Arma de doble filo

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Aspectos Generales

Si bien surge de un descontento social legítimo, el llamado al boicot electoral que busca que la gente no vote el 7 de junio, es una navaja de doble filo. Aunque será una cachetada para demostrar a los políticos que hay sectores que no están dispuestos a legitimar su sistema, también terminaría por beneficiar a los partidos grandes con voto duro, considera el académico del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), Igor González Aguirre.

Los procesos electorales se vuelven coyunturas para manifestar el hartazgo que provoca la clase política. En 2009 fue el Movimiento “Anula tu voto”, en 2012, el #Yosoy132, y en 2015, el llamado es a ni siquiera acudir a las urnas.

“Esto tiene una fuerte resonancia en el plano simbólico. Manda un mensaje poderosísimo. Creo que la importancia radica en eso. Creo que habrá una afluencia baja a las urnas, considerando que las elecciones intermedias tienden a una menor participación, y más con el descontento por lo ocurrido en Ayotzinapa”, reflexiona el académico.

Personajes como el poeta Javier Sicilia y los sacerdotes Alejandro Solalinde y Miguel Concha, hicieron un llamado el 9 de febrero pasado a no votar en las elecciones, ya que eso sería legitimar a un sistema corrupto de partidos. Esta estrategia atiende al llamado de los padres de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa desaparecidos el 26 de septiembre en Guerrero.

“Nuestra primera apuesta sería boicotear, en el buen sentido de la palabra (…), las elecciones. Ya sea por el voto en blanco o por el voto nulo. Ir a esas urnas es decir sí al argumento de la PGR sobre Ayotzinapa, sí a que nos sigan extorsionando, sí a que no haya justicia, sí a que siga el 95 por ciento de impunidad. Eso es lo que vamos a ir a convalidar”, dijo Sicilia en Oaxaca.

Luis Lomelí, conocido como “El Chiva”, encabeza el movimiento de la Contracampaña en Guadalajara. Sostiene que en los cruceros donde reparten volantes con cifras de los recursos multimillonarios que dilapidan los partidos políticos, la gente manifiesta que comparte su hartazgo.

“Estamos haciendo el llamado a la gente para que no vote, pero también a que se organice y trabaje en los barrios. Vamos a generar mesas de discusión, a las que vamos a invitar a jóvenes de los partidos políticos, con total apertura, para que no sea sólo nuestra postura, sino un debate amplio”, afirma el egresado de Economía en el Centro Universitario de Ciencias Económico Adiministrativas.

Tania Ramírez Acosta, otra de las participantes de Contracampaña, asegura que el abstencionismo es una forma de sacudir las conciencias de la clase política. La meta es que por la baja participación, las elecciones sean inválidas y que sea la gente la que tome el control con consejos ciudadanos.

“Hemos recibido buena respuesta. Los ciudadanos están molestos por las reformas, la energética, la laboral y por lo ocurrido en Ayotzinapa. De la Asamblea Nacional Popular salió esto que está llegando a varios puntos del país. Ya no queremos legitimar este sistema putrefacto”.

En las oficinas de prensa del Instituto Nacional Electoral y del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, explicaron que no existe ninguna disposición legal que abra la puerta a elecciones inválidas por bajos niveles de participación.

“No está considerado. El artículo 76 de la Ley General de Sistemas de Medios de Impugnación establece las causales de nulidad de una elección de diputado de mayoría relativa y ese supuesto no entra”, aclaró el consejero electoral del IEPC, Mario Ramos.

Favorece a los grandes partidos
Para González Aguirre, esta batalla es legítima y atractiva no sólo para los jóvenes, sino para la mayoría de la sociedad que no se siente representada por ningún partido político. Sin embargo, para que tuviera éxito se requierirían otras condiciones más sólidas en el plano de la ciudadanía.

“Los que se van a ver beneficiados con la ausencia de los ciudadanos en las urnas son las instituciones políticas que tienen el voto más duro. Eso me divide, aunque me decantaría por las demandas legítimas de la sociedad y de los padres de los normalistas de Ayotzinapa”, apunta el académico.

Al respecto, Luis Lomelí se dice consciente de esa crítica, pero justifica que ir a votar sería lo mismo que ser cómplices de la partidocracia.

“A nosotros nos han dicho esa crítica de que favorecemos a los partidos grandes. Pero no queremos legitimar un sistema electoral que no es alternativa. A fin de cuentas, aunque votes, favoreces al sistema. Nuestra propuesta es no votar para que la gente se organice independientemente”, argumenta.
En la página de Facebook de Contracampaña Guadalajara, citan la siguiente frase que atribuyen a Ricardo Flores Magón: “El trabajador que empuña una boleta electoral es digno de lástima, porque él mismo se nombra a sus verdugos, él mismo fabrica el látigo que ha de cruzarle el rostro”.

Varios movimientos
El movimiento anulista de 2009 no tuvo efectos jurídicos ni efectos políticos, pues no se identificaba a quienes invalidaban su sufragio. Y aunque al principio la partidocracia reaccionó descalificando esa actitud, que tacharon de antidemocrática, al final ni se inmutaron. En aquellos comicios el voto nulo alcanzó el cinco por ciento.

Al Movimiento #Yosoy132 se le menospreció y políticos de la vieja guardia lo vieron como un clamor juvenil que se disiparía al pasar el proceso electoral de 2012. Las marchas llegaron a aglutinar a más de 20 mil jóvenes y hasta la organización de un debate, al que no acudió Enrique Peña Nieto. También hubo manifestaciones en contra de su toma de posesión, que dejaron como saldo a 60 jóvenes detenidos y otros tantos en el interior del país.

“Creo que son distintos. Lo que motivaba la acción era diferente. Pero finalmente hay una serie de continuidades. La visibilidad que adquiere el caso Ayotzinapa se cimenta en buena medida en las actuaciones que tuvieron los de Yo soy 132. Si bien es cierto que son movimientos diferentes y con orígenes diferentes, hay coincidencias: el uso de los medios alternativos de comunicación y de las tecnologías del conocimiento, la organización que se moviliza como instancia productora de sentido o el eco entre la sociedad. Y la continuidad fundamental que comparten los movimientos de los últimos cinco, diez años, pone de relieve que es un país distinto, por lo menos en el plano de la sociedad, que ya no es pasiva”.

No obstante, considera que a los políticos no les cae el mensaje que la sociedad les manda, por su mirada obtusa: “Ser cínico implicaría darles una potencia que ni siquiera tienen. Más bien tienen mirada estrecha. Como viven en una especie de Olimpo no alcanzan a ver los mensajes que emite la ciudadanía y genera ese divorcio evidente entre gobernantes y gobernados”.

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