¿Alternancia o democracia?

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La democracia electoral en México tiene apenas 11 años y ya muestra evidentes señales de crisis. La inseguridad, la reiteración de prácticas de poder del antiguo régimen, hacen que el país presente rasgos de un Estado fallido. El panorama político, a sólo un año de las elecciones, plantea situaciones ambiguas: la alternancia en el poder, una de las características principales de una democracia electoral, podría favorecer al partido que fue derrocado en su nombre después de 71 años, y que había puesto en entredicho justamente la alternancia e incluso la misma democracia.
Otro aspecto a considerar es la duda, compartida por varios sectores sociales y políticos, de que este partido haya abandonado las antiguas prácticas corporativistas y corruptas que lo caracterizaron cuando gobernaba el país, y que contribuyeron a su derrota en las elecciones de 2000. No obstante, y en esto reside la ambigí¼edad, el PRI luce como favorito incuestionable en todas las encuestas previas.

Situación política rumbo a las elecciones
Según el investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, doctor Jaime Preciado, las elecciones de 2012 serán altamente conflictivas, porque está en juego la viabilidad de un sistema político caracterizado por la alternancia, en base a procesos electorales pacíficos, que “le dan un piso aterciopelado al cambio de autoridades en nuestro país”.
Sin embargo, hay escenarios que en varios niveles cuestionan esta viabilidad. “En primer lugar la cuestión de la violencia y la inseguridad, que marcará las principales preocupaciones del electorado”.
El narcotráfico representa uno de los poderes fácticos, que según el entrevistado, “marcan el sentido y la direccionalidad del voto y que juegan un papel determinante en los procesos legislativos y en el ejercicio de los poderes republicanos, pero por los cuales no fueron electos, no rinden cuentas ni asumen responsabilidad alguna”.
Además del narco, que controla los poderes locales en alrededor de 400 municipios del país (casi una sexta parte), citó a los medios de comunicación y las jerarquías eclesiásticas, en particular la católica.
El especialista señala que otro factor es el carácter partidocrático del sistema político mexicano, que monopoliza la gestión del país: “Esto se ha acentuado en los últimos años, implicando que los políticos profesionales y la burocracia de los partidos crearan un círculo perverso en el que no han admitido que se hagan las reformas suficientes para eliminar los conflictos que genera la falta de legitimidad y de un apoyo razonado e imparcial que garantice la equidad en el sistema político-electoral”.
Al respecto comenta que sigue congelada la iniciativa de reforma del sistema electoral propuesta por Felipe Calderón hace más de un año. Considera que el asunto de seguridad y la dudosa capacidad de la autoridad electoral para cumplir con las medidas de control sobre las relaciones entre medios de comunicación y partidos, son temáticas que se tienen que enfrentar urgentemente antes de las elecciones, para garantizar que no haya apoyos indiscriminados hacia determinados candidatos.
A lo anterior se suma el aspecto llamado “desencanto democrático”, que hace ver “que hay una distancia insalvable entre representantes y representados; las cadenas de intermediación política están altamente deterioradas y esto hace que no se fortalezcan formatos participativos que permitan al electorado ir más allá de la emisión de su voto”.
La evidencia se encuentra en la última encuesta Mitofsky, realizada en mayo, la cual reveló que el interés para la política es bajo, ya que el sector de los “muy interesados”, que en 2005 era del 18 por ciento de los encuestados, ahora alcanza apenas la mitad de este porcentaje, mientras que crece a 62 por ciento los que son “poco o nada interesados”.
En la Encuesta nacional del gabinete de comunicación estratégica, de marzo pasado, a la pregunta de “¿Irían a votar si las elecciones fueran en este momento?”, el 12 por ciento respondió que no, mientras que un 20 por ciento afirmó que no sabe o no contestó.
Lo anterior –continua Preciado– “redunda en una falta de calidad democrática, si con ello entendemos por un lado que exista un Estado de derecho, que implica una institucionalidad nutrida de relaciones entre Estado y sociedad; por otro un sistema de rendición de cuentas que otorgue poder al voto ciudadano, y finalmente mecanismos que lleven a las consecuencias de las cuentas que se rinden”.
Al respecto agrega: “entonces tenemos un gran hueco en nuestro país, donde la impunidad y la corrupción siguen siendo uno de los elementos principales. En lugar de un piso aterciopelado, tenemos un piso agrietado que hace suponer que las elecciones de 2012 tendrán un escenario muy conflictivo”.

