Chapucera injerencia del Estado en las universidades

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Lejos de seguir una política científica que tome en cuenta las necesidades tecnológicas del país, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) es una institución burocrática que se dedica sólo a imponer los criterios de la comunidad científica en el país.
Invitado a ofrecer la cátedra inaugural del Foro sobre la relación de las universidades con el Estado, el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Fernando Castañeda Sabido, criticó a este órgano federal, que si bien ha introducido una cultura académica en todos los ámbitos universitarios, también ha interferido en la manera en cómo los científicos generan conocimiento y cambiado el valor que se le da a éste.
Se habla de la autonomía de las universidades y de su libertad de cátedra, pero en México tenemos una débil tradición de generar saberes, no sólo por la escasez de las políticas públicas en la materia, sino por estas formas ocultas de intervenir en asuntos que unicamente competen a las comunidades académicas, señaló el director de la Facultad de Ciencias Políticas, de la UNAM.
El universitario aceptó que la labor de procurar estándares de excelencia en los proyectos de investigación, incentivar la producción científica y avalar publicaciones de calidad es el mayor logro del Conacyt, pero cuestionó que este sea su principal objetivo y que no genere políticas y estrategias para lograr un mejor país a futuro mediante la ciencia.
“Esto es reflejo de la relación de las universidades y las instituciones generadoras de conocimiento con el Estado. Históricamente ha sido un trato más discursivo e ideológico que de respeto a la autonomía, pues de una manera velada el Estado tiene poder de decisión dentro de las academias. Por eso es que los académicos tenemos que defender nuestros propios proyectos”.
Durante su conferencia dentro del foro “Las instituciones de educación superior y el Estado”, realizado en la UdeG, el doctor en ciencias sociales recordó que en los últimos 15 años el país ha carecido de políticas públicas claras en materia científica y educativa, pues los gobiernos de Ernesto Zedillo, Vicente Fox y el actual presidente Felipe Calderón, no han tenido claro qué programas gubernamentales querían para las universidades.
“No hay una autonomía real de los universitarios para crear sus conocimientos, por lo menos no en términos de concertación política. Por eso no es casual que intenten desaparecer las humanidades. Las intenciones de los gobiernos recientes han tenido una doble dimensión: por un lado generan un juego político de diálogo para tener a las universidades tranquilas, pero por otro mantienen un desinterés por sus necesidades e inciden en sus formas de organización”.
Esta disgregación de intereses ha prevalecido desde hace décadas, pues en un momento de la historia las universidades se convirtieron en espacios de libertad de expresión, que de alguna manera modificaban o incidían en la opinión pública. Esto obligó a que el gobierno les prestara más atención, las vigilara y comenzara a usarlas como elementos para hacer política.
A diferencia de otros países del mundo, la relación entre universidad y Estado en México está politizada, sobre todo ahora que existen nuevas formas de generar conocimiento no sólo dentro de las instituciones de educación superior, sino mediante redes en las que participan empresas, bancos, instituciones gubernamentales y que se enfocan a atender demandas y necesidades de la sociedad civil o del mismo gobierno, explicó.
El investigador enumeró los diversos desafíos que enfrentan los científicos, entre ellos la llamada “sociedad de la información”, que si bien da la facilidad de hacer estudios a distancia, potencia los recursos educativos y ofrece formas novedosas de trasmitir el conocimiento, también significa una informalización y trivialización del saber.
“Existen y son producidos cada día un sinnúmero de textos que se contraponen y generan problemas con los estudios sólidos y bien fundamentados realizados por científicos. Hoy más que nunca la universidad debe definir estas maneras de producción del conocimiento, fomentar las reglas académicas serias, formar estudiantes con capacidad de analizar ideas abstractas, con una sólida enseñanza teórica que reproduzca las formas tradicionales del saber”.
Castañeda Sabido defendió la generación del conocimiento por el conocimiento mismo. Que los investigadores y académicos tengan la libertad para estudiar temas cuyo único fin sea contribuir a una mayor enseñanza.
El foro “Las instituciones de educación superior y el Estado” fue realizado del 30 de septiembre al 2 de octubre pasado, en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades. En las mesas de trabajo en las que participaron investigadores de instituciones educativas en el país, fue analizado el papel de la educación superior en las diversas etapas de la historia del México independiente, así como sus perspectivas para las próximas décadas.
Con esta reunión nacional, organizada por la UdeG, en conjunto con el Espacio común de educación superior, da inicio un ciclo de foros que se llevarán a cabo en todo el país hasta el 2010, en los cuales serán analizados diversos temas relacionados a las instituciones de educación superior, en el marco de las actividades por el bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución en México.

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