Cuando el arte vuelve al punto de partida

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Catrinas de papel maché, vacas de colores y rosas de fibra de vidrio que evocaban al mismo tiempo un homenaje a los países participantes de los Juegos Panamericanos 2011 y una nostalgia casi sarcástica de la Guadalajara que alguna vez recibió el epíteto de “La ciudad de las rosas” —cuando en el camellón de la Calzada Independencia en vez de macrobús corrían kilómetros de maceteros desbordados por pétalos y espinas— han sido algunos testimonios del intento que se hizo en los últimos años por devolver el arte a su punto de partida: la calle.

Otras manifestaciones, sin embargo, resultan mucho más inasequibles, aquéllas que perviven en la complicidad de los paseantes, testigos momentáneos de una canción, un entremés o un mural al gis que las constantes pisadas de los transeúntes y alguna llovizna vespertina borrarán. Pero todas “existen en respuesta a una necesidad; sí, porque la gente necesita que le hablen, que le cuenten, que le den algo para reflexionar”, asegura Rafael Rosas, profesor de la División de Artes y Humanidades y miembro del grupo de teatro Jajalisclown: “Y estoy hablando de toda la gente, aunque especialmente de la que está en la calle que no tiene máscaras, que no se tiene que comportar, y con eso hay que jugar”. Como artista de clown, la sorpresa y la variedad de públicos son elementos definitorios y la calle el escenario perfecto para la experimentación, porque “a este público o lo atrapas o te despides de él, no te engaña”, asegura.

El espacio público como un escenario donde los espectadores no son condescendientes y van siempre de prisa, donde el ruido del auto, el grito del merolico y las interrupciones involuntarias, no puede más que empujar al profesionalismo “porque es un reto de concentración triple. Ahí encuentras a un público que a lo mejor no está aleccionado en esto de la escultura, la pintura o el teatro, pero que también tiene la necesidad de que le hablen. Un público que merece un teatro de arte y también de clown —que comprende más de lo que piensan algunos que han temido que la gente no los entienda— un público que te hace preguntarte: ¿de veras estoy jugando en serio, o nada más estoy jugando?”, afirma quien ha hecho de las máscaras, el circo, el baile, el teatro de arte y el clown su método actoral profesional.
Pero salir a apropiarse de la calle no sólo obedece a búsquedas estéticas, sino a un contexto local en el que los espacios tradicionalmente designados para el arte, como las galerías, los museos, las salas de conciertos y los teatros “son concedidos nada más a cierta gente. Así que hay que buscar en donde experimentar, encontrar nuevos espacios”. Poco a poco las banquetas de Guadalajara se llenan de músicos, cada vez más profesionales que igual conviven con los amateur. Muralistas con gises que realizan obras de gran formato en las banquetas. Un creciente movimiento de cosplay (que consiste en disfrazarse como algún célebre personaje de ficción) se ha hecho presente en el centro de la ciudad, donde el Hombre manos de tijera, los X-men y Spiderman deambulan sonrientes, “aunque la mayoría lo hace como forma de ganar dinero”. Otras artes, en cambio, todavía es poco común encontrarlas en la vía pública, como la danza.

Estos son ensayos para un arte itinerante en gestación que aún dista mucho del auge que experimenta en otras ciudades del mundo, en las que es impulsado y regulado por el estado, “como sucede en París, en que los artistas hacen audición ante las autoridades de cultura del estado para poder trabajar en el metro o en alguna esquina, así que la calidad que puede verse es extraordinaria, la calle es un escenario bien asumido”. Similares condiciones dispuso la Junta de Andalucía en 2012, a través  de la Consejería de Turismo, Comercio y Deporte al regular las condiciones laborales de los artistas itinerantes así como los términos para su retribución.

En la Zona Metropolitana de Guadalajara, “no podemos decir que a nivel universitario o estatal haya un plan de arte, estamos poco coordinados entre grupos aun cuando sí existen esfuerzos como los Miércoles de teatro que organiza la Secretaría de Cultura, así como el nivel de formación de profesionales que aporta la Universidad de Guadalajara”, sin embargo son carencias comunes para los artistas el ser apoyados en la consecución de algunos espacios y materiales pero no en sueldos para los músicos, actores, pintores o bailarines cada día más diversos y numerosos.

“Salir es lo que tenemos que hacer, pues no hay que olvidar que las artes nacieron en la calle”.

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