El bracero no tiene quien le escriba

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La esperanza es que nos paguen algún día”, menciona con voz cansada y tono de resignación Salvador Cuevas González, uno de los más de dos millones 500 mil mexicanos que trabajaron con el gobierno estadounidense en los años 40 y 50, pizcando frutas y legumbres o en el tendido de las vías del ferrocarril en el vecino país. Hoy, con los malestares de la tercera edad, lucha porque le paguen el dinero prometido y que como ex bracero le corresponde.
Los trabajadores migrantes debieron recibir una aportación económica extra por parte del gobierno de Estados Unidos, compromiso que hizo con el gobierno mexicano durante la presidencia de Manuel ívila Camacho. Los dólares acumulados por los campesinos al reducirles 10 por ciento de su salario fueron entregados al gobierno mexicano pero nunca llegaron a manos de los ex jornaleros.
Hace más de medio siglo, el señor Salvador trabajó durante cinco temporadas de 45 días cada una en Fresno, California, en la pizca de algodón, chile y tomate específicamente. Tuvo que abandonar a su familia en Zacatecas para irse a trabajar. Su analfabetismo no le dejó otra alternativa. “No había más trabajo, estábamos como estamos ahorita con el ‘presidente del empleo’. Algunas veces te pagaban bien pero era según el mandamás, ya que hay unos muy groseros y son mexicanos”.
Hoy, a dos meses de cumplir 80 años, con una memoria un tanto confundida que no le permite recordar con exactitud aquellos días en Estados Unidos, no sabe cuánto dinero le deben. “Nunca nos dijeron nada. Es lo que quedaba yo creo como en fondo. De todos modos han de haber mandado buena feria pero la están trabajando yo creo”.
También originario de Palacio, Zacatecas, José de Jesús Bañuelos es otro de los ex braceros que no pierden la fe en que pronto le paguen.
A sus 86 años, su paso lento lo lleva una vez por mes a las oficinas de telégrafos con la esperanza de que la Secretaría de Gobernación le haya girado los 38 mil pesos que le corresponden como ex trabajador migratorio de la Secretaría de Gobernación, los cuales dice, “los usaría para comérmelos, aunque no me durarían mucho así como está de gruesa la comedera”.
En 1957 y 1958 trabajó cinco meses cortando uvas y anillando su tallo, después pizcando tomate maduro cerca de Sacramento. Con lentes oscuros que impiden ver sus ojos y portando un sombrero tipo “Sahuayo”, cuenta que los domingos vende discos piratas en el tianguis del Baratillo. La música de Los Alegres de la Sierra y los mil 500 pesos que recibe como pensión por parte del seguro social lo ayudan a sobrevivir.
El señor Salvador y don José de Jesús, únicamente cuentan como documento oficial con un formato de la Secretaría de Gobernación del Fondo de Apoyo Social a Ex trabajadores Migratorios Mexicanos de 1942 a 1964, foliado con la fecha del 17 de diciembre del 2008.
“En esa fecha fue cuando nos dijeron que en enero nos pagaban. Se llegó enero y luego febrero y marzo y después no dijeron que hasta junio y hasta ahora nada”, explica José de Jesús y recuerda que dicho documento lo obtuvieron cuando la Secretaría de Gobernación convocó a ex braceros de Jalisco para que acudieran a registrarse.
En aquella convocatoria, los miles de ancianos que acudieron denunciaron que durante el tiempo que permanecieron haciendo largas filas en la calle padecieron la carencia de baños públicos, de asientos y de lugares sombreados, así como del maltrato del personal.
El pasado 3 de julio, el Diario Oficial de la Federación publicó la Trigésima relación de apoyos programados del fideicomiso 2106 del fondo de apoyo social para ex trabajadores migratorios mexicanos. Dieron a conocer a 2 mil 575 beneficiarios del “apoyo social”, quienes sólo recibirán 4 mil pesos cada uno, aún cuando meses antes se dijo que serían beneficiados con 38 mil pesos (a pesar de que la Unión de Braceros Mexicanos sostiene que la cantidad que les corresponde es superior a los cien mil pesos).
Además, según fuentes no oficiales de la oficina de Telégrafos ubicada en Palacio Federal (encargada de recibir los giros provenientes de la Secretaría de Gobernación), a la fecha unos 700 ex jornaleros han recibido su pago de 38 mil pesos. A esta oficina de telégrafos a diario llegan en promedio diez ex trabajadores con la esperanza de recuperar su ahorro.
Mientras su salud se los permita, el señor Salvador y don José de Jesús prometen seguir visitando la oficina de telégrafos. Su esperanza no muere, aún cuando en su última visita la encargada de una de las ventanillas del Sistema de telecomunicaciones de México les advirtió: “Dicen que lo que quieren es esperar a que se enfermen o se mueran para no pagarles”.

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