Alimentación convivencia y salud

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080529 CIUDAD Y REGION personas con obesidad en el centro de guadalajara gordo FOTO RAFAEL DEL RIO RDR010

Los tiempos cambian, las ciudades crecen y con ellas se modifican los hábitos de sus habitantes. Mientras que la modernidad cautiva a los citadinos con sus comodidades que emanan de la tecnología, también se acelera el ritmo de vida, y con él se deteriora la salud.
El ritmo de vida en las regiones urbanas ha erradicado algunos hábitos vitales para el buen funcionamiento del organismo. Comer en casa y a sus horas, ingerir alimentos saludables y la práctica de actividad física son hábitos poco propicios en un ambiente urbano.
Las distancias largas, los horarios rutinarios, la comida rápida y el sedentarismo son hábitos casi necesarios en las grandes ciudades, que poco ayudan a tener buena salud y a evitar enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, dislipidemia o cáncer.
La alimentación es uno de los pilares básicos de la salud, plantea la investigación sobre la conducta alimentaria y la actividad física en Zapotlán el Grande, realizada por investigadores del Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara (UdeG), coordinada por la maestra Esther Barragán Bautista. Los investigadores encontraron en los resultados preliminares del estudio, que el 67 por ciento de la población de Zapotlán el Grande padece sobrepeso y obesidad.
Los nuevos hábitos sociales en pro de las enfermedades crónicas se adoptan a nivel mundial, sin embrago son más comunes en los países en desarrollo, y aún más en América Latina. El estudio coordinado por la doctora Barragán, plantea que en México durante los últimos 11 años las mujeres de entre 18 y 49 años pasaron de ocupar el 9 por ciento de la población con obesidad, a un 24 por ciento. En cuanto al sobrepeso, de ocupar un 24 por ciento, ahora ocupan el 35 por ciento.
Además de la alimentación, la actividad física es también un factor importante. Aseguran los investigadores que cerca de dos tercios de la población mundial mantienen prácticas sedentarias como resultado de la urbanización. Asegura la Organización Mundial de la Salud (OMS), que “el sedentarismo es uno de los factores de riesgo más importantes para sufrir enfermedades crónicas no transmisibles, junto con la alimentación inadecuada y el tabaquismo”. El incremento en el uso de automóviles particulares ha contribuido de manera importante en la obesidad y el sobrepeso que la población está adquiriendo.
Es la modernización de la sociedad lo que deteriora cada vez más la salud, tal y como lo señala el estudio: “el proceso de cambio social se refleja en una desestructuración de los comportamientos relativos a la alimentación. Esto resulta del individualismo en las consultas de elección sobre cómo alimentarse”. El municipio de Zapotlán el Grande no se ve exento de esta dinámica.
Las causas van desde la inserción de la mujer al mercado laboral, el consumismo, el abandono de costumbres tradicionales como comer en familia y las actividades sedentarias durante el tiempo libre, como ver la televisión. Las consecuencias son visibles en los cuerpos de las personas con obesidad y sobrepeso, pero también se reflejan en la taza de mortalidad, en la que las enfermedades crónicas, a nivel mundial ocupan el 60 por ciento, y de seguir a este ritmo, para el año 2020 podrían ocupar el 73 por ciento de las causas de muerte.
En las grandes ciudades, debido a las distancias y a los horarios laborales, muchas personas no tienen la oportunidad de comer en su hogar y consumir una dieta equilibrada, lo que hace del comer fuera de casa, ya no un lujo o una ocasión especial, sino parte de un estilo de vida, se plantea en la investigación.
Los resultados preliminares del estudio arrojan que la población de Zapotlán el Grande adopta hábitos que se convierten en factores de riesgo, como la omisión de las comidas, el consumo de alimentos fuera de casa y los ayunos prolongados.
En Zapotlán el Grande, apenas un 40 por ciento de las familias acostumbra a comer en el hogar con todos los integrantes reunidos, el 68 por ciento de los habitantes omite el desayuno de uno a dos días por semana, el 78 por ciento la comida y un 58 por ciento, la cena. Ante estas circunstancias, la investigación califica de manera general a la población de tener malos hábitos alimenticios.
En cuanto a la actividad física tampoco fueron favorables los resultados. Según la investigación, el 50 por ciento realiza actividad física “a la ligera”, y sólo el 13 por ciento aseguró hacerlo de manera vigorosa. El motivo principal de la inactividad, resultó ser la falta de tiempo, pero un 22 por ciento aseguró no hacerlo porque no le gusta.
Según la investigación, estos hábitos “generan una mala evaluación de la conducta alimentaría en los zapotlenses, así como el empleo de tiempo en actividades sedentarias y la no realización de actividad física que se presenta”, generando así factores de riesgo importantes para la presentación de enfermedades crónico degenerativas.

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