De la tierra a la obra

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“Artista en residencia” se ha convertido en un pretexto para acercar, mediante una dinámica de convivencia y creación, a autores y públicos curiosos, a artistas en proceso creativo y espectadores que pueden tomarse la libertad de observar y hacer preguntas al interior de un museo pensado para algo más que la contemplación. El MUSA ha dado la bienvenida a Carlos Pez, artista mexicano de múltiples facetas, experimentador en técnicas de la plástica y la gráfica que lo colocan como un creativo de renovaciones, rebeldías y contracorrientes.

Con todo, en un mundo donde la tecnología y las técnicas más modernas parecen ser las herramientas idóneas para el arte contemporáneo, una de las mayores sediciones para un artista del siglo XXI es oponer resistencia a las facilidades que ofrecen los más nuevos materiales y dispositivos. En cambio, dejarse seducir por la dificultad del trabajo en piedra, con los materiales que ofrece la tierra en su estado puro o con técnicas que parecían haber sido olvidadas, es en la era de las tecnologías un arte renovador, pues desde esta perspectiva, como lo asume Pez: “Hacer arte es pasar la energía de la tierra a la obra”.

Sin embargo, el rescate de una técnica tan antigua como la litografía puede representar, al mismo tiempo, “una forma de globalización, pero análoga, en la que cualquiera puede llevarse una obra” —explica— pues en contextos donde las carencias económicas se han acentuado, retomar esta manera de hacer arte se ha convertido en una forma de autoempleo que además es ecológica. Una labor que la Ceiba Gráfica, donde el autor ha colaborado, ha asumido asiduamente, siendoel único taller en el país que hace todos sus materiales por sí solo, aun cuando los talleres litográficos en México siguen siendo raras gemas del arte.

Precisamente con el apoyo de este taller, el Colectivo Tequia y la Royal University of Fine Arts (RUFA), Carlos Pez, al lado de un grupo de artistas mexicanos, visitó Camboya en 2012 para montar un taller de gráfica en un país con una historia política problemática donde las manifestaciones del arte e, incluso, de la gastronomía sufrieron fuertes prohibiciones, al punto que “no habían hecho litografía en cien años y eso, creo, lo convirtió en un nicho perfecto”.

En aquella visita de colaboración con la Universidad de Camboya, no sólo tuvo lugar una experiencia de renacimiento de una antigua técnica en la que los camboyanos fueran extraordinarios exponentes y del ejercicio —inocente e indispensable— de la sin-censura, sino una relación intercultural donde el arte de ambos países resultó favorecida.

Ahora, en “Haz tierra”, un proyecto que va más allá de la obra como producto y que explora las libertades del proceso creativo, Carlos Pez vive Guadalajara a partir de la observación callejera y a través de la litografía, como lo describe él mismo: “Mi proyecto consiste en recorrer Jalisco en mi taller móvil de litografía para ir capturando imágenes y terminar el viaje en el MUSA para ordenar y trabajar con este material, y así desarrollar una serie de murales que colocaría dentro y fuera del museo. También pienso generar a partir del material recolectado en la gira por Jalisco dibujos de gran formato en diversos soportes como telas y papeles”.

Lo acompañan los artistas camboyanos Prom Putvisal y Kong Vollak que realizarán una intervención en los muros del MUSA de la que existe un plan pero no un corsé, y en el que la libertad creativa será el elemento distintivo, un pretexto para el arte. Durante el proceso —que dio inicio el pasado 25 de agosto y que concluirá el 7 de octubre— los paseantes que experimentan y observan la ciudad en que viven, podrán acercarse a mirar un taller a puerta abierta, y ser testigos del desarrollo de un proyecto que dará lugar a la exposición que será inaugurada en el mismo recinto a partir del 8 de octubre y donde permanecerá durante el resto del año. Una exposición contra la corriente de lo común, que en su búsqueda por pasar desapercibida mientras recoge imágenes cotidianas, atrae las miradas de quienes ven en el arte de la intervención del espacio y el de la litografía, un ejercicio clásico con un renovado sentido de inquietud.

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