Arturo Paz

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A los tres años de edad quedó ciego, luego de que le inyectaron penicilina. Al principio todo le fue más difícil: no había escuelas especiales para él, así que criado por su abuela, estuvo en las calles, jugando y creciendo con niños y adolescentes que muchas veces le lanzaban piedras. Contrario a sentirse derrotado, con los años decidió ser Un ciego con una buena visión, título con el que registró su primer libro, pensado para las nuevas generaciones de invidentes.
Es pionero de los maestros con ceguera en la Universidad de Guadalajara, para la cual trabajó durante 30 años, hasta que lo jubilaron. Entonces comenzó una nueva lucha: lograr accesos para eliminar barreras arquitectónicas y apoyar a los discapacitados que no han tenido oportunidades.

¿Cómo fue al principio, cuando quedó ciego? ¿Cómo hizo para salir adelante?
Primero pensaba que la gente era mala, que por eso dejaba los carros en las calles, que por eso hacían muchas escaleras. Me fue difícil convencerme. Creía que el mundo estaba en mi contra. Luego vi que somos parte del mundo y que yo era el que debía cambiar. Empecé a entender que lo que pasaba era por ignorancia. No pude cambiar al mundo, yo cambié y el mundo cambió para mí.

¿Por qué decidió ser maestro?
Estuve viendo algunas carreras adecuadas para un ciego. Lo que se me hizo más viable fue la enseñanza. Era difícil ser maestro en aquella época, porque teníamos una sobresaturación de alumnos. Tuve grupos en la Vocacional de 110 estudiantes, pero poco a poco logré convencerlos de lo inconveniente de esto. La fórmula fue decirles cuál era su quehacer y cuál el mío y que si ellos hacían bien el suyo, por mi parte yo sería eficiente en la medida que me lo permitieran.

A partir de su primer libro, ¿qué adelantos ha encontrado en las calles?
Desde 1994, en que escribí el libro, se han logrado muchas cosas. Ahí propongo, por ejemplo, semáforos sonoros y ya los hay; la eliminación de barreras arquitectónicas, y las rampas han mejorado mucho. También ahora hay acceso a los trenes eléctricos. El gobierno va poco a poco, pero el gran cambio es que la gente nos acepta más, se piensa más en nosotros.

Me llamó la atención su computadora con voz, ¿cómo trabaja?
Es un programa de voz con cursores que evitan el uso del ratón. Activa todo con voz. Puedes instalar libros, navegar y chatear. Es como si tuvieras a alguien a un lado, y lee en varios idiomas. El programa es caro: cuesta mil 100 dólares, pero es un gran adelanto, porque yo antes pagaba para que alguien me leyera, pero es difícil que la gente quiera hacer esto.

Ahora está por publicar un nuevo libro, El roble, qué encontraremos en él?
El roble habla sobre un maestro ciego, pionero de los maestros en educación primaria y secundaria. Se llama Sebastián Anguiano Manzano. Él impartía clases de música en la Secundaria Técnica 1. Es un hombre que a través de su conocimiento dio protección a muchos ciegos. Ya está jubilado, con una pensión exigua, y sin embargo sigue luchando.
Su vida y su historia está ligada al fuego. A él le estalló una botella con un cartucho de dinamita, se le quemó su casa y dos hijos, uno de los cuales murió. El libro está listo, pero estamos en espera de patrocinadores para publicarlo. Ojalá que quienes fueron sus alumnos o sus amigos, le ayuden.

¿Qué le parece la propuesta de ley para los discapacitados en Jalisco?
Me parece una buena opción. Esperemos que no quede en letra muerta. Es un buen intento así como está, aunque no considera programas de vivienda y eso es de lo más fuerte que carece la iniciativa. Creo que está muy ambigua, porque debe decir directamente cuáles son los apoyos, pero en general, puede ser buena.

Primera persona

Es pionero de los maestros con ceguera. Después de 30 años de impartir clases de historia en las preparatorias 6 y 4, en la Vocacional, fue jubilado y decidió encauzar su lucha desde otra trinchera: los libros. Escribió Un ciego con una buena visión y El roble. Este último está en espera de patrocinadores.

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