Carlos Maciel

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Pilar fundamental de la actividad cultural en la Universidad de Guadalajara, Carlos Maciel se convirtió en un referente obligado para las nuevas generaciones de actores, directores y productores teatrales en Jalisco.
Cirujano dentista de profesión, Maciel, como lo conocen todos, se ha dedicado por entero a la docencia en las Artes escénicas en CUAAD, al impulso de decenas de puestas en escena y al fomento de la cultura en todo el estado.
Después de cuatro décadas en las que apoyó y vio nacer iniciativas como la Feria Internacional del Libro y el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, Carlos Maciel dejará el trabajo universitario, pero no por ello dejará de buscar que la UdeG siga creciendo en el ámbito cultural.

¿Qué le dejan estas más de cuatro décadas en la UdeG?
Yo tengo puesta la camiseta de la Universidad desde antes de nacer, porque toda mi familia ha sido universitaria. Siento a la Universidad como mi alma máter, me dio la oportunidad de ser factor de influencia en la formación de la juventud, me tocó hacer tres cambios de la currícula de las carreras de Teatro y Artes plásticas, hacerlas licenciaturas. Eso ha servido mucho porque aparte de dirigir y dar clases, mi pasión ha sido la producción y he formado a muchas gentes que se han dedicado al teatro. Creo que he dejado una buena semilla. He colaborado con 80 u 85 por ciento de los grupos independientes de danza y teatro en cuestiones de producción. Todo eso se lo debo a la UdeG.

No sólo se ha dedicado a la docencia sino a la promoción cultural, ¿cómo fue este tránsito?
Inicié formando los talleres de música y pintura en la Vocacional. Estar en la Universidad me dio la oportunidad de formar parte de grandes proyectos: el grupo folclórico —cuando era el único representante cultural de la UdeG—, también impulsamos la Feria Municipal del Libro de Guadalajara. A partir de ello me tocó conocer a grandes personajes como Ignacio Arreola, Rafael Zamarripa, cuando formábamos parte del ballet; Rafael Sandoval, junto con quien fui subdirector de la Compañía de Teatro de la UdeG y obtuvimos el Teatro Experimental en comodato; con Onésimo González formamos el primer grupo de danza contemporánea; Hugo Gutiérrez Vega, que primero fue un maestro y ahora es casi como un padre para mí. Y también conocí a muchos jóvenes. Cuando estaba en el ayuntamiento, Ignacio Arreola me pidió que recibiera a un jovencito que se llamaba Raúl Padilla, que luego me invitó a participar en la primera Feria Internacional del Libro y la entonces muestra de cine.

¿Qué anécdotas tiene de esa época de las primeras ediciones de FIL y del Festival de Cine?
Nadie creía en la FIL. Fui el primer subdirector técnico de la feria porque todos nos repartimos las tareas para sacar adelante el proyecto. A Mari Carmen Canales y a mí nos tocó buscar un hotel sede y un espacio para hacer la feria, porque en un principio habíamos pensando en hacerla en el estacionamiento subterráneo de la Plaza tapatía. Lo más curioso es que cuando hablamos con los gerentes, todos nos preguntaban para qué queríamos un hotel sede, nos ofrecían reservar 20 o 30 habitaciones, todos estaban dispuestos a colaborar, pero no creían en el proyecto. Ahora es paradójico que durante los días de FIL se ocupa el 100 por ciento de las habitaciones en Guadalajara.

¿Cómo fue que lo eligieron para ser acreditador nacional en Artes escénicas?
Salió cuando estuve como coordinador de la licenciatura y que también formamos el programa de la nivelación en Artes plásticas, para aquellos que se dedicaron desde temprana edad al teatro y no tuvieron una formación universitaria. De una reunión con varios colegas del país, hicimos la Asociación Nacional de Educación Superior en Arte, ha crecido y ahora formamos también el Comité Acreditador Nacional en Arte, que me avaló como acreditador de licenciaturas en todo el país.

¿Cuáles son los proyectos que emprenderá ahora?
Ahora estoy dejando la Universidad. Hay invitaciones en diferentes lugares, dentro y fuera, para hacer proyectos creativos y administrativos pero aún no hay nada concreto. Lo que tengo claro es que me tengo que ir. Tengo que dejar el espacio para jóvenes nuevos. No me siento acabado, pero siento que mi vida académica en el CUAAD llegó a su límite y me retiro estando bien, como los boxeadores. Eso sí, no dejaré el teatro y la cultura.

Primera persona:
Aunque estudió medicina, ha estado ligado al mundo del teatro siempre desde la academia. Maestro imprescindible del CUAAD, fue fundador de la Feria Internacional del Libro y, junto a personajes como Hugo Gutiérrez Vega, ha sido pieza fundamental en la gestión cultural de la Universidad de Guadalajara

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