Cuando se te duerme el gallo

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Sabia virtud de conocer el tiempo”, con estas palabras el escritor Renato Leduc nos habla del tiempo perdido, una actividad a la que todos nos dedicamos en alguna ocasión, y que técnicamente se le conoce como procrastinar, que es la decisión voluntaria de aplazar una actividad a pesar de las consecuencias dañinas que esto acarrea: financieras, de salud y laborales.
Expertos estiman que 40 por ciento de la gente ha experimentado pérdidas económicas debido a que no realizó sus deberes a tiempo; o bien, en un estudio publicado en 1990, Cynthia Morris, demostró que 35 por ciento de las personas a las que se les descubrió que tenían el colesterol alto, tardaron al menos 5 meses en ir al médico. Dejar las cosas para después es malo también porque se ha demostrado que aumenta los niveles de estrés, comparados con los sujetos que terminan a tiempo sus tareas, tal y como lo reportó Fuschia Sirois en el 2006.
 
El tiempo perdido los santos lo lloran
¿Por qué procrastinamos? Hay varias razones. Piers Steel realizó en el 2007 una revisión de los estudios dedicados al tema y encontró que la naturaleza aversiva de la tarea era la principal causa de dejar para mañana lo que tenemos que hacer hoy; en segundo lugar se encuentra la cantidad de tiempo que lleva realizar esa actividad, sobre todo si la fecha límite para entregar resultados es lejana.
El motivo que subyace a esta segunda opción, es un fenómeno bien conocido en psicología: entre más cercana sea una recompensa más valiosa nos va a parecer; y viceversa, entre más lejana menos nos va interesar obtener el beneficio y menos dispuestos estamos a trabajar.
Este sesgo tiene sus bases biológicas. En el 2004, Barry Richmond, publicó un estudio en el que un mono fue entrenado para apretar una palanca cada vez que aparecía una luz verde. En una parte de la pantalla de una computadora se veía una barra que le iba indicando cuanto faltaba para recibir su recompensa, pero cuando faltaba mucho para recibir la recompensa hacia muchos errores y conforme pasaba el tiempo los iba disminuyendo.
Probablemente está involucrada la dopamina, un neurotransmisor que tiene que ver con el placer y las recompensas. Para probar esta hipótesis, Richmond colaboró con el genetista Edward Ginns, quien parcialmente “desconectó” una región del cerebro que asocia las claves visuales con la dopamina (la corteza rinal). El resultado fue que el mono no sabía ya cuándo predecir que le iba a ser dada una recompensa y siempre trabajaba mucho.
 
Hay un tiempo para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol
Pero hay personas que son más procrastinadoras que otras (para no usar la otra palabra que empieza con h). De acuerdo con Timothy Pychyl, del Procrastination Research Group, de la Universidad de Carleton, en Ottawa, Canadá, las características de personalidad más fuertemente ligadas a la procrastinación son la obsesión (se puede perder mucho tiempo organizando las tareas), la impulsividad (se pasa de una tarea a otra sin terminar ninguna) y la ansiedad (se posponen las tareas por miedo a fallar).
 
Hay más tiempo que vida
La procrastinación es difícil de superar. En el artículo de Steel, se encontró que 95 por ciento de quienes pierden el tiempo quisieron romper con ese hábito pero no lo lograron porque se ha convertido en una conducta automática.
Los expertos, como Peter Gollwitzer, de la Universidad de Nueva York, sugieren especificar dénde y cuándo se va a realizar una conducta para poder llevarla a cabo, así lo demuestra la investigación de Shane Owens, quien encontró que los que se prescriben a sí mismos cosas más concretas sobre cuándo y cómo llevar a cabo una tarea, eran 8 veces más cumplidos que los que no lo hacían.
De igual manera, Dan Ariely, publicó un experimento en el 2002 en el que les pedía a sus alumnos que cada quien en lo individual se pusiera los días en los que se les realizarían exámenes, advirtiéndoles que entregar trabajos después de la fecha que ellos mismos pusieron era sujeto de sanción. Lo que reportó es que el 70 por ciento de los alumnos eligieron entregar trabajos a lo largo de todo el semestre y que quienes pusieron fechas más tempranas obtuvieron mejores calificaciones que los alumnos que entregaron todo al final.
Pychyl cree que la manera más fácil para quitarte la flojera de hacer algo es simplemente ponerte a hacerlo; él ha encontrado que cuando uno se pone a hacer la tarea que ha estado evitando, se da uno cuenta de que no era tan fea como pensaba.
Así que como dijo Pablo Neruda: Dentro de ti tu edad/ creciendo,/ dentro de mí mi edad/ andando.

*Departamento de Neurociencias

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