Alejandra Sánchez Inzunza

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En diciembre de 2011, la mexicana Alejandra Sánchez Inzunza y los españoles José Luis Pardo y Pablo Ferri, emprendieron un viaje que iría desde México hasta Chile. Los tres periodistas tenían el proyecto de recorrer el continente para hacer crónicas de todo tipo.

Iniciado el camino, terminarían por enfocar sus historias al tráfico y consumo de drogas, en un hilo conductor que cohesiona a toda la región. Los reportajes que se fueron publicando por entregas en El Universal, ganaron el año pasado el Premio Ortega y Gasset, así como el Premio Nacional de Periodismo, para luego publicarse por entero en el libro Narco América de la editorial Tusquets. En entrevista, Sánchez habla sobre la necesidad del texto, porque estamos tan “arrasados por nuestros propios problemas” que no entendemos cómo afecta el narcotráfico a otros países.

¿Cuál es la diferencia entre este libro y otros que abordan el tema del narcotráfico?
Para empezar que es transnacional, desde Estados Unidos hasta Chile, así que da una visión global. Intentamos salir de los estereotipos respecto al narcotráfico, no hablar tanto de las organizaciones criminales y estructuras, de grandes capos y narcocorridos, porque no era lo que nos interesaba. Lo que queríamos era saber cómo afectaba este fenómeno a gente común que por cuestiones geográficas, de corrupción, cultura o pobreza, terminan formando parte de la cadena del crimen organizado. No sólo los narcotraficantes, sino los propios consumidores y víctimas.

¿Corrieron peligro sus vidas en algún momento?
No. Siempre íbamos contactados por periodistas locales, alguna Ong, a veces por policía o ejército, variaba, pero nunca fuimos solos. En los lugares sabían que nos iban a recibir, y eso da ciertas condiciones de seguridad. Los que realmente están en riesgo son los periodistas locales. Ellos no podían hacer el tema que queríamos porque los conocen y saben dónde viven. Hay más facilidad para la prensa extranjera, porque nos vamos. Cuando se publica ya estamos fuera.

¿Cómo contar estas historias tan trilladas para que no se vuelvan un lugar común?
El tema del narcotráfico para el periodismo da mucho de sí. Hay muchas perspectivas, sí hay un auge de lo que es la narcoliteratura, pero hay distintas formas de enfocarlo, nuevos ángulos. Nosotros quisimos apostar por el periodismo de investigación y narrativo. Muchas veces se trata a través de cifras y nombres de grandes capos que en realidad no sabemos quiénes son, pero nosotros le pusimos nombre y apellidos a gente normal que por distintas razones están involucrados.

¿La abundancia de libros del tema, algunos bestsellers, no banalizan el problema, y buscan sólo las ventas editoriales?
Pocos libros de periodismo llegan a ser bestsellers. La mayoría es ficción basado en hechos verdaderos. En este caso es algo real, no hay nada de literatura, salvo el estilo narrativo, pero lo demás es completamente periodístico. Creo que de estos libros se tienen que hacer más, porque aunque sí hay bastantes no son los suficientes para entender un fenómeno tan complejo. Hay muchos que se quedan en los aparadores, porque no buscan hacer un tema tan difícil más sencillo. Nosotros quisimos contarlos de una manera en que gente que no le interese en lo más mínimo, lo haga.

En este recorrido, ¿qué diferencias encontraron con el narco de aquí y el de otros países?
El narco de México es el más fuerte y con más presencia internacionalmente. Roberto Saviano —quien nos prologa el libro—, suele decir que los cárteles mexicanos son como el Amazon de la droga; en el caso de la cocaína, no la producen pero sí son quienes la distribuyen en todas partes. En otros países lo que vemos son bandas criminales más chicas o familiares. Sí hay mucho en común en la forma de operar, pero no hay el tamaño, logística y estructura que tienen en México.

¿De qué manera la atracción que la droga ejerce sobre cualquiera, agrava la situación?
El problema actual del narcotráfico tiene que ver con la política de drogas. Actualmente hay más consumidores y más muertos que nunca. Es una lógica que no está funcionando. En lugar de invertir en salud para reducir el consumo, se invierte en seguridad y en militarización. En países de Europa o en Estados Unidos o Canadá, se aplican estrategias alternativas que no tienen que ver con el prohibicionismo, sino en ir ayudando a que el consumo de drogas no afecte tanto a la salud de los usuarios. Habría que discriminalizar al consumidor, porque las cárceles de todo el mundo están llenas de ellos, cuando grandes capos, políticos y organizaciones que están detrás no llegan ahí, así que se debe analizar qué tan justas son las políticas sobre ello.

¿Las condiciones sociales sí favorecen el narcotráfico?
Sí. Algo que nos queda muy claro es que a donde no llega el Estado llega el narcotráfico. En muchos lugares no hay infraestructura ni trabajo, pero sí el tránsito de drogas. No hay más opción. Por eso quisimos desestereotipar el asunto, y dejar de decir que hay buenos y malos, porque es algo más complejo, y de las muchas razones por las que alguien puede ser parte de esto, la principal es la pobreza.

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