Allora & Calzadilla y el hámster

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“¿Estados Unidos traerá el León de Oro a casa de nuevo?”, se pregunta el sitio especializado Artinfo como titular de la noticia que anuncia el éxito de Gloria, la exhibición que representa a los Estados Unidos en la 54 Bienal de Venecia desde el pasado 4 de junio y hasta el 27 de noviembre.
Tras la guirnalda de Bruce Nauman en 2009, la expectativa, fruto del característico espíritu de competencia de dicho país, guarda una relación complementaria al significado de la propia Gloria, nombrada en graciosa ambigí¼edad entre el latín del pasado imperialista del anfitrión, el cada vez menos subyacente español entre los norteamericanos y otro español más: el oficialmente reconocido pero pragmáticamente estigmatizado de Puerto Rico, donde residen los autores, Jennifer Allora (Philadelphia, 1974) y Guillermo Calzadilla (La Habana, 1971)
Emparejados creativa y vitalmente desde 1995, son ampliamente reseñados en Europa, pero para América son unos “desconocidos”, según destacó en una nota The New York Observer: Sus nombres no sonaban a nada de este lado del Atlántico sino hasta hace un par de años y más específicamente hasta el invierno pasado, cuando presentaron en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) “Stop, repair, prepare: Variations on ‘Ode to joy’ for a prepared piano” (“Detenerse, reparar, preparar: variaciones sobre ‘Oda a la alegría’ para un piano arreglado”), una complicada pieza musical-performativa en la que un pianista toca desde un hoyo abierto en el centro de la caja del instrumento, mientras camina lentamente arrastrándolo por la sala.
La característica más preponderante en el trabajo de la dupla es su contenido político, aunque la descripción anterior no parezca sugerirlo. En Venecia, sin embargo, la pieza que más estupor ha causado no necesita informaciones externas para comprender la aguda crítica: “Track and field” (“Rastro y campo”) se compone de un tanque militar colocado con las bandas hacia arriba; sobre una de éstas, una caminadora eléctrica en la que un atleta de alto rendimiento —uno de ellos Dave O’Brien, oro olímpico en 1996 en decatlón— corre durante media hora, mientras el vehículo modelo 1945 y veterano inglés de la guerra de Corea funciona sin avanzar.
La idea era conseguir un Abrams, el clásico estadounidense, pero “El mercado de los tanques es muy limitado y no había uno disponible para la venta no militar ahora”, declaró divertida Allora para la National Public Radio (NPR). La transacción, sumada a las no menos costosas facturas de las otras cinco piezas de Gloria, sumó un estipendio superior a un millón de dólares, patrocinado una parte por el Departamento de Estado de Estados Unidos, encargado oficial de estos menesteres, y otra parte por la empresa de moda Hugo Boss.
Las intrincadas relaciones significativas de la pieza trascienden la obvia crítica al militarismo y las empresas bélicas tan caras al gobierno de EE.UU. e incluso trascienden también a las lecturas de política externa que el mismo artículo de NPR ha sugerido en ligación a los conceptos de soft diplomacy (diplomacia suave) o smart power (poder inteligente) acuñado por la actual administración del presidente Obama, sino también por la sutileza de la representatividad nacional recaída en un % sobre el cubano Calzadilla, asimismo como la “inclusión” del territorio no incorporado pero tampoco soberano de Puerto Rico.
“Pero también puedes reflexionar sobre la escultura, la gravedad, el peso, el ensamblaje, performance, el sonido. De modo que tiene múltiples registros que hacen que la pieza exceda un único propósito utilitario, práctico, funcional”, dijo Allora en la ya citada declaración.
Son traducciones adecuadas de performance: “representación”, “desempeño” y “espectáculo”. De cada una de ellas se desprenden múltiples lecturas. De la tercera, una particularmente perturbadora para quienes vivimos entre la indiferencia y la inminencia de una justa deportiva en la más clásica tradición romana (adoración anatómica, entretenimiento masivo), pues la existencia de la obra supone la ejecución de la acción que critica: la absorta y contemplación de un circo construido de ideales fatuos.

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