Carlos Fuentes

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Mexican author Carlos Fuentes is interviewed by The Associated Press on Wednesday, Feb. 13, 2008 in Beverly Hills, Calif. With the approach of the 50th anniversary of the publication of his first novel, Fuentes says Latin American literature, "is in its glory." (AP Photo/Damian Dovarganes)

El 15 de febrero, en el auditorio Mark Taper, de la Biblioteca Central de Los íngeles, el escritor mexicano Carlos Fuentes dictó la conferencia magistral La nueva narrativa latinoamericana, actividad con que inauguraron el diplomado “Narrativa latinoamericana del siglo XXI: escenarios locales, horizontes globales y voces del relevo”, organizado por la Fundación Universidad de Guadalajara, A. C.
Este diplomado constituye la primera etapa de un proyecto sin precedentes, que llevará a la Universidad de Guadalajara a ofrecer cursos y actividades culturales a la población hispana de esta ciudad estadunidense.
Previo a la conferencia, Carlos Fuentes otorgó una entrevista exclusiva para La gaceta. El novelista fue profuso: habló de migración, de las elecciones en Estados Unidos y de narcotráfico.

Usted ha vivido grandes momentos de la historia mexicana…
Yo nací el año que mataron a Obregón. Imagínese: es la prehistoria. Era el periodo ni siquiera posrevolucionario. Era todavía el periodo revolucionario, que luego adquirió un ímpetu nuevo, reformista, con Lázaro Cárdenas, y después lo siguió una posrevolución que duró hasta Tlatelolco, cuando se desvaneció la ilusión de la revolución y empezó un largo proceso democrático, en el que estamos y que no ha acabado de consolidarse. De manera que he visto un cambio profundo en la vida mexicana en estos últimos años.

¿Cómo define a nuestro tiempo?
Tengo la impresión de que estamos como al final de la Edad media. No sabemos nombrarlo todavía, pero creo que lo que vino, por lo menos desde el renacimiento y las revoluciones francesa, norteamericana y la industrialización, se está desplomando.

Es un tiempo de migraciones
El drama es que vivimos en un mundo global, en el que las cosas, las mercancías, los valores, circulan tranquilamente, pero los seres humanos no. Los trabajadores no tienen el derecho de desplazarse. Les ponen barreras, son perseguidos, se les expulsa y criminaliza. En Estados Unidos hay una disfunción brutal en lo que se entiende por globalización, que yo nombraría preferentemente la internacionalización, para que hubiese un elemento jurídico en esta nueva realidad que estamos viviendo.

¿Qué va a pasar con el mexicano políticamente incorrecto, que es racista y clasista?
Creo que vamos a pertenecer al mundo, nos guste o no. En ese mundo vamos a ser un factor de pluralización, porque podemos hacernos ilusiones de una identidad mexicana inaccesible e impoluta e inconmovible dentro de las fronteras de México. Una vez que salimos fuera, contribuimos a la diversificación de los otros países a los cuales vamos, notablemente a través del factor migratorio.

¿Y la integración?
Por un lado es normal que a veces en la segunda, tercera o cuarta generaciones, los mexicanos que vinieron a Estados Unidos se integren. Pasó lo mismo con los italianos, polacos, rusos, alemanes… durante las grandes olas de migración de fines del siglo XIX y principios del XX.
Lo extraño es la migración masiva de un país vecino a otro. Los mexicanos no tuvieron que cruzar el Atlántico. Simplemente cruzaron la frontera, que es una línea imaginaria. Esto crea una relación distinta, a veces de animosidad: yo soy americano. Puede que mi abuelito haya llegado de Chihuahua, pero yo reniego de ese país. Yo soy de aquí. Otros desean regresar a México, recuperar sus raíces. Algunos quieren hacer una cultura de entendimiento mutuo, de participación y de enriquecimiento entre elementos mexicanos y norteamericanos, que a mí me parece la mejor solución de todas.
México es un pueblo de migrantes…
Los mexicanos en Estados Unidos van a tener que regresar, porque van a cerrar la frontera, porque habrá una depresión americana y tendremos que enfrentarnos a nuestra responsabilidad, que es darles empleo, y no estamos preparados, lo cual es verdaderamente un sinsentido, porque si algo falta en México, son brazos para construir infraestructura, carreteras, escuelas, hospitales… Tenemos la mano de obra para hacerlo, pero preferimos cómodamente que se vengan para Estados Unidos y nos manden 20 mil millones de dólares.
Ese es el desafío que tenemos en estos años.

Y este desafío es compartido…
Es un nuevo trato. Es lo que Roosevelt [Franklin Delano] hizo en un momento de crisis mundial, en vez de recurrir a las armas, al fascismo, a la dictadura, como sucedió en Alemania, Italia, Rusia y Japón. Decidió emplear el capital humano de Estados Unidos y encauzarlo a la reconstrucción del país, en ese momento tan difícil. En México deberíamos tener un new deal mexicano, a ver si se le prende la mecha al gobierno.
¿Habría las condiciones políticas y sociales?
Es una cuestión de voluntad. No había condiciones en Estados Unidos durante la presidencia de Hoover [Herbert Clark]. Llegó Roosevelt y dijo: “yo creo las condiciones”.
Un gran estadista no se somete a las condiciones: las crea.

¿Qué importancia tendrá el voto hispano en las próximas elecciones en Estados Unidos?
Es una elección muy curiosa, porque realmente hay un debate entre los candidatos y sus posiciones. El Partido Demócrata es el partido al que acuden tradicionalmente nuestros trabajadores, y los hispanos en general. Sea Obama [Barack] o Hillary [Clinton] el candidato. Pero el senador McCain, que va a ser el candidato republicano, tiene una buena postura en cuanto a la migración. Sabemos que es el hombre que hizo la ley McCain-Kennedy, que es la mejor que ha habido para el trato de los inmigrantes. De manera que en ese sentido es una esperanza que cualquiera de los candidatos tenga una política más considerada, mucho más racional hacia el trabajo migratorio mexicano.

Sobre la colombianización de México. La novela que está preparando tiene que ver con la guerrilla en Colombia. ¿Cómo ha ido permeando el nacotráfico las esferas políticas, sociales y económicas?
En efecto, este movimiento de sur a norte en el tráfico de droga, cada vez se acerca más a la frontera entre México y Estados Unidos. Conocemos los cárteles, conocemos a los capos de este lado, del lado colombiano y del mexicano. Luego la droga pasa a Estados Unidos ¿Y a dónde va a dar? No creo que sean los capos de Ciudad Juárez o de Tijuana los que se aprovechan del tráfico de droga, sino gente muy poderosa en Estados Unidos.
Es un negocio enorme: pasa por bancos, pasa por estas manos, ¿manos de quién? Misterio. Aquí hay una cosa que creo, con todos los riesgos que implica, se resuelve mediante la despenalización de la droga. Como pasó con el alcohol. Cuando Roosevelt levantó la prohibición del alcohol, siguió habiendo borrachos, pero ya no hubo Al Capones. Lo mismo pasaría ahora. Habría momentos difíciles, pero volveríamos a un nivel más normal en este asunto que se ha vuelto central en el mundo y que ha creado criminalidad y muerte.

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