Documentación del cine mexicano

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150115 IMAGEN Entrevista con Eduardo de la Vega con motivo de la presentaciÛn de su libro sobre la vida de Sara GarcÌa, que presentar· en el Festival Internacional de Cine. El entrevistado es del Festival de Cine de Guadalajara. Foto Leslie Santos Bonilla

“Es importante seguir investigando la historia del cine mexicano porque ahí se va a encontrar explicación a mucho de lo que ocurre ahora; no hay que olvidar que México ha sido de los pocos países que consolidaron una industria en el mundo de habla hispana, de las más avanzadas y propositivas”, señaló Eduardo de la Vega Alfaro, investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).

Entrevistado con motivo de su promoción en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), afirmó que su trabajo “tiene como objetivo primordial continuar la Historia documental del cine mexicano (ahora con el título de Historia de la producción cinematográfica mexicana), de Emilio García Riera”. De esta nueva etapa —que es una obra colectiva en la que participa como co-coordinador— ya salieron dos volúmenes y está por salir el tomo III, que corresponde a 1981-82.

Con ese tomo cierran el sexenio de José López Portillo, periodo en el que se considera “que empieza a hablarse de un fracaso de la plena estatización y a ensayarse la reprivatización. La comunidad cinematográfica, que siempre ha sido inteligente y aguerrida, logró que el Estado no se saliera por completo a través de la creación y el apoyo por parte del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine)”.

De acuerdo con este instituto, entre otras instancias, tienen “la idea de retomar la historia del cine de forma más concienzuda; proyecto que requiere apoyo institucional para mantenerse y consolidarse”.

El especialista investiga la documentación sobre los inicios del sonido, que “catapultó al cine mexicano; de no haber sido por esta tecnología probablemente nunca hubiera alcanzado el estatus de industria en los 40 y 50, con presencia en la mayoría de los países de América Latina”. Asimismo colabora en estudios sobre el reflejo del movimiento cristero en la pantalla grande.

Trabaja en temas de las décadas del 30 al 50, en la que varios vasconcelistas “se incorporaron al cine, imprimieron un sello clásico y nacional y fueron prolíficos; produjeron y filmaron entre todos alrededor de 240 películas, varias de ellas obras maestras, como El compadre Mendoza”. Colabora en una monografía de Chano Urueta y está a punto de terminar un ensayo sobre Juan Bustillo Oro.

Prepara asimismo ensayos sobre la censura, sobre todo en la época del llamado “Milagro mexicano” (décadas 50 y 60), en la que “varios cineastas creyeron que el cine podría ser más crítico; filman, algunos incluso con apoyo del Estado, y luego son censurados por sectores del propio gobierno, como el caso de La sombra del caudillo”. Al respecto, ha encontrado documentos sobre cómo se fundamentó esa censura.

Otro tema que le apasiona y estudia es la presencia de Serguéi Eisenstein en México, director de la finalmente frustrada Qué viva México; acaba de publicar un ensayo sobre el vínculo que tuvo con la figura histórica y cinematográfica de Pancho Villa.

Para el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), en la fundación del cual ha participado, forma parte del patronato y colabora en la selección de largometrajes documentales. Ha venido trabajando también en la organización del Coloquio Nacional de Historia del Cine Regional, iniciativa suya que comenzó hace 18 años en Guadalajara.

Buen momento
“El cine mexicano está en buen momento. Los premios que en los últimos años han obtenido cineastas en diversos festivales son muestra de que es una de las vanguardias mundiales”, dice De la Vega. “Lo mismo refleja el volumen de producciones, que el año pasado fue de alrededor de 130 largometrajes, varios de ellos documentales y muchos hechos por mujeres, que resultan aportaciones significativas”.

“Donde sigue el problema es en la posibilidad de que se vea más” y ya no sólo en cineclubes. Hay que lograr estrategias —que han funcionado en otros países— para ganarle espacio al cine estadounidense que es feroz competidor: exhibir en espacios públicos, gratis, con DVD baratos, “para que el público descubra que es una película interesante y que le habla de una identidad más próxima a su vida cotidiana”.

Apuntó que el gobierno tiene que seguir apoyando, como lo hace el estadounidense. “Necesitamos un equilibrio sano —España lo está logrando—: ver lo que se hace en el resto del mundo, sí, pero también y sobre todo lo que se hace en nuestro país”.

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