El bronce surrealista

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El bronce fue la primera aleación (cobre y estaño) obtenida por el hombre. Debe ser por eso que las últimas piezas creadas por la artista Leonora Carrington fueron en este material, que con acertada mezcla representa las aristas más significativas de la creadora: rebeldía y surrealismo.
Onirismo en bronce es la muestra que está presentando el Centro Cultural Casa Vallarta. Cuenta con 10 piezas, realizadas entre 2010 y 2011. Las mismas fueron presentadas en el Museo Iconográfico del Quijote, en Guanajuato y en la galería del Centro Cultural Manuel Gómez Morín, en Querétaro. Luego de su estancia en Guadalajara, estos animales y seres imaginarios seguirán su camino hasta Mérida, Yucatán.
El 25 de mayo se cumplió un año del fallecimiento de la artista Leonora Carrington, nacida en Inglaterra (y mexicana adoptiva desde 1942). A sus 94 años, se fue dejando un legado que abre las ventanas de la imaginación. Estas piezas forman parte de la colección del arquitecto Alejandro Velasco, fundidor de las esculturas de Carrington durante 27 años.
Las inspiraciones de Carrington tenían origen en dos corrientes: los mitos celtas, con los que estaba relacionada desde pequeña, y los sueños que imprimía al plano real. En sus obras se pueden apreciar, siempre visibles, las manos de los seres imaginarios, amplias, abiertas en casi todas sus esculturas. Son unas de las pocas, sino las únicas, partes del cuerpo humano que “retrata” reales, entre cabezas de ciervos, elefantes, gatos, pájaros y alguna que otra forma geométrica.
Los ojos de sus esculturas siempre están vacíos, como si reflejaran el vacío de lo que vivió, de lo que escapó y de lo que, más tarde, tuvo como pesadillas.
Para quienes gustan de historias de mujeres bravías, trabajadoras y rebeldes, Leonora Crrignton es todo eso y más. Durante el movimiento surrealista convivió con artistas como Joan Miró, André Bretón, Pablo Picasso y Salvador Dalí.
Además de pintora y escultora, fue escritora de libros como La trompeta acústica y El séptimo caballo, en los que retrató su faceta de humor negro e ironía, sus reclamos para con los sistemas de gobierno y su constante riña por cortar con las imposiciones sociales, sin dejar de lado sus mundos y personajes imaginarios.
Carrington es considerada la representante más importante internacional del surrealismo ortodoxo, junto con Remedios Varo.
Se dice que todos los artistas genios suelen tener una historia tormentosa, traumática y exótica detrás de sí. Carrington no fue la excepción. A los 20 años ya era pareja del pintor surrealista franco-alemán Max Ernst, 27 años mayor que ella. Su relación sólo duró un año. Ernst fue encarcelado durante la invasión de Alemania a Francia, en la Segunda Guerra mundial y Carrington sufrió un desequilibrio emocional a partir de esto. Su historia es narrada brillantemente en la última novela de Elena Poniatowska, Leonora.
Carrington intentó convencer al cónsul de la embajada británica de que la Guerra Mundial respondía a un acto hipnótico realizado por Hitler y la CIA. Luego de esta declaración hay distintas versiones de quién lo hizo, pero fue encerrada en un manicomio del que logró escapar y guardar en su mente marcas que éste dejaría en ella. Luego de la huída la artista se refugió en la embajada mexicana, en donde pudo exiliarse hasta llegar al país en que dejaría su vida y obra. Aquí creó lazos intensos y duraderos con la también pintora surrealista Remedios Varo, además de coincidir con Luis Buñuel, Frida Kahlo y Diego Rivera.
En esta exposición podemos ver con claridad lo que Elena Paniatowska relata en su libro en una charla que Carrington mantuvo con su madre cuando era pequeña:

—Yo sé que soy un caballo, mamá, por dentro soy un caballo.
—En todo caso eres una potranca: tienes los mismos ímpetus, la misma fuerza, te lanzas sobre los obstáculos y los brincas, pero lo que yo veo frente a mí es una niña vestida de blanco con una medalla al cuello.
—Estás equivocada, mamá, soy un caballo disfrazada de niña.

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