Alimentos más caros

724

El reciente aumento de los precios de varios alimentos, como el huevo, los granos y aceites, tiene una explicación económica. Para simplificarla, vale la pena hacerlo por partes. En primer lugar, hay que recordar que el mundo ha visto las tasas de interés más bajas en los activos más seguros, que son la deuda de gobiernos, desde 2001. Cuando esto sucede, los grandes inversionistas buscan dónde asignar su dinero con los mayores rendimientos e indagan otras alternativas, de forma que el destino natural es el mercado accionario, que entre 2001 y la primera mitad de 2006, tuvo rendimientos envidiables.
La segunda parte de la explicación está relacionada con los altos rendimientos bursátiles. La suma de estas dos partes (las bajas tasas procedentes del gobierno y el auge del mercado) elevan la demanda de las acciones, que, como sucede en cualquier mercado, hace que los precios de las mismas suban. De esta forma nació un incentivo para que hubiera préstamos malos en el sector financiero, sin excluir al inmobiliario y de consumo. Algo similar a lo que sucedió en México en la primera mitad de los noventas, y que fue digno de considerar en tiempos actuales, por la expansión desmesurada de las tarjetas de crédito.
Esta es la tercera parte de la explicación: los malos préstamos en el sector inmobiliario y de consumo crearon una “burbuja”, lo que significa que hay demasiado dinero asignado a algo que en realidad no tiene tanto valor (como fue el caso del mercado inmobiliario). Sumando estas tres partes (las bajas tasas de gobierno, el auge del mercado y los malos préstamos inmobiliarios y de consumo) hay que tener presente que, cuando existe una crisis de confianza generada por la revelación de esta burbuja, los inversionistas buscan mejores proyectos y refugios para su dinero.
Esto nos lleva a la cuarta parte de la explicación. Los mercados de los llamados commodities (oro, petróleo, plata, granos como el maíz, el trigo y la soya) recibieron grandes cantidades de dinero fresco que estaba en búsqueda de refugio, y por lo tanto, los precios a los que se negocian recibieron un impulso para subir.
La quinta parte de la explicación radica en que al utilizar granos para producir combustibles, la demanda de los mismos crece a tasas aceleradas y con esto los precios del maíz y del trigo.
Sumadas las cinco partes (las bajas tasas de gobierno, el auge del mercado, los malos préstamos inmobiliarios y de consumo y un aumento de la demanda por commodities), se tiene el efecto de la subida de porcentajes “altos” del precio de los granos, lo que a su vez impulsa el alza en los demás alimentos, ya que bienes como el maíz y el trigo son clave para producir leche y carne. El resultado final fue que en un periodo de tiempo corto, los precios de la mayoría de los alimentos, aumentaron.
El pronóstico en el mercado internacional es que cuando las personas vean que producir granos es rentable (por los precios altos), el dinero fluirá hacia allá (sea por medio de bancos, fondos de inversión o incluso con la compra de ranchos), esperando que en el mediano plazo el crecimiento de la oferta traiga los precios de nuevo hacia abajo.
Es necesario agregar que las proyecciones de crecimiento de la economía más grande del mundo, se han deteriorado considerablemente, y cuando la demanda de los estadunidenses por commodities se contraiga, los precios deben reducirse también.
Es difícil concluir que el nuevo impuesto a la gasolina, de dos centavos mensuales, constituya el único causal de la subida de precios en los alimentos. Incluso tal vez sea el menos importante, sobre todo si consideramos que en años anteriores la gasolina magna tuvo un crecimiento en su precio de tres centavos por mes, solo que la prensa no lo enfatizó.
Tampoco es una situación sobre la que el gobierno tenga mucho control. Los precios de los granos los fijan los mercados internacionales, en los que poco puede hacer un país aisladamente.
Lo que resta es esperar a que los altos precios en los granos sirvan como una señal de que es rentable invertir dinero en el campo y que la oferta de los commodities crezca, para que los precios bajen.
Mientras tanto el gobierno advirtió que vigilaría que los precios no fueran desmedidamente aumentados por los comerciantes, de forma que, como siempre en economía, el crecimiento en el precio de un bien beneficia a algunos y perjudica a otros. Este debe ser un buen momento para producir granos y que el campo sea, otra vez, una inversión rentable.
Lamentablemente en México las cadenas productivas tienen serias deficiencias. La falta de competencia entre los intermediarios de los alimentos, provoca una diferencia entre los precios a los que compra el consumidor final, de hasta tres veces los precios a los que el productor inicial vende. Lo anterior no permite que dichas alzas en los alimentos sean aprovechadas por los agricultores nacionales. Por lo tanto, los ingresos del sector agropecuario no crecen.
Los políticos sostienen, por un lado, que el campo mexicano debe ser atendido, porque en México no es rentable, y por otro, exigen que los precios de los alimentos sean vigilados. ¿De qué forma pueden coexistir estas dos ideas?
La situación revela con claridad que si las cadenas productivas fueran eficientes, los intermediarios tendrían niveles de competencia, y el aumento en el precio de los alimentos se vería reflejado en una mejor vida de los pobladores del campo mexicano.

Artículo anteriorBoleto hacia la discriminación
Artículo siguienteBienvenida del Rector general maestro Carlos Briseño Torres al ciclo escolar 2008-A.