Los candidatos y las campañas
En la carrera a la presidencia del próximo año desempeñarán un papel determinante los candidatos. “Hay una tendencia internacional a una mayor personificación de la política. Esto significa que la gente toma en cuenta el carisma del candidato, su imagen, su arraigo y capacidades, e indudablemente el perfil de quien se postule va a ser importante en la próxima contienda electoral”, explica el doctor Andrés Valdez Zepeda, investigador del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas.
También este aspecto parece favorecer al Partido de la Revolución Institucional. De acuerdo a la Encuesta nacional del gabinete de comunicación estratégica, el favorito para cubrir el cargo de presidente de la república es Enrique Peña Nieto. El probable candidato del PRI cuenta con el 37 por ciento de las preferencias absolutas, mientras que en la terna propuesta con Andrés Manuel López Obrador y el ex secretario de Gobernación, Santiago Creel, el actual gobernador del Estado de México alcanza el 58 por ciento. También, según la encuesta Mitofsky, a uno de cada tres mexicanos le gustaría que el próximo presidente fuera Peña Nieto.
El investigador opina que las preferencias electorales hacia el PRI se deben “en primer lugar a la profunda decepción que tienen los mexicanos respecto de los gobiernos panistas, y segundo a la incapacidad de una fuerza tercera, en este caso la izquierda que, de alguna manera, se ha autodestruido, para representar una opción alternativa de gobierno creíble”.
Agrega que “en gran medida el PRI no ha crecido por lo que ha hecho, sino por lo que han hecho o lo que han dejado de hacer sus opositores”. Por eso, y porque “el PAN se ha caracterizado por acudir a la estrategia de campañas negativas, es decir, tratar de ganar la contienda no con base en sus propuestas o proyectos, sino con base en atacar y denostar los adversarios”, prevé una campaña electoral en la que no se excluyan los golpes bajos.
El arresto de Hank Rohn y la polémica que este desató, por ejemplo, hacen ver que “en México, desgraciadamente, se siguen impulsando campañas de Estado en que se utilizan instituciones como la PGR, y recursos públicos para tratar de ganar las elecciones y derrotar a los adversarios”.
Comenta que la campaña girará alrededor de cinco temas centrales. En primer lugar la inseguridad, y coincide con Jaime Preciado que este será “el gran invitado de piedra en las campañas electorales, pero el problema es que no discutirán a fondo esta cuestión”, sino que le darán un uso político superficial en aras de conseguir votos, sin presentar una propuesta detallada sobre las estrategias a implementar para combatirla.
Los otros tópicos serán la cuestión económica –el empleo y los ingresos de los mexicanos–; la eficiencia gubernamental y la corrupción creciente en las instituciones; la pobreza, en un país donde la mitad de la población padece de ella, y por último, los servicios que el Estado brinda a la población, como salud y educación.
A un año de distancia, el PRI es favorecido en las encuestas, con unas preferencias que superan por mucho el 30 por ciento. Todo pinta para que de nueva cuenta se dé la alternancia. ¿Esto es garantía de democracia? El doctor Preciado considera que en México “hay condiciones institucionales para que la democracia sea alternancia en el poder, pero hay que contextualizar: ¿El PRI tiene una vocación democrática? Y allí es donde vienen las dudas. Mucho nos cuestionamos si la alternancia per se es garantía de democracia”.

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