El agrio Günter Grass

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Una larga vida, como la del escritor Günter Grass que duró casi un siglo, le ofreció la oportunidad de tener una existencia rica en contrastes y vivencias que le exigieron una extrema energía y le dieron templanza, en un vertiginoso siglo como lo fue el veinte.

De padre alemán y madre polaca, Grass nació en Danzig, Polonia, en 1927, y a los once años —como muchos de los jóvenes de su generación— formó parte de las Juventudes hitlerianas, durante la efervescencia de la Segunda Guerra mundial. La experiencia de la guerra fue su gran tema, y de allí surgió la llamada “trilogía de Danzig”: El tambor de hojalata (1959), El gato y el ratón (1961) y Años de perro (1963). Aunque escribió poesía, teatro y ensayos también, quizás estas novelas iniciales fueron las más célebres en su bibliografía.

El tambor de hojalata tal vez sea su obra maestra y, en todo caso, la novela más recordada por el grueso de los lectores; de ésta y otras de sus historias —en las que reflexionó sobre los grandes conflictos de su país— a lo largo del tiempo se realizaron películas, dramas y obras radiales reconocidas; se le definió como uno de los autores más agrios y críticos de la historia de su país; con todo, y por sus vivencias terribles durante la Segunda Guerra, se convirtió en un escritor muy cercano a la política; como un personaje con una vida de activismo antifascista.

De rostro duro y amplio cuerpo como el de un leñador del bosque, al narrador en mil novecientos noventa y nueve le fue concedido el Premio Nobel de Literatura.

El pasado veintiuno de marzo, El País publicó una entrevista con él cuyo título es, de alguna manera, revelador de toda su obra: “El dolor es la principal causa que me hace trabajar y crear”.

Le explicó durante la conversación el motivo de ese dolor al periodista Juan Cruz: “Durante toda mi vida, y hasta hoy, esto sigue igual. Y lo increíble es que Alemania es una historia sin terminar, porque el Holocausto y el genocidio, estos horribles crímenes, constituyen una historia que no acaba nunca. Ahora lo vemos en Grecia: nos enfrentamos otra vez con el problema de los horrores causados por los soldados alemanes durante la ocupación… Esa historia nos sigue y nos sigue… Así que vuelvo otra vez al tema del dolor de Camus: el dolor es la principal causa que me hace trabajar y crear”, algo que se mira con toda claridad en su trilogía y en toda su amplia obra.

En esa misma charla, que al parecer fue la última con él en nuestro idioma, hay una pregunta que me parece importante citar, pues revela una parte poco conocida —al menos para mí— del poeta Günter Grass. Le interroga Juan Cruz: Como ser humano, ¿qué le da la escritura diaria de poesía?  Y Grass responde: “Mi primer libro salió en los años cincuenta y fue un libro de poesía con dibujos. Sólo más tarde empecé a escribir la novela El tambor de hojalata. En aquella época estaba en Berlín estudiando escultura. Escribía una novela y cuando la acababa tenía que cambiar de medio. En ese momento era la poesía, porque me daba cuenta de que al identificarme con tantas figuras de las novelas me alejaba de mí mismo. Y quería volver a mí mismo, y medirme también conmigo mismo en cierto sentido”.

Günter Grass durante casi toda su vida mantuvo un fuerte vínculo con sus lectores en el mundo hispano, y hará por lo menos treinta años que, en un programa cultural de la televisión mexicana, el periodista Ricardo Rocha lo entrevistó; fue allí donde supe de él, fue en ese programa donde me enteré sobre su obra, que luego, al pasar de los años, pude leer, lo que me permitió comprender de manera cabal lo que durante la entrevista habló sobre su obra y su experiencia de vida durante la Segunda Guerra mundial.

Grass acaba de morir hace unos días y su vida y su obra lograron conmover al mundo.

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