Del púlpito al poder

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GUADALAJARA. JALISCO. MEXICO 24 DE MAYO 2008. Presentaci—n del libro ÒLa verdad os har‡ libresÓ presidida por el Arzobispo de Guadalajara Cardenal Juan Sandoval ê–iguez el Lic. Fernando Guzm‡n PŽrez Pel‡ez y el abogado JosŽ Antonio Ortega ambos autores del libro. JosŽ Mar’a Mart’nez

La Virgen de Guadalupe resuelve todo problema posible. Así lo mostró la serie de televisión transmitida por la empresa Televisa, La rosa de Guadalupe, en la que se destacan los milagros que según aseguran, la virgen hace. Una adolescente que consume drogas y tiene una mala relación con su familia, cambia sorpresivamente su vida después de que su madre acude a la Virgen para que la situación mejore. Es uno de los capítulos que se transmitieron recientemente.
Los medios de comunicación en México se prestan para difundir la religión católica, así lo revela la investigación titulada “Comunicación, religión y poder”, que realizó Carlos Villa, del Departamento de Estudios de la Comunicación Social (DECS) de la Universidad de Guadalajara.
El maestro plantea en su investigación que “algunos contenidos de los guiones (de ese tipo de programas) se han adaptado incluyendo algún rasgo que refiere o sugiere prácticas de religiosidad”.

El catolicismo, un producto vendible Carlos Villa señala que el motivo de las televisoras por difundir el catolicismo obedece exclusivamente al índice de audiencia. “Las televisoras no tienen entre sus cometidos adoctrinar en ninguna religión o fe, simplemente cuidan sus negocios”.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), hasta el año 2000 el 88 por ciento del total de la población mexicana aseguraba ser católica. En un país de católicos, es la religión un producto vendible, pero también una estrategia de marketing político. “Ciertos actores se venden como creyentes católicos y esto les suma puntos en la empatía que puedan crear entre el electorado”. Â
Es por eso que quienes aspiran a tener algún puesto de elección popular no pierden la oportunidad de incluir en sus campañas alguna manifestación de su fervor religioso, ya sea de manera real o ficticia.
En el año 2000, el entonces aspirante a la presidencia de México, Vicente Fox tomó un estandarte de la Virgen de Guadalupe en un acto público. En 2006 el aspirante a la gubernatura de Jalisco por el PRI, Arturo Zamora, acudió a la basílica de Zapopan a “recibir la bendición de la virgen”; y el entonces candidato panista, Emilio González, además de ir también a la Basílica, se trasladó al municipio de Jalostotitlán a pedirle a Santo Toribio Romo su ingerencia celestial para poder llegar a Casa Jalisco.
El investigador dice que esta relación entre los medios de comunicación con la religión y el poder tomó fuerza en México a partir de la alternancia. “A partir de ese momento muchas corrientes del conservadurismo religioso mexicano concordaron en el PAN, que se destacó por practicar esa ideología, pero que se asocia con proyectos políticos… además la iglesia logra presionar para que los medios de comunicación emprendan campañas en contra de políticas públicas o acciones de gobierno con las cuales no se siente identificada”.
Una muestra de ello, comenta el maestro Villa, son las declaraciones emitidas por el presidente Felipe Calderón en relación con el Sexto Encuentro Mundial de las Familias, en las que muestra su afinidad a la Iglesia. “Vimos en este congreso cómo se prestó también el presidente para mandar un mensaje en el que culpó tácitamente a la desintegración familiar, concretamente a la gente que se divorcia, les echó la culpa de engendrar hijos que después se van a la delincuencia”.
Un ejemplo más claro existe en Jalisco, en donde el gobernador, al otorgar parte del presupuesto estatal a la Arquidiócesis de Guadalajara y a la empresa Televisa, evidencia más su relación con la Iglesia y los medios de comunicación.
Esta alianza entre los medios de comunicación, la religión y el poder, no se hubiera llevado a cabo de no ser una sociedad pasiva. El investigador asegura que “La religión es una estrategia que está muy a modo para una población acrítica, que tiene muy bajos niveles educativos, acostumbrada a que se le dirija, es campo fértil”.
Además de la pasividad, es el contexto histórico de la sociedad tapatía lo que la mantiene tan religiosa y tan susceptible, pues en esta ciudad, comenta el maestro, fue donde más peso tuvo el coloniaje y donde se asentaron los descendientes de los conquistadores. “Siempre hemos tenido una población católica, desde  los tiempos de la conquista, pero en el 2000 se les abrió la puerta. Todo porque la religión fue impuesta por la fuerza a los indígenas, no tenían otra opción, o les costaba la horca. Ese es el origen de un país que nace católico por imposición y en el que su catolicismo se fortalece durante el periodo colonial”.

Religión hasta en la sopa
Además de hacerse presente como culto, la religión se ha vuelto parte fundamental en la sociedad tapatía, hasta arraigarse en las actividades cotidianas, aún cuando no se es católico. “Hemos creado una atmósfera de acento religioso que casi todo mexicano respira aunque no sea religioso… Nuestras prácticas sociales y culturales están muy vinculadas a cuestiones religiosas: la navidad, la cuaresma, las bodas… La sociedad nos involucra con esas prácticas culturales a formar parte de la religión”, concluye el maestro Villa.

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