Documentar la tragedia

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Carolina Platt es madre, y también la directora del documental La hora de la siesta, que versa sobre el incendio en la Guardería ABC, en 2009, en Hermosillo, Sonora. Antes que licenciada en artes audiovisuales, que tener la inquietud de contar historias o de convertirlas en protesta, es madre y se nota.
La sensibilidad de su hija Alicia, de cuatro años, despertó la suya y descubrió aspectos que no estaban siendo contados. En la Plaza Zaragoza de Hermosillo, donde hay 49 cruces por los niños fallecidos, la directora del documental se encontró con la rabia de la petición de justicia por parte de los padres. Cuando la noticia se dio a conocer, la gente sólo supo que 49 niños murieron ese día. Nunca se conoció cómo eran, qué les gustaba o qué desayunaron esa mañana antes de llegar a la guardería.
En el documental la historia se cuenta a partir de dos familias que perdieron a sus hijos. La familia de Emilia y la de “Yeye”. Emilia fue la que detonó el documental. “Mi hija me guió hasta una lona que estaba colgada en el Palacio Municipal, en Hermosillo, donde estaba la foto de Emilia. Entonces la señalaba y decía ‘Mira, Alicia’, ella se reconocía en esa foto ajena. En ese momento pensé que Alicia podría haber sido Emilia”.
El documental, que comenzó siendo de protesta y denuncia, se aterrizó en no seguir mostrando la información que ya existía en internet y en los medios. Con la idea firme de contar historias, Platt presentó el proyecto en el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), instancia que la apoyó con 130 mil pesos para el desarrollo del proyecto. Luego, para la segunda etapa, con Fondeadora.mx se recaudaron los 90 mil pesos que necesitaron para seguir rodando. Ahora van a aplicar al Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (CECA) para finalizar la última etapa. El documental aún no tiene fecha de estreno, pero esperan que 2013 sea el año de La hora de la siesta. Platt y Alejandro Briseño, co-productor junto con la directora, buscan que el documental sea una reflexión.
“El documental es para todo el mundo, pero en especial para la gente que continúa sintiéndose ajena a la tragedia. Te cambia conocer los nombres y los rostros de cada niño, no nada más la cifra. Cuando comienzas a conocer estas historias, entiendes la vida que se perdió y la ausencia que sigue en sus hogares”.
La directora presta la voz, pero nunca aparece en cámara. Mientras, la imagen de su hija, Alicia, se puede ver en el documental como la representación de la niñez.
Las reacciones del resto de los padres de las víctimas, de los cuales muchos están medicados desde hace tres años, no se hicieron esperar. “Tuve problemas porque salió lo de Fondeadora. Entonces existe esa idea de que uno quiere lucrar con la imagen de los niños y con la tragedia al hacer un documental. Sí hubo papás que se comunicaron conmigo e hicieron protesta por lo menos por Facebook y Twitter. Sé que para muchos de ellos no es una buena idea hacer un documental, y sé que muchos ni siquiera lo van a ir a ver”.
En la historia los objetos forman parte importante de la representación. “Me preguntaba, ¿cómo voy a retratar la ausencia de los niños? Y pensé en cuando perdí a mi papá. Cuando uno sufre una pérdida, el viaje de la pérdida es largo. Primero se pierde la vida, después pierdes los objetos, porque tardas en despegarte de ellos, y luego pierdes el recuerdo. Los objetos nos ayudan a retratar la ausencia de los niños. Nosotros nos negamos a aceptar la inexistencia. Guardamos lo que sentimos que guarda el último pulso de la vida”.
El riesgo de dar lástima
Ante esta pregunta, Carolina se ve en una encrucijada. “Es un tema difícil. No quiero que esté en el documental. Mis personajes no salen llorando nunca. Uno también tiene que proteger a los personajes, ya que te están prestando su vida. Lo que veo es que hay un gran dolor, pero también una valentía grande. Eso es lo que me interesa de estos personajes: que aun con el dolor y aún con la pérdida, siguen buscando la vida.
“He visto muchos documentales de tragedias en donde sales hecho trizas. No quiero eso. Acá lo que hace falta es hacer un homenaje a la vida de los niños, de los que casi no se ha hablado. A mí me gustan las elegías y este documental es una especie de elegía para ellos”.
Una noche Carolina estaba durmiendo a su hija y notó que, por primera vez, Alicia había regresado del último viaje a Hermosillo, con la idea de la muerte. “Comenzó preguntándome si yo me iba a hacer viejita. Le dije que sí. ‘¿Eso quiere decir que te vas a morir?’, Sí, todos nos vamos a morir un día”.
Alicia se quedó callada un rato: “Pero es que yo no me quiero morir”. Carolina, con el instinto de preservación de madre, le dijo: “Tú no te vas a morir, tú estás muy chiquita. Falta mucho tiempo para eso”. Alicia respondió: “Pero ‘Yeye’ era niño como yo y se murió”. Carolina ya no pudo responder.

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