Arte sin pies ni cabeza

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Entras a la galería de arte y te encuentras con la obra llamada Mierda de artista. Autor: Piero Manzoni. Lo que ves son varias latas de metal, que según el texto alusivo, cada una conserva 90 gramos de excrementos de artistas. Preguntas: ¿Esto es arte, o simplemente no entiendo el arte conceptual?
Lo tenido como “arte” ha cambiado a lo largo de la historia. En los últimos años la tecnología digital aplicada para producir imágenes ha transformado la manera de concebir el arte. Un nuevo concepto sobre éste comenzó a circular a finales de los sesenta, cuando en las galerías no solamente había cuadros o esculturas, sino que también exponían propuestas sonoras, verbales, fotográficas y hasta matemáticas.
Los artistas conceptuales tomaron como objeto artístico los mapas geográficos, películas, certificados, esquemas, anuncios, notas de prensa, registros de llamadas telefónicas, planos o cifras y dejaron de utilizar telas, óleos, espátulas y cinceles.
Tenían como fin crear obras no para ser contempladas, sino para que el espectador comprendiera y descifrara los conceptos que proponía el artista.
Esta opción desorienta, porque al renunciar al objeto estético, quebranta una de las definiciones principales del arte. La obra como entidad física ya no existe, porque el concepto está por encima de la forma.

El factor Duchamp
Marcel Duchamp, poeta y pintor francés, estaba interesado por las ideas y decidió abandonar el aspecto físico del arte, para utilizar otros recursos. Su obra Fuente (un simple urinario blanco pegado a una pared), que colocó en una galería neoyorquina en 1917, probablemente estaba inaugurando el llamado arte conceptual.
Desde esa época los elementos de provocación y escándalo empezaron a desempeñar un papel importante para la creación. El artista conceptual Piero Manzoni formuló una de las críticas más radicales a la valoración de las obras de arte en función al aspecto mercantil. Criticaba al comprador de arte sólo por la firma de tal o cual artista.
“Estos estúpidos burgueses milaneses quieren mierda”, afirmó Manzini al presentar su exposición de una serie de 90 latas que contenían 90 gramos de excremento, valuadas según su peso y la cotización del oro.
La última Mierda de artista fue vendida en Milán por 96 mil 774 euros, cerca de un millón 500 mil pesos, según el índice Artprice. La mayoría de las latas está en manos privadas, pero algunos museos, como el Tate Modern (Londres), el Moma (Nueva York) o el Pompidou (París), ya las tienen en sus colecciones como una de sus piezas más preciadas.
Los coleccionistas aseguran que compraron las latas por tener una inversión segura, otros, por devoción, y la mayoría porque son famosas y cotizadas.
David Aceves, profesor e investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas, de la Universidad de Guadalajara, explicó que el arte conceptual es una etapa evolutiva en la que nacen nuevas formas de creación y manifestaciones artísticas, pero no significa que lo conceptual se contraponga a las formas clásicas.
“La obra Mierda de artista, una serie de latas embasadas con mierda; aunque nadie lo haya atestiguado, se entiende como la posibilidad de que el artista puede usar todos los elementos que hay en el entorno”.
Críticos de la galería de arte moderno más importante de Inglaterra, el Tate Modern, aseguran que Mierda de artista es una pieza seminal y central en relación con la fascinación por el valor comercial y la autenticidad de la obra de arte: “Nosotros no podemos abrir la lata. No queremos destruir la obra”.

