Canto y vida entre lápidas

2106

Un cementerio suele considerarse como un lugar silencioso y sombrío por su vínculo con la muerte. Pero entre tumbas y pasillos, los silbidos, trinos y alboroto de las aves —que lo visitan o habitan— rinden un homenaje a la vida y a los recuerdos de quien alguna vez fue.

“En la mañana, esto es una fiesta de cantos hermosos para nuestros difuntos”, expresan Soledad Huerta y Felipe González, quienes acuden de mañana al panteón de Mezquitán, en Guadalajara.

Unos rezos, que proceden de unas tumbas cercanas, devuelven cierta solemnidad al lugar. Soledad y Felipe están entre los primeros en acudir al cementerio previo a la celebración del Día de muertos, el 2 de noviembre.

Limpian la tumba de sus familiares, la adornan con flores de cempasúchil y la enmarcan con una pequeña corona. En sus visitas al cementerio, cada ocho días, escuchan los “pajaritos y pericos; de todo hay”.

El panteón de Mezquitán —que cumplirá 125 años el próximo año—, luce despejado y limpio, aunque hay ciertos espacios con basura y tumbas deterioradas, como una ubicada al pie de un frondoso guamúchil. También las hay recién visitadas, u otras con detalles que recuerdan al difunto: una imagen, el escudo su equipo de futbol favorito o los juguetes de un pequeño. Hay secciones mejor conservadas, como la alemana.

Pero el común denominador es el canto de las aves. Desde el ingreso al recinto, carpinteros, gorriones y palomas alas blancas enmarcan las conversaciones. Si bien para muchos pasan desapercibidos.

Sitios idóneos para aves
“Nuestros difuntos siempre están acompañados, porque reciben el canto de las aves”, dice el especialista en ecología de las aves del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA), Óscar Reyna Bustos.

El académico, junto con Daniel Cárdenas Carmona, egresado de la licenciatura en Biología, ha estudiado la diversidad biológica de pajaros tanto en parques urbanos como en cementerios, analizando cuatro panteones de la Zona Metropolitana de Guadalajara: Mezquitán, Guadalajara, Funeral Colonias y Recinto de La Paz. Con el estudio pretendían conocer “si la estructura de la vegetación y la conformación del espacio, en este caso de los cementerios, pudieran influir sobre la presencia de especies”.

Una de las conclusiones es que estos sitios son vitales para su abundancia, dada la vegetación existente y los estratos de construcciones como lápidas. Todo esto favorece el descanso, la sombra, la alimentación y el refugio de las aves.

De acuerdo con el académico, este es uno de los primeros estudios en México que busca conocer la proliferación de aves en cementerios. En Estados Unidos y Europa ya hay investigaciones al respecto.

Los resultados muestran que los cuatro panteones albergan alrededor de 86 especies de aves tanto residentes como migrantes, y por lo menos cuatro de éstas (aves    rapaces) tienen algún grado de protección por la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010.

Tras emitir algunos sonidos para atraer las aves, el investigador del Departamento de Ciencias Ambientales del CUCBA agrega que del total de especies, 68 son residentes y el resto migratorias (Canadá o Estados Unidos) las cuales hacen una parada invernal en esta región hasta febrero o marzo.

Explica que los panteones de Mezquitan y Guadalajara tienen una estructura similar a la de un bosque, con árboles, arbustos y pastos. En el primero es posible observar capulines, arrayanes, guayabos, guamúchiles y flores, las cuales favorecen la presencia de aves. En cambio, en el Colonias puede haber hasta 40 por ciento menos, ya que no hay tantos árboles ni construcciones.

Reyna Bustos subraya la importancia de conservar los parques y cementerios en las mejores condiciones, también por su importancia para las aves. Con actividades como el aviturismo, es posible generar recursos para observar y escuchar las aves.

Artículo anteriorInformes sobre la situación económica, las finanzas públicas y la deuda pública
Artículo siguienteDictamenes 27 de Octubre de 2017