ojos en los demás. Siempre estoy chocando: y encuentro allí una mirada, unas manos, una expresión, un cuerpo completo. Creo que soy un poquito más mirón que los demás, pero todos somos mirones, puesto que siempre estamos pendientes de los demás y nos gusta saber si estamos en los otros. Posiblemente yo sea, por mi propio oficio, más fijado en los cuerpos y sus expresiones. Creo que soy un poquito más mirón que los demás…

Artículo anteriorReglamento del Programa de Estímulos al Desempeño Docente de la Universidad de Guadalajara
Artículo siguienteDictamen de Centros Universitarios Calendario 2009 A