Terreno subjetivo
El arte conceptual tiene una propuesta y dinámica diferente a las artes clásicas. “Es muy difícil determinar si es o no arte, por la personalidad subjetiva de este oficio, ya que para alguien una obra puede causarle un sentimiento y para otro significar una porquería”, indicó David Aceves, quien también es maestro y doctor en técnica y conceptos de arte, por la Universidad Complutense de Madrid.
“La única forma de saber que algo es arte, es dejar que transcurra el tiempo. El único aliado es la honestidad del artista, y el tiempo. Tiene que ser una propuesta válida, verídica y el tiempo es el que juzgará al artista, porque el arte es subjetivo y personal”.
Según el manifiesto de los artistas conceptuales, puede haber algunas características en sus obras. Una de éstas es que ofrecen líneas escritas, para que sus espectadores imaginen lo que tuvo en mente el creador.
El uso de la palabra escrita representa uno de los medios más claros para transmitir una idea. La graficación de la palabra posee, además, una cualidad artística que numerosos creadores exploran en la actualidad. La escritura se convierte en un elemento de composición. Además, canaliza la mirada del público, hablándole de la imagen y hasta del mismo espectador. Como el cuadro que dice: “Si quieres, piensa en tu respiración mientras miras y lees esto”.
La palabra es un medio directo para transmitir un pensamiento que desorienta por su contenido incongruente, agresivo o hasta absurdo.
También utilizan el tiempo y lo deforman para causar diversas apreciaciones. Hay quienes usan la fotografía o la televisión para despertar la conciencia en torno a ciertos fenómenos de la percepción. Lo que se cree ver es confrontado con lo que realmente se da a ver.
El artista plástico On Karawa visualizó igualmente el tiempo pintando cada día una tela que representa en cifras la fecha en que fue realizada. Si no conseguía terminarla dentro de 24 horas, la destruía. Fue el primero en emplear telegramas o tarjetas postales como medios de expresión. Algunas decían “Vivo todavía” o “No me suicidaré, no te preocupes”, que aunque no transmiten conceptos precisos, aparte de la escritura, informan sobre la personalidad del artista.
Este desplazamiento del concepto artístico hacia el hombre, se encuentra en Stanley Brown, cuando en 1970 lanza su medida personal y recorre una colonia con un contador en el pie que registra el número de sus pasos.
A la identificación física de la obra y el creador responde la búsqueda de una identidad individual, que integra en sus prácticas el desenvolvimiento de su propia existencia, vinculada a una concepción del mundo.
David Aceves indicó que es necesario involucrarse más con la obra e investigar acerca del artista. “Hay que meterse en su trayectoria, en su deambular día a día. Hoy existe una dificultad para entender a los artistas. Asimismo hay dificultad para reentender a la sociedad que vivimos”.
Según el manifiesto de los conceptuales, su búsqueda es la puesta en duda de los valores de la sociedad actual. Combate la apropiación de ideas del sistema establecido y hace un llamamiento a la sociedad para que participe intelectualmente.

El medio artístico en México
México es un país en ebullición, un país de contrastes, donde conviven la pobreza y la riqueza. Por su condición es un país que invita a crear, señala el investigador David Aceves, quien también realiza intervenciones artísticas en la naturaleza.
“Es un escenario muy bueno para producir, quizá no para comercializar. Las políticas culturales dan mayor peso al impulso del arte popular, porque somos un país productor y consumidor del arte popular, pero olvida el arte contemporáneo”.
Mientras, el nivel educativo es ineficiente, sobre todo en Guadalajara. Los creadores no pueden jugar un papel relevante en el ámbito internacional y el público no está acostumbrado a ver este tipo de obras. Carece de conciencia crítica para exigir creaciones contemporáneas de calidad y se dedica a rechazar todo lo que ve.
En 1995 existía la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (Fitac) en Guadalajara. Sin embargo, la suspendieron por falta de interés. “La comunidad tapatía se medio alborota cuando le tocan sus planteamientos cristianos, católicos y de derecha, pero es una sociedad adormilada y apática a todo. La sociedad tiene que involucrarse y abrirse un poco más: dejar su cerrazón. El problema es que en Guadalajara no hay propuestas de calidad, ni para las artes clásicas ni para las contemporáneas”.
Es necesario crear talleres donde un artista de talla mundial imparta cátedra para impulsar el arte contemporáneo en nuestra ciudad, además de abrir más espacios para estas manifestaciones.
Frente a las obras artísticas actuales hay que adoptar una actitud crítica, fundada en el análisis y el conocimiento, y a la vez desembarazarse de prejuicios. El espectador crítico debe aceptar la pluralidad de la representación, de códigos y lenguajes y examinar cada propuesta artística a la luz de su coherencia interna, conceptual y poética.
Paula Santiago y Teresa Margolles son algunas de las artistas mexicanas que compiten en el ámbito internacional por la calidad de sus obras, según la apreciación de David Aceves.

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