Discriminación desde la lengua

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SAN ANDRES COAMIHATA, JAL. 23 DE SEPT. 2005.- CUALQUIER SOMBRA ES BUENA PARA CUBRIRSE EL SOL.

Vivir en un lugar con una lengua y costumbres distintas a las de la mayor parte de la población, pareciera no ser el caso en nuestro país, sin embrago las comunidades indígenas de México enfrentan problemas por la diferencia de lenguas. Tanto en los servicios de salud, como en la impartición de justicia o en el sector educativo se dificulta la comunicación entre el indígena y el servidor público, volviendo así a los integrantes de estas comunidades extranjeros en su propio lugar.
A poco más de 500 años de haber sido despojados de su territorio, riqueza y gran parte de su cultura, las comunidades indígenas sobreviven. La discriminación que enfrentan desde entonces, proviene principalmente por la población mestiza que desconoce los orígenes del territorio que habitan.
La discriminación lingí¼ística es un problema que además de efectuarse entre la sociedad, se ejerce en cualquier rincón del territorio nacional en donde se hable alguna lengua indígena y en donde no exista un vínculo de comunicación entre el hablante y las dependencias de gobierno. Esto provoca que las propias autoridades puedan abatir la discriminación por la manera de hablar de un sector de sus habitantes, a pesar de que sea una lengua oficial en el país.
Comenta la doctora Georgann Weller, directora de políticas lingí¼ísticas en el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), que “no es el español la lengua oficial en México, sino la lengua de la conquista”, y que a pesar de que desde el año 2003, fueron contempladas el total de las lenguas indígenas que se hablan en México como lenguas oficiales en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, deben de pasar muchos años para que lo que está escrito en la Carta Magna se refleje en la realidad. “Por mucho que la ley reconozca a estas lenguas, trata de ir a Bancomer hablando alguna lengua indígena y no te van a atender, o que te manden tu estado de cuenta en zapoteco, menos”.
El problema es más profundo de lo que parece. A pesar de que, según el INALI, sólo el siete por ciento de la población mexicana habla alguna lengua indígena, además del español se hablan en México 11 familias lingí¼ísticas, 68 agrupaciones y 364 variantes o formas de manifestar las lenguas indígenas.
Para la doctora Weller, esta diversidad lingí¼ística más que ser un problema, representa una riqueza cultural que no hay que dejar desaparecer, sin embargo es lo que está sucediendo con algunas lenguas en el país. Algunos lo adjudican a las consecuencias que trae consigo la globalización y los sistemas políticos que marginan a algunos sectores.
“En la actualidad, las comunidades lingí¼ísticas se enfrentan a procesos de globalización económica que apuntan hacia la homogeneización lingí¼ística y cultural, así como a una creciente marginación socioeconómica y al incremento de la migración, lo que provoca que la diversidad cultural y lingí¼ística sea subvalorada por la sociedad no hablante de lengua indígena. Esta situación ubica a los indígenas en desventaja para acceder a las ofertas de servicios y desarrollo que ofrecen las instituciones y es una de las causas que contribuyen a la desaparición de una lengua y obligan a los hablantes de lenguas indígenas a utilizar el castellano”, refiere el INALI en su Programa de Revitalización, Fortalecimiento y Desarrollo de las Lenguas Indígenas Nacionales.
A escala mundial, se hablan en este momento siete mil lenguas indígenas. México se ubica en el lugar número 10 en cuanto a riqueza lingí¼ística, sin embargo, aseguró en un comunicado el director del INALI, Enrique Fernando Nava López, que al menos 30 de estas lenguas están en riesgo de desaparecer en México. Las más vulnerables son el otomí, mazahua, la lengua náhualt —específicamente en el estado de Morelos—, así como el quilihua y zoque, en algunas entidades del centro del país.
De tal situación se partió para que el INALI, después de dos años de investigación, publicara el catálogo en el que se documenta la existencia del total de las lenguas indígenas que se hablan en el país. Fue el principio para que en ese mismo año se publicara la “Ley General de los Derechos Lingí¼ísticos de los Pueblos Indígenas”, la cual, en “cientos, miles de casos” se ha violado, pues aún “hay indígenas en la cárcel, esperando a un traductor para que ejecute su defensa, hay casos en los que los indígenas mueren por no poder entenderse con el médico cuando solicitan algún servicio de salud, y hay cientos de niños que se les complica el aprendizaje porque los obligan a aprender en una lengua que no es la suya: el español”.
El proyecto que plantea el INALI, como una alternativa a estos conflictos, es la capacitación de traductores para que se encuentren en todas las dependencias de gobierno, ya que, comenta Guadalupe Ortiz, subdirectora de acreditación y certificación del mismo instituto, que “la ley obliga a que toda persona de habla indígena debe de ser asistida por un intérprete”. Pero puntualiza también en que el problema podría aminorarse si se tiene conciencia social y no se discrimina. “Hay que trabajar en la cuestión social para ir cambiando actitudes, no sólo con las personas que no son hablantes, sino con los mismos hablantes también, porque la relación es negativa. Un círculo vicioso en cuanto a la discriminación lingí¼ística”.

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