Dónde te agarrará el temblor

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Hay momentos en que la tierra nos recuerda que está viva. Que se venga de la indiferencia en que los hombres la confinamos, tratándola como a una cosa inerme, muerta. Entonces la tierra empieza a moverse, imperceptiblemente. A escondidas se arrastra y empuja, hasta temblar y, con ella, nos hace temblar también a nosotros.
Aunque un sismo puede parecer un evento excepcional, catastrófico, en realidad es el fruto de continuos ajustes en la conformación del globo terráqueo. México es una zona sísmica, en particular en la costa del Pacífico, donde se encuentra una falla geológica creada por el roce entre la placa oceánica, más pesada y profunda, con la placa continental americana.
Los varios temblores que han sacudido el país en meses recientes, según expertos, son un fenómeno normal que se debe a la gran cantidad de energía que se acumula por este perpetuo choque entre placas. No tiene nada que ver con el regreso de un misterioso Planeta X, con el fin del mundo o con antiguas profecías: es sencillamente nuestro planeta que se mueve, se desgarra y cura sus heridas, que vive, en suma, nos guste o no.

Mitos sobre los sismos
Dos sismos importantes ocurridos recientemente en México –o como titulan todos los periódicos nacionales, en la Ciudad de México– han llamado la atención de los medios y de la opinión pública. Noticias y rumores se confundieron entre sí: que habrá un sismo catastrófico, que se cumplirá la profecía de los mayas, que está naciendo un nuevo volcán, que se está acercando un antiguo planeta desconocido, que se acabará el mundo.
En realidad la actividad sísmica de este periodo no es mayor que la de otros años, pero sí aumentó de intensidad a causa de dos sismos de gran magnitud: el del 20 de marzo, de 7.4 grados de la escala de Richter, con epicentro en la costa de Guerrero, y el del 11 de abril, de 6.4, en Michoacán.
Allen Husker, investigador del Departamento de Sismología, de la Universidad Nacional Autónoma de México, dice al respecto: “Es un fenómeno normal. México es una zona sísmica, por lo que a diario hay sismos. Los que se verificaron últimamente fueron un poco más grandes de lo normal, debido principalmente a los sismos de Guerrero y Michoacán, por lo que está habiendo réplicas más fuertes”.
Dice que las réplicas durarán por un largo tiempo, hasta más de un año, disminuyendo progresivamente su magnitud. Eso desmiente la creencia según la cual estos movimientos serían el preludio de un sismo de mayor magnitud.
“Cuando ocurre un sismo importante, siempre hay réplicas, porque la corteza terrestre se movió, se rompió, se liberó la energía y el globo terráqueo va acomodándose”, explica David Barrera Hernández, director del Centro de Ciencias de la Tierra, de la UdeG.
“Cuando va a haber un sismo importante, anteriormente se generan unos sismos pequeños, unos tras otros, a los que les llamamos tremores. Estos tremores, si son muchos, casi seguro que viene un sismo importante después”. Añade que esto no se ha dado en el caso de los temblores que ocurrieron en el último periodo en el país.

La sombra del sismo
Sin embargo, ambos especialistas dicen que la costa de México es una zona altamente sísmica. “No hay que alarmar a la población, ni ser catastrofistas, pero hay que preparar a la gente, decirle que vivimos en una zona de riesgo sísmico”, comenta Barrera Hernández, mientras que Husker afirma: “Hay que entender que toda la costa es una zona peligrosa, y que en todas partes puede ocurrir un sismo en cualquier momento, y uno grande”.
El Centro Nacional de Sismología estima que un sismo de magnitud importante podría ocurrir en la brecha de Guerrero, que se ubica entre Acapulco y Zihuatanejo.
“Un sismo fuerte se está esperando en la brecha de Guerrero, porque con la de Michoacán, Oaxaca y Chiapas son las que acumulan más energía, y porque allí no ha habido sismos importantes después de 1985, de 8.1 grados”, asegura David Barrera.
Con los estudios realizados a través de redes GPS sobre los movimientos de las placas, “lo que se hace es ver el tiempo de retorno de un sismo, y se dice que dentro de 30 años ocurrirá un sismo, porque cada 30 años hay un sismo en esa zona de Guerrero”, argumenta Husker. Agrega: “ahora, más que estadísticas, se están haciendo mediciones, con las que se ha visto que al parecer no se está acumulando suficiente energía y movimiento en Guerrero para que ocurra un sismo de gran magnitud en esa brecha”.
Sin embargo, la costa sur de México es la zona donde se verifican más sismos, porque, como explica Barrera Hernández, “corresponde al punto donde la inclinación de la placa es más fuerte y que va desde Michoacán hasta Chiapas. Siendo más inclinada la placa, el roce es mayor y la energía que se forma es más grande”.
Además, añade, esperar un sismo grande “es normal. Por lo regular todos los sismos se presentan transcurrida cierta cantidad de años; aproximadamente cada 80 o 100 años se presenta un sismo importante, es decir, de 7 u 8 grados en la escala de Richter”.

