El baile del pájaro urbano

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Le seguí la pista a Quetzal desde la vez que pisó el escenario del Laboratorio de arte Variedades del Municipio de Guadalajara, no era la artista principal ni siquiera telonera. Estaba ahí como espectadora del grupo Havikoro, agrupación de bailarines de breakdance originarios de Houston, Texas, que viajan por el mundo llevando un mensaje de “¡Sí al baile, no a las drogas!”.
Estos bailarines durante el concierto defendieron la cultura del hip hop y el break. Rick, tomó el micrófono para decirles a los chicos (de la colonia Santa Cecilia) que aprendan el arte de las calles, que se reúnan en las esquinas para compartir pasos y trucos; que la mota y las tachas sólo acaban con el cuerpo de los buenos bailarines.
A pesar de que han bailado en 35 países del mundo como Rusia o Japón, modestos dijeron: “Nosotros sabemos poco de breakdance, súbanse a enseñarnos”. Los bailarines del barrio formaron dos filas, una de hombres y otra de mujeres. Comenzó el duelo. Primero los hombres, jóvenes musculosos que presumieron pasos sorprendentes, aunque nada extraordinarios. Después, las mujeres que se movieron como si bailaran un vals. Los asistentes esperaban que la última mujer, Quetzal fuera a repetir el aburrimiento.
Todos nos equivocamos. Ella estiró los brazos, inclinó la cabeza al estilo chica de barrio, movió las piernas, dio un brinco y acabó de cabeza mostrando su ombligo. Silencio por segundos hasta que se escuchó: “Se los chingó, se los chingó, es más cabrona que ustedes”. Los bailarines de Havikoro quedaron boquiabiertos. Ella se levantó, sonrió y salió del escenario. La seguí.

El vuelo de Quetzal
Así llegó el encuentro con esta bailarina de 24 años y con seis de ellos en la pista. Cuando empezó a bailar se dio cuenta que su nombre de pila era insípido y poco creativo, por eso decidió autobautizarse como “Quetzal”, porque “es como volver a nacer, cuando empiezas a bailar empiezas una vida nueva”.
Al teclear el nombre de esta b-girl (alguien que baila break) en YouTube hay videos que demuestran su destreza para contorsionares. Quetzal tiene el cuerpo atlético, cabello negro, piel blanca y ojos cafés que tienen una mirada más profunda con el delineador negro. El día de la entrevista la encuentro en el kiosko de Plaza Independencia con las piernas abiertas para calentar los músculos.
El piso de la plaza, resbaloso y brillante sirve para que las piruetas salgan mejor. Detiene con sus manos uno de sus pies, sin soltarse da vueltas, se acomoda sobre un brazo y extiende sus piernas, su ombligo coqueto se asoma y parece un ejercicio de yoga o de un circo. Ella diseña diferentes rutinas porque la monotonía la agobia, por eso eligió bailar breakdance: “Cualquier bailarín de ballet hace lo mismo en el breakdance, puedes ser único”.
Quetzal es originaria de Morelia donde intentó bailar breakdance, pero el ego, la envidia y el machismo de los b-boys no le ayudaron porque “como mujer nadie te toma en serio porque piensan, ‘no lo vas a lograr’”.
Sin embargo, comenzó con videos tutoriales después conoció al b-boy Kikis, su maestro y novio. Él lleva 12 años bailando, por eso detrás de cada buen salto de Quetzal están los ojos de él.
Kikis creyó en su talento y aunque muchos b-boys no transmiten los conocimientos a las mujeres, él vio en ella la creatividad y hambre de ser única en la pista. Quetzal se entrega en el baile por eso se ha quebrado la nariz, dislocado el codo, el hombro y la muñeca, fracturado la rodilla y hasta quemado y raspado las manos.
Pero que Quetzal baile breakdance no sólo implica romper con ideas machistas con los bailarines de este género, sino con sus padres, porque pensaban “que bailar esto es algo de cholos y estás en un mundo lleno de drogas”. Cuando en realidad, para bailar necesita buena salud, comer bien y hasta evitar desveladas.
Esta bailarina tiene un cuerpo hiperflexible, esto le permite desarollar una actividad que era restringida a los hombres. “No es muy común. En México hay muy pocas mujeres que bailan breakdance, a diferencia de otros países como España, Finlandia y Estados Unidos”.
Quetzal quiere su propio vuelo con maniobras arriesgadas, así como lo hizo aquella noche rodeada de bailarines famosos como Havikoro, que le acabaron rindiendo pleitesía.

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