Educar contra las balas

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OAXACA, OAXACA, 19AGOSTO2013.- Padres de familia y alumnos salieron desde temprana hora para legar a sus escuelas, sin embargo por el paro indefinido de labores acordado por la Sección 22 adherida a la Coordinadora NAcional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), algunas escuelas permanecieron cerradas, en otras los maestros informaron del paro y en unas pocas entregaron los útiles y uniformes escolares. En la escuela primaria Andrés Portillo los maestros se presentaron a impartir clases sin embargo, fueron pocos los niñoss que llegaron, por lo que se decidió solo entregar los útiles. FOTO: ARTURO PÉREZ ALFONSO /CUARTOSCURO.COM

Después de la oleada de violencia que vivió el municipio de Apatzingán, en que hubo al menos 11 muertos tras el desalojo del Palacio Municipal por parte de la Policía Federal, la semana pasada 27 mil estudiantes de 283 escuelas y mil 033 profesores regresaron a sus labores en el nivel de educación básica; las actividades arrancaron en el resto del estado de Michoacán el 7 de enero, tras las vacaciones decembrinas, pero en ese municipio de Tierra Caliente se atrasaron hasta el lunes pasado.

El retraso se debió a la aplicación de uno de los protocolos establecidos por la Secretaría de Educación del Estado, que, según el encargado de la Direccion Regional de Servicios Educativos de Apatzingán, Mario Alberto Chavez Herrera, se establecen “para implementar medidas cautelares y evitar al máximo poner en riesgo a la sociedad y naturalmente al colectivo escolar en todos sus niveles y modalidades”.

Hay indicaciones para que los padres actúen cuando ocurran hechos que ponen en riesgo la seguridad, tanto durante como fuera de los horarios de clase, como que la población escolar se mantenga al interior de las escuelas, ya que éstas no son blanco de ataque durante los enfrentamientos; “sin embargo, a pesar de esa recomendación, existen madres y padres de familia que al enterarse del acontecimiento, acuden a los planteles y retiran a sus hijos.”

Antonio Torres Zamora, director de la escuela Benito Serrato, la cual reanudó sus labores el pasado 12 de enero, comenta que: “Según las autoridades, la inseguridad y el clima de violencia han menguado, todo este conflicto de las autoridades junto con los federales en contra de los comunitarios (autodefensas) se resolvió la semana pasada y dicen que los niños ya no corren peligro; la verdad es que en la escuela o en sus casas los niños, bueno, todos, corremos peligro: son balas, atraviesan igual en el salón, en las casas, en la calle…”.

Los docentes están conscientes de que esto podría pasar en cualquier momento. Torres Zamora indica que “cuando el ritmo de violencia se calma, regresamos, si no, nos retiramos, ya estamos acostumbrados, uno se adapta, los niños se acostumbran a ver federales, militares, autodefensas, todo.

No es algo nuevo para ellos. Los conflictos entre las fuerzas armadas y, en ocasiones, sus abusos son una situación terrible para el estado”.

Roselia Sánchez Valencia, directora de la escuela José María Morelos, ubicada casi en las afueras de Apatzingán, admite que este clima afecta a los niños que acuden a los planteles de educación básica: “Tratamos de que esto no repercuta demasiado en sus cursos, los padres de familia tratan de que los niños no se retrasen, hacen grupitos de estudios y pues no queda más, hay que continuar, los niños tienen que aprender, sortear estos obstáculos”.

Refiere también que el estado de violencia afecta el carácter de los alumnos: “Les pedimos a los padres que traten de que los niños comprendan la situación en la que viven, en las aulas tratamos de inculcarles valores para que no jueguen o no quieran jugar a que tienen armas, sino que comprendan la gravedad del asunto, no para que se asusten, para que tengan conciencia del problema en el que vivimos”.

Sin embargo, según Mario Alberto Chávez, “en los municipios en conflicto de la región de Tierra Caliente, particularmente en Apatzingán, Buenavista y Parácuaro, debemos decir la verdad, sí existe un ligero descenso en el nivel de aprendizaje, se ve reflejado en los concursos regionales y estatales, como la Olimpiada del conocimiento infantil en primaria, además de observar el número de asignaturas reprobadas en un porcentaje muy alto de alumnos de secundaria, en donde incluso agotan las tres oportunidades de regularización que están normativamente autorizadas”.

Michoacán durante los últimos 5 años ha ido a la baja en las distintas evaluaciones nacionales sobre educación. En el Índice de Desempeño Educativo Incluyente (IDEI) que organiza la iniciativa ciudadana Mexicanos Primero, entre 2009 y 2014 Michoacán, junto con Oaxaca, se ubicó en el escalafón “Fallas Graves”, el más bajo.

El director del Centro de Evaluación psicológica del Departamento de Psicología, Francisco Gutiérrez, coincide en que el desarrollo y aprendizaje en los niños se ve afectado cuando éstos tienen un contacto directo o indirecto con representaciones de violencia.

“En el caso de los niños habría que valorar los canales de socialización con los que han tenido contacto en el proceso de naturalizar la violencia, las representaciones del narcotráfico como los narcocorridos, los juegos, etcétera, ya que éstos podrían derivar en matices de comportamiento agresivos, que podrían provocar irritación, berrinches, insomnio, e incluso cuando la violencia le ha atacado directamente, en su familia, pueden tener sentimientos de venganza, efectos psicológicos postraumáticos, situaciones que los ponen en riesgo como miembros de la sociedad”.

El especialista del Centro Universitario de Ciencias de la Salud apela al papel de los docentes y los padres de familia, para “informarse e instruir al niño al conocimiento de los riesgos que corren y las posibles alternativas para mantenerse seguro. Hay que fortalecer las redes sociales de apoyo que el niño tenga al alcance para reportar el peligro, para acudir a alguien mayor y buscar ayuda psicológica cuando estos eventos traumáticos les afecten directamente, no para incentivar el miedo, sino para darles alternativas a una situación complicada”.

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