El subsuelo
El sismo más grande registrado en México, ocurrió el 3 de junio de 1932, en la costa de Jalisco, con magnitud de 8.4 de la escala de Richter. El último de intensidad relevante, de 4.9 grados, se verificó el pasado 22 de abril, con epicentro en Cihuatlán, en la costa sur del estado. La costa del Pacífico es la zona de más alto riesgo sísmico, no solo por estar sobre una falla geológica, sino también por el tipo de subsuelo que presenta.
“En cómo se siente un sismo influye mucho el tipo de rocas del subsuelo. Por ejemplo, toda la costa de la república mexicana es de alto riesgo sísmico, y en esto influye el tipo de roca que hay allí: por lo regular son sedimentos lacustres, como arenas, que no son rocas compactas, como las ígneas o el basalto de origen volcánico”, explica David Barrera.
“Es el mismo caso de la Ciudad de México y Ciudad Guzmán, mientras que en Guadalajara el subsuelo está conformado por jal, que es una roca pomicítica que sacó la caldera de La Primavera: es volcánica, pero no muy compacta”.
Por lo que añade: “En el caso de un sismo con un epicentro lejano, por ejemplo en la costa, la onda sísmica se abre bastante y se debilita, así que cuando llega a la ZMG, no le pega muy fuerte, y con este subsuelo el movimiento será menor”. Mayor afectación para Guadalajara la crearía un sismo al interior del continente.

Jalisco y los sismos internos
Zacoalco de Torres es un tranquilo pueblo de 16 mil habitantes del sur del estado de Jalisco. Vive de su agricultura y de los pinos que abundan en las montañas que lo rodean; como muchos otros pueblos, celebra a la virgen, la Judea y a su santo patrono, san Francisco de Asís. Pero esta vida normal en superficie, reposa sobre una continua actividad en el subsuelo.
Como explica Barrera Hernández, en Zacoalco tiembla continuamente; pequeños temblores a los que sus habitantes ya no hacen caso, acostumbrados a convivir con este vecino movedizo y quejumbroso que es la tierra.
Zacoalco está en un punto donde se juntan tres fallas geológicas: el de Tepic-Chapala, el de Chapala-Acambay y el de Colima. Allí la corteza siempre está en movimiento. Pero esta no es la única zona sísmica en el interior de Jalisco: otra es la Falla de la Barranca, que corresponde al río Santiago.
“Es una falla activa, donde ya se han generado dos sismos importantes: en 1875, de 7.8 grados, estimados, porque en ese tiempo no había sismógrafos, y en 1912, de 6 grados. Los dos destruyeron la población de San Cristóbal de la Barranca, donde hubo inclusive fallecidos”, afirma Barrera Hernández.
Si la costa es la zona de más riesgo sísmico, un temblor en estas fallas al interior del continente podría afectar mayormente a la ZMG. “Si hubiera un sismo importante en esa zona, definitivamente afectaría a la ZMG, porque como el subsuelo en esa zona es constituido por arenas y pomex, la onda sísmica se desplazaría con una velocidad mayor y se amplificaría llegando a la ciudad”.

La tierra viva
Los sismos nos recuerdan que la tierra es viva, que está en movimiento. Las placas más importantes, como las que se encuentran en México, se mueven de 1 a 10 centímetros por año. El sismo de Guerrero, del 20 de marzo, subió de más de un metro la playa en el pueblo de Puerto Maldonado, reactivó calderas de aguas termales en Ometepec e inclusive, según expertos, entre los cuales Allen Husker, también afecto al Popocatépetl.
“Es probable que haya relación entre los movimiento telúricos y la actividad del Popocatépetl. Es algo que se ha visto en otros lados, que después de un sismo grande hay un aumento de la actividad volcánica en los volcanes cercanos al epicentro”, dice el investigador de la UNAM.
Un temblor no se puede prever. Lo importante es tomar unas mínimas precauciones y estar conscientes, sobre todo los que vivimos en zonas sísmicas, de que un sismo puede ocurrir en cualquier momento, nos guste o no.

Recomendaciones
Antes del sismo
Saber cómo está construida nuestra casa: si tiene cimientos, casquillos, vigas, cerramientos en las puertas.
Mantener siempre en buen estado las instalaciones de gas, luz y agua.
Junto con la familia, preparar un plan para enfrentar los efectos de un sismo.
Guardar provisiones, como comida enlatada y agua.
Tener a la mano los números telefónicos y los papeles más importantes.
Fijar bien a la pared los cuadros, armarios, estantes y los espejos, porque son lo primero que se cae.

Durante el sismo
Mantener la calma y dirigirse a los lugares seguros: debajo de los castillos, las vigas o las puertas.
No correr a la calle y no usar escaleras o elevadores.
Alejarse de los objetos o muebles que pueden caerse, y de las ventanas, que son las primeras en romperse.
Si es posible, cerrar las llaves de agua y gas y bajar el interruptor de la luz.

Después del sismo
Usar el celular sólo para llamadas de emergencia, para no saturar las líneas.
Si es necesario evacuar el inmueble, hacerlo con calma y orden.
No encender cerillos ni usar aparatos electrónicos hasta asegurarse de que no hay fugas de gas.
Efectuar una revisión cuidadosa de su casa y mobiliario